Enamorando A Un Millonario From Juan Josh

30 CAPÍTULO

35 CAPÍTULO

Había sido muy estresante para el contador Alejandro aquel día lluvioso, en su oficina, allá en la empresa de sus amores SOMOS LÍDERES LEART JET, al no hacer prácticamente nada más que estar pensando, no solo en los problemas diarios del trabajo, sino que también se acordaba y se volvía acordar, de aquel viejo problema que tenía en cuanto a su poder adquisitivo, qué no era que lo hubiese perdido su sueldo, podía darle una buena vida su familia, pero no daba para poner un negocio, tampoco daba para comprar un terreno de alta plusvalía, dentro de una zona de alta plusvalía, por tanto el contador Alejandro tenía que encontrDearle la solución a esto, y él se estresaba porque del problema no se podía deshacer, el contador Alejandro pasaba a tomar con su mano diestra, una cajetilla de cigarros así como un encendedor de fuego para estos mismos, y los había tomado de aquella hilera de cuatro cajones, qué se distribuían en cuanto a la vertical ese bello mueble, el escritorio poseía un diseño de nueva generación, muy bonito, muy hermoso era por cierto este escritorio, porque para el contador Alejandro si su esposa era hermosa, pues para el la belleza tenía cavidad en su vida, así era él, él era muy él, una vez que tenía al cigarrillo en su mano, lo pasaría a encender de inmediato, y se lo pasaba a fumar al cigarrillo, de una manera que a simple vista parecía para los que lo estuvieran viendo, que el contador debería de ser muy adicto a la nicotina, puesto que se lo fumaba con una fuerza, y con una intensidad que hacía eso pensar a la gente, que lo estuviese viendo, en ese momento, así podría estar de preocupado el contador que hasta fumaba cigarros, cuando que él no era un fumador, cuando que en su vida el había fumando un cigarro, y ni mucho menos comprado alguna cajetilla de estos, puesto que sí esa cajetilla estaba en ese cajón de su escritorio, era por el motivo, de que todo mundo se juntaba para comprar esa cajetilla de cigarros, claro los fumadores de la oficina era que hacían esto entre todos, y se lo habían encargado a cuidar al contador Alejandro, quién tenía esa cajetilla guardada en ese cajón, pero él no fumaba nada de nada, y si ahora lo hacía era porque estaba muy preocupado y quería darle salida al estress.

De repente y mientras el contador Alejandro se fumaba aquel cigarrillo, delicioso y con sabor a menta y con mentol, cosa a la cual el contador solo había atinado a pensar, "fuchi qué rico qué rico cigarrillo", era que recordaba que tenía una entrevista con sus 2 hijos, con los cuales estaba muy interesado en hablar, sobre todo con Delfina, porque al tratar de hablar con su hijo Rubén, sucedía que siempre salía perdiendo, así Don Alejandro, y siempre perdía liderazgo frente de su hijo, cosa que no estaba dispuesto a tolerar ni una vez más, y aparte había recordado que había tenido un problema de diferencias, con su esposa Bianca, por lo que mejor ni se le acercaría al joven Rubén, puesto que no quería que su esposa Bianca le cumpliera aquella amenaza, no era miedo, no era temor hacia la señora Bianca, más bien era tenerle mucho respeto y mucho cuidado, puesto que si tenía problemas con su señora qué los tenía, él sabía cómo se las gastaba Doña Blanca, la hermosa Bianca, así que era mejor ver al toro de lejitos, el contador Alejandro sabía que tenía que actuar de manera correcta y adecuada ante y bajo de la mirada de su esposa, si quería llevar tranquila y en paz la fiesta con ella, con Bianca su hermosa mujer.

El contador Alejandro esperaba ahí en su oficina la visita de su hija Delfina, así como de su hijo Rubén, y había recordado entre tanto estrés del trabajo que siempre era bueno, ir haciendo las cosas al mismo tiempo, por ejemplo su trabajo, y también su negocio junto con su plan de vida soñado, así como también podía llevar la relación con su familia, en ese aspecto básico y muy bello del amor, que era en donde andaba fallando el contador, "el prángana del amor", que así era a como lo nombraba su esposa Doña Bianca, a su marido Alejandro, pues ocurría que Doña Bianca de esto se quejaba, pero trataba de llevarla bien Don Alejandro con ella, pasará lo que pasara pues él sabía que todas las cosas que te importaban, en tu vida, las tenías que ir organizando poco a poco, y siempre poco a poco, sí, pero todas las tenías que ir llevando a otro nivel al mismo tiempo,  este era el gran secreto que guardaba todo buen piloto caza bombardero, de la fuerza aérea mexicana, Y esto pasaba a suceder pues el contador Alejandro se lo había aprendido a pilotos de nuestra  fuerza aérea, al haber sido los amigos del contador Alejandro cuando joven, cuando era él un adolescente, de cuando el joven adulto fuese que tuviera 18 años de edad, bien cumplidos, y así sucedía que este sabía que todo se tenía que llevar al mismo tiempo, que si querías hacer las cosas en la vida, las tenías que llevar poco a poco todas al mismo tiempo, esto era lo que hacían los pilotos aviadores de la fuerza aérea mexicana, y al haber gozado del privilegio de tener la amistad de pilotos caza militares , era qué el contador Alejandro en sus épocas y años juveniles, a estos les aprendiera tal cosa, y  que le daba resultados en la práctica a cualquiera, que lo hiciera andar, al contador Alejandro le había pasado a funcionar muy bien, esta experiencia de pilotos caza militares, quiénes estaban acostumbrados a mantener en toda actividad fuera la que fuera, que realizaban, una disciplina férrea, porque no olvidemos que la administración y la materia de la administración, y la carrera de la administración provienen de dos instituciones de abolengo en la historia de la humanidad, La primera de ellas era la iglesia, y la segunda lo fue la milicia, los pilotos de la fuerza aérea sabían administrarse como militares, sabían hacer las cosas y el contador Alejandro  les había pasado aprender, ese era el secreto de los pilotos aviadores militares de nuestra fuerza aérea, y era el secreto con el que se había quedado, también sin necesidad de haber estado ahí dentro, el contador Alejandro, solo por haber sido amigo de esos aviadores.




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