Enamorándola en una semana ©

CHAPTER 7: Viernes, día 6.

-Silencio, por favor. -Llamó la atención de sus alumnos un profesor de estatura media, esbelto, cabello negro y tez blanca. – Bien, ya todos me están escuchando -se acomodó sus gafas-. Oficialmente, ya han terminado los exámenes parciales…

Todo el salón se halló lleno de murmullos, bullas, gritos y descontrol.

- ¿Cuántas veces debo pedirles que guarden silencio? -Se frotó la frente el profesor. – Anunciaré los tres mejores promedios de final de semestre...

-No es necesario que lo diga, ya todos sabemos quiénes son. -Dijo un joven desde uno de los lugares de atrás. –

-Es cierto, ¿por qué no nos deja salir de una vez? -Concordó otro más. –

-Ellos tres podrían quedarse a platicar con usted mientras el resto podemos empezar a empacar para regresar a casa por las vacaciones de verano. -Mencionó el primero. –

- ¿A qué viene esa actitud? -Quiso saber el profesor. –

-Nada personal.

El profesor suspiró. -Bien… esto es lo que haremos: daré el nombre de los primeros lugares y el resto puede salir, ¿eso está bien?

-Eso suena mucho mejor, profesor. -Mostró una gran sonrisa. –

-Aun así, ya todos sabemos quiénes son.

- ¿Con que ya lo sabe?, ¿le molestaría decirnos sus nombres en forma ascendente? -Lo retó el profesor. –

-Si lo hago, ¿nos dejará salir?

-El profesor entornó sus ojos hacia el alumno. -Ya lo he dicho: una vez que diga los nombres de los mejores de la clase, podrán salir.

-Adelantemos esto. Tercer lugar: Reese Cloe; segundo lugar: Acker Allen; primer lugar: Lambert Lyssandro. -Mencionó sus nombres mientras se ayudaba de sus dedos para remarcar la posición en la que se encontraban. - ¿Estoy en lo correcto?

-El profesor suspiró y acomodó sus gafas de nuevo. -Sean ordenados al salir…

No bien acabó la frase, los alumnos tomaron sus pertenencias y abandonaron el salón de clase.

-Creo que nunca van a cambiar. -Se desanimó el profesor. –

-Ya debería conocerlos, profesor. -Intentó consolarlo Cloe. –

-Me alegra no tener que lidiar con ellos el próximo año, cambiarán de Tutor y eso me da un respiro; a los que extrañaré serán a ustedes tres. Han hecho un buen trabajo, sigan esforzándose. -Les regaló una sonrisa reconfortante mientras le entregaba a cada uno su correspondiente reconocimiento. –

-Será una lástima que ya no pueda seguir siendo nuestro Tutor. -Comentó Allen. –

-Fue bueno mientras duró. -Respondió el profesor. – Supongo que es todo por este año, espero tengan felices vacaciones. Hasta luego. -Les sonrió a los tres jóvenes y salió del salón. –

-Vaya… eso ha sido un tanto extraño. -Dijo Lyssandro. –

-Un poco, tal vez. -Concordó Cloe. –

- ¿A qué estamos esperando aquí? -Preguntó Allen. –

-Vámonos. -Sugirió Cloe. –

- ¿A dónde sugieres que vayamos, amor?

-Uhm… -meditó por un momento. - ¿Qué opinan de la terraza?

-Por mí está bien. -El joven le sonrió a su novia. - ¿Qué hay de ti, Allen?

-Si no me consideran un estorbo, vayamos.

La joven rio. -Nunca pensaría eso de ti, eres un buen amigo. No sigamos perdiendo el tiempo aquí. -Una vez terminó la frase, los tres jóvenes salieron del salón y se dirigieron a las escaleras que daban a la terraza. –

- ¿Ya salieron? -Preguntó Asher quién estaba recargado en el barandal de las escaleras junto a Jade y Romina. –

-Sí, somos libres. -Respondió Allen, sonriente. –

- ¿Se dirigían a algún lugar en especial? -Quiso saber el joven pelinegro. –

-A la terraza, ¿nos acompañan? -Los invitó Lyssandro. –

- ¡Suena bien! Justamente estábamos discutiendo a dónde ir. -Dijo Romina. –

-Entonces, ¡vamos! -Comentó Cloe. -

 

- ¿Qué fue lo que pasó cuando la directora te acompañó por el regalo que te dio Jade? -Preguntó Cloe recargada en el hombro de su pareja. –

-Cuando llegamos a la habitación se veía aún enojada, ya que Allen no tenía arreglada su cama, de verdad pensó que algo más había pasado. -Rio Romina. -La logramos tranquilizar cuando vio que había seis vasos y platos desechables; creo que la directora es un poco mal pensada.

-Tal vez… debería ser un poco más ordenado… -rio nervioso Allen. –

-Nos costó un poco el hacerla entender que no había sucedido nada extraño en esa habitación además de la fiesta. -Continuó Lyssandro. –

- ¿Tanto desconfía de nosotros? Eso no será de ayuda el siguiente año. -Se preocupó Jade. –

-No tienes que preocuparte, pequeña hermana. -Le regaló una sonrisa. – Ella sabe que somos diferentes a los demás…

-Eso espero, el próximo año será el último de ustedes tres y no quisiera que la directora cambie la imagen que tiene sobre nosotros.



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En el texto hay: adolescentes, amor, escuela

Editado: 13.07.2019

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