-Debo admitir que hoy te ves hermosa, mi vida. -Mencionó Allen al ver salir a Romina de su casa; llevaba puesto una blusa de tirantes en color vino, un short de mezclilla y tenis a juego con su blusa. –
-Gracias, amor. -Respondió con una sonrisa y un leve sonrojo en sus mejillas. –
Él le tendió su mano. - ¿Nos vamos?
Aceptó la mano que le tendía su pareja. - ¡Seguro! -Caminaron tomados de la mano hasta llegar al automóvil. –
- ¿Estás bien? -Preguntó preocupado Allen. –
-Eh… sí, ¿por qué lo preguntas? -Respondió algo nerviosa. –
-No tenemos que decirles hoy a nuestros amigos si no quieres…
Negó con la cabeza. –No… no quiero seguir ocultándoselos, ambos somos felices estando juntos, ¿no?
-Soy inmensamente feliz a tu lado, amor. -Besó su mano con ternura. –
-Sus mejillas se tornaron carmesí. -Yo también soy muy feliz a tu lado…
-Hablo en serio, podemos esperar un poco más para poder decirles si aún no estás lista…
-Agradezco que seas tan considerado y amable conmigo, amor…pero, ya lo he decidido.
- ¿Estás segura?
- ¡Cien por ciento! Además… ellos nos apoyarán.
-Claro que lo harán, son nuestros amigos después de todo.
-Y así ya podremos salir con ellos en citas triples. -Sonrió amplio. –
- ¿Citas triples?
-Ya es demasiado cliché lo de “citas dobles” con amigos, nosotros somos seis, y eso da tres parejas… -usó sus dedos para enfatizar el número tres. –
-Que ocurrente eres… -Le sonrió con ternura. -Te quiero.
-También te quiero. -Le devolvió la sonrisa. –
-Lamento haber llegado un poco tarde… -se rascó nervioso la nuca. -el tráfico está pesado a esta hora.
-No tienes que disculparte, amor. -Respondió la joven pelinegra con una sonrisa. –
- ¿No te molesta que haya llegado tarde? -Ladeó la cabeza. –
-Claro que no. -Dijo con esa linda sonrisa característica de ella. -Sólo han sido cinco minutos.
-No quiero quedar mal con tus papás desde ahorita, y menos con Lyssandro…
-Mientras no lo vuelvas costumbre, no tendremos problemas.
-Descuida, no lo haré. Saldré más temprano de mi casa la próxima vez.
-Eso estaría bien.
-Vámonos, no hagamos esperar a nuestros amigos.
-Tienes razón, van a preocuparse.
-Ya tardaron mucho en llegar los demás. -Dijo la joven rubia a su pareja. Estaban sentados en una mesa para dos personas y habían encargado un capuccino grande para ambos. –
-Quedamos de vernos a las cinco… sólo han pasado diez minutos.
- ¿A qué hora llegamos nosotros?
-Cuatro y media. -Sonrió amplio. –
-Amor… -se quejó la joven- eso explica por qué siento que ya han tardado tanto.
Él rio levemente. -Lo siento… quise ir por ti más temprano y pasar tiempo juntos… a solas.
-Ternurita -dijo con voz empalagosa- es por eso y más que me gustas tanto.
-Ah, ¿sí?
-Sí. -Respondió con total seguridad. –
-Uhm, ¿qué tanto? -Quiso saber. –
-Demasiado…
- ¿Cuánto es eso para ti?
-No hay alguna distancia que lo pueda definir…
Él rio. -Siempre me das la misma respuesta.
- ¿Eso es malo? -Preguntó con un poco de tristeza en su voz. –
-No -le sonrió- no lo es. Te amo tal y como eres.
-Eso no responde mi pregunta…
La tomó por el mentón y la besó. -No hagas caso a mis tonterías.
-Hemos llegado -anunció Allen-, lamento la tardanza.
-Mira, llegamos al mismo tiempo. -Dijo Jade. –
-Qué tardados son. -Les reclamó Cloe. –
Sus amigas rieron levemente. -Lo lamento…
-Culpa del tráfico. -Se excusó Asher. –
-Por eso debieron haber salido más temprano de sus casas. -Sugirió la joven rubia. -
-El tráfico… o ¿se tardaron por alguna otra razón? -Miró Lyssandro a Asher con ojos entrecerrados y amenazantes. –
-De qué… ¿Qué estás insinuando? -Respondió un Asher intimidado. –
-No insinúo nada… -Mantuvo firme su mirada. –
-Lyssandro… no te hagas ideas equivocadas, no es momento de jugar con eso. -Jade golpeó en el brazo a su hermano. –
-Pero si no estoy haciendo nada… -mencionó mientras se sobaba el brazo. –, puedes decirme si han pasado a algún otro sitio antes de venir. -Miró a su hermana con expresión divertida. –
-Jade se sonrojó. - ¡Deja de bromear!
Ya habían transcurrido dos horas desde que llegaron a la pista de patinaje y Cloe seguía sin separarse del barandal alrededor de la pista.
- ¿Qué sucede, Cloe? -Preguntó la joven pelirroja. –
- ¿Eh? Nada… -sonrió un tanto torpe- no me pasa nada.