Ha pasado un mes desde que Romina y Allen decidieron contarles a sus amigos respecto a su relación; extrañamente, desde aquel día, el grupo se ha vuelto un poco más unido. Lo que también indica que ya transcurrió un mes desde que dieron inicio las vacaciones de verano. En todo este tiempo no han dejado de frecuentarse los seis amigos; han organizado idas al cine, centros comerciales, centros de entretenimiento, entre otros.
El día de hoy es miércoles y nuestros protagonistas se encuentran en un parque acuático que tenía la fachada de un zoológico, altas palmeras adornaban el paisaje y tenía caminos definidos por piedras de colores; quizá estaba diseñado así para ser atractivo a ojos de los niños; incluso los botes de basura tenían la forma de la cabeza de un animal con el hocico abierto, además, contaba con un total de seis albercas: una de ellas era una especialmente hecha para los niños, otra con dimensiones pequeñas donde la altura no superaba siquiera los sesenta centímetros, una más medía entre metro y medio y dos metros, dos albercas compartían las mismas dimensiones de dos a cuatro metros, una barrera hecha de flotadores delimitaba ambas alturas y por último había una que emitía olas tal cual fuese el mar. En la parte posterior del parque se hallaban las canchas de voleibol y básquetbol y un poco más atrás se encontraba el área para acampar.
Desde las diez de la mañana que arribaron al lugar no han dejado la alberca, lo que implica que han estado en el agua por cerca de tres… tal vez cuatro horas.
- ¿No piensan abandonar la alberca ustedes cuatro? -Preguntó acercándose a la orilla y cruzándose de brazos. –
-Por ahora no. -Respondió el ojiazul sin inmutarse. –
Romina se acercó nadando a la orilla- ¿Sucede algo, Lyssandro?
El joven suspiró- Sólo preguntaba si tenían planeado salir pronto.
-Un ratito más, ¿sí? -Pidió su hermana con una tierna sonrisa. –
Un suspiro abandonó los labios de Lyssandro una vez más- Y yo que les había preparado algo de comer… -mencionó con un tono de decepción y tristeza a la vez-
- ¿Lyssandro cocinando? -Esta vez fue Allen quién exclamó sorprendido- eso tengo que verlo yo mismo.
- ¿Qué estás insinuando? -Lo miró con una expresión retadora, eso hacía que su cuerpo emanara un aura aterradora, incluso se podían ver las ondas de maldad que abandonaban su cuerpo. –
-Vamos, hombre, no pongas esa expresión. No lo dije con malas intenciones. Simple curiosidad. -Se encogió de hombros. –
- ¿A qué ha venido eso, Allen? -Lo seguía mirando de forma espeluznante-
-No te imagino en la cocina. Siempre pensé que eras el tipo de chico al que hasta el cereal se le incendia. -Dijo con su usual tono burlesco-
-Allen… -Gruñó-
Asher estalló en carcajadas junto a Allen- Yo tenía la misma imagen tuya. Ahora veo que me he equivocado un poco. -logró decir entre risas-
-Par de tontos… ya verán cuando salgan. -Los amenazó-
Los dos jóvenes intercambiaron una mirada conspiratoria
- ¿Por qué no nos alcanzas aquí? -Preguntó Asher-
- ¿Qué dicen?
Ambos se volvieron a mirar y compartieron una sonrisa de complicidad, en un abrir y cerrar de ojos ya habían tomado a Lyssandro por los tobillos y lo jalaron con tal fuerza que lograron hacer que el pobre joven callera al agua con un fuerte zarpazo… luego de emerger del fondo tal cual monstruo y mirar con furia a los dos causantes de su actual aspecto, prosiguió a propinarles a cada uno un fuerte golpe en la cabeza.
- ¡Ambos son retrasados! ¿A qué estaban jugando? -Les reprochó con tono sombrío. –
-Venga, Lyssandro, no seas amargado. -Dijo el pelirrojo-
- ¿A quién le estás llamando amargado? -Preguntó en tono frío y alzó su brazo amenazando con asestarle otro golpe. –
Fue su hermana quien lo detuvo de cometer otra atrocidad en público. - Vamos, hermano. No te lo tomes personal… -dijo un poco nerviosa-
-Se han salvado por esta vez, la próxima no me contendré. -Mientras pronunciaba estas palabras hacía el intento de salir de la alberca sin tener que usar las escaleras. Se sentó a la orilla y exprimió su cabello, siempre se lo dejaba crecer en vacaciones, ahora lo tenía casi hasta los hombros. –
-Ignora a este par de tontos. -Pidió la joven de cabellos castaños-
-Soy tu novio, ¿por qué me llamas tonto? -Se cruzó de brazos, indignado-
Romina se limitó a reír- Dinos, ¿qué has cocinado para nosotros? -Preguntó en tono amable-
- ¿Eh? -Claramente esa pregunta no se la esperaba y lo tomó por completa sorpresa. -No te diré.
-Que cruel, ¿por qué no? Yo no te he hecho nada. -Hizo pucheros. –
-Eso te pasa por ser novia de un tonto como Allen.
- ¿Otra vez la palabra “tonto”? ya paren con eso… -Imitó el gesto de su novia, realmente ese par eran tal para cual. –
- ¿Qué hay de mí?, ¿me dirás? -Sonrió tiernamente a su hermano-