Cuando inicié el segundo año de universidad tenía sentimientos encontrados. Después de una clase con una profesora que parecía no tener intención de enseñarnos, me encontré preguntándome nuevamente si esto era lo que haría por el resto de mi vida. Talvez ella habia sido una persona como yo, talvez tampoco habría querido estudiar esa carrera ¿Me convertiría en un mediocre después de todo? Necesitaba despejar mis dudas y no se me ocurrió mejor idea que tomarme un año sabático.
Trate de esforzándome para acabar el año, pero debo reconocer que a veces ni asistía a clases. Me sentía aburrido, exhausto, enojado. Conmigo mismo por no luchar más por mis sueños, con mis padres por obligarme a hacer algo que no quería y con la universidad por el simple hecho de que existía. Ta tonto como eso pueda sonar. Acabé el año sin más y procedí a comunicarles la decisión a mis padres. Se pusieron furiosos; así que, tuve que prometer que culminaría la carrera sea como sea y luego ya vería lo que haría.