De verdad que le es imposible dejar de mirarlo, joven, guapo, cuyos ojos claros parecen pedazos del cielo robado. Entrecerró los ojos hasta que su compañera le dio un codazo en las costillas haciéndola reaccionar de un salto. Asustada se giró hacia ella la cual con señas le indicó que la jefa no dejaba de mirarla desde hace unos momentos. Tosió y se puso a trabajar intentando no haber sido descubierta observando en forma libidinosa al guapo sobrino de su jefa. Pero le es imposible no perderse en esa sonrisa perfecta, aunque nunca ha sido dirigida a ella. ¿Cómo podría siquiera soñar que esa sonrisa un día sería dirigida a ella? Si tan solo con mirarse al espejo está lejos de la perfección de aquel hombre.
Manuel Amador, el primogénito de la familia dueña de las tiendas Plus-stellas, jamás se fijaría en una mujer como ella. Sobre todo, cuando ha salido con modelos y actrices conocidas por su exuberante belleza.
—Deja de mirarte al espejo, te vas a gastar —le indicó Claudia, su compañera de oficina al entrar al baño y verla mirarse una y otra vez.
—No hay solución con este rostro, mira mi enorme nariz, y mis cejas gruesas, parece que un día se van a poner a aletear y saldré volando con ellas —suspiró con fastidio.
Su compañera se rio ante tal extraño comentario.
—Lo de las cejas ya te he dicho que puedo solucionarlo con esto —sacó unas pinzas con gesto amenazador.
—Aleja eso de mi —respondió Silvana asustada con ese aparato.
—Ya te lo he dicho, para ser bella debes ver estrellas —guardó sus pinzas y se retocó el labial frente al espejo.
—No me parece, tal vez debo buscar que alguien me quiere así tal como soy, fea pero querendona —cruzó los brazos moviendo la cabeza afirmativamente apegada a su idea.
Claudia se rio a punto de botar el bolso de su maquillaje.
—En parte tienes razón, si alguien me quisiera solo por cómo me veo no valdría la pena supongo —se alzó de hombros—. El problema es que para atraer a alguien debemos ser vistosas ¿o no?
—Me gustaría solo ser vistosa para Manuel Amador —se rio—. Pero para eso tendría que hacerme una cirugía completa.
Ambas se rieron mientras salían del baño. Silvana como camina de espalda mirando a Claudia no notó que detrás suyo venían Manuel chocando con él que también caminaba en forma distraída. Gracias a Claudia, Silvana no cayó al suelo, pero Manuel botó todos los papeles que traía en la mano.
—Lo siento mucho yo… —se giró disculpándose sin poder evitar detenerse en el rostro de aquel hombre.
Aquel alzó la vista molesta, arrugando el ceño notando la fea empleada que tiene frente a sus ojos ¿Cómo su tía podía tener esa mujer tan poco atractiva en su oficina? ¡Qué nariz más grande y que cejas más enormes! parece que incluso se estuvieran uniendo arriba de la nariz. No pudo evitar un gesto de asco mientras seguía de pie y aquella infame se agachaba recogiendo los papeles que se le habían caído.
—Lo siento mucho —se disculpó Silvana reaccionando y pasándole los papeles que acababa de recoger del suelo.
Sin responderle, Manuel le quitó con brusquedad los papeles de la mano.
—Se entonces menos torpe, mujer —exclamó alejándose.
Silvana se quedó dubitativa antes de girarse hacía Claudia con una sonrisa.
—¿Lo viste? Manuel Amador me habló —señaló emocionada.
Claudia intentó sonreír.
—Bueno, yo no me alegraría mucho con algo así.
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—Pero que mujer más fea —exclamó molesto saliendo del edificio mientras camina a su auto que esta estacionado al frente—. ¿Acaso mi tía no hace filtro de la gente que contrata? ¿Acaso no vio ese pelicano que tiene en la frente como ceja? Me llegó a doler el estómago de tanta fealdad…
—¿Por qué hablas solo? ¿Ya te volviste loco? —le habló un hombre mucho más joven que sin invitación se subió a su auto.
—¿Qué haces aquí, Bastian? —cruzó los brazos, molesto.
Se alzó de hombros sin responderle.
—Tu mujer te echó de nuevo de casa —movió la cabeza hacia ambos lados en forma desaprobativa.— Si no fueras mi hermano menor te dejaría dormir en la calle para que aprendas a no molestar a tu mujer, tan bonita y casándose con un idiota como tú.
Manuel echó andar el motor de su auto.
—Por lo menos yo no ando hablando solo por las calles —lo miró con burla.
Detuvo el auto de golpe y se giró.
—Si tu hubieras visto a la mujer que vi hubieras estado igual…
—¿Qué? Era muy hermosa —lo interrumpió ansioso por conocerla.
El hombre colocó cara de asco al recordarla.
—Al contrario, es la cosa más fea que he visto en mi vida, incluso Medusa sería petrificada con solo verla.
Bastián no pudo evitar reírse a carcajadas ante tal comentario, de verdad que su hermano mayor era un exagerado, sabe que odia a las mujeres feas, pero a veces su odio se sale de los límites de la seriedad.
—Ya que va, de seguro escandalizas.
—No, claro que no y mira… ahí va saliendo la cosa esa.
En ese momento Silvana sale acompañada de Claudia para ir a almorzar a un casino cercano. Manuel intenta pasar desapercibido mientras que Bastián sin disimulo las observa antes de largarse a reír en el instante que su hermano le tapa la boca para no ser descubiertos.
—Exageras, sí, esta algo flaca, y tiene el culo gordo, pero no es tan fea como dices —le dijo cuando logro soltarse de sus manos.