Enamorándome de la fea

Capítulo 5

—No lo creo —exclamó Manuel poniéndose de pie—. Luis puede ser un pusilánime, un macabeo, un cobarde, idiota o lo que sea, pero ladrón…

 

—Solo es sospechoso, mantén la calma —respondió Francisco entrecerrando los ojos.

 

—Hasta ahora es el único que tenía acceso a esas cuentas y además su actitud nerviosa es sospechosa —habló su tía seriamente apoyando su mentón en el dorso de su mano.

 

—Ese tipo siempre es así —intentó Manuel defenderlo la verdad es le da compasión aquel individuo—. Desde que lo conozco es así.

 

—De todas formas, estoy de acuerdo con Francisco y tía Sandra de que hay que mantenerlo vigilado —agregó Bastián que hasta ahora solo había estado jugando con los adornos de la oficina de su hermano—. Y bien ¿Con esto terminamos la reunión? Tengo una cita.

 

Miró su reloj y levantó la mirada sonriendo con emoción, pero la expresión sería y fría de su familia lo hizo toser incomodo y desviar la mirada. Guardó silencio sin tener palabras para decir. El tema parece ser más grave de lo que imagina, o por lo menos para sus hermanos y su tía.

 

—Entonces la idea es que Francisco junto a Silvana sigan revisando las carpetas restantes y a la vez ir observando la actitud de ese hombre —señaló la mujer retomando el asunto con severidad.

 

—Pondremos de nuestra parte en todo lo que sea necesario —indicó Manuel dándoles la espalda, de verdad aun le es difícil creer que ese hombre fuera capaz de ser algo así.

 

Suspiró tomando asiento pensativo sin notar que su hermano mayor y su tía lo seguían con atención. La mujer se puso de pie dirigiéndose a la puerta seguida del mayor Amador, sin voltear hacía su sobrino, Manuel, agregó:

 

—Espero que las cosas se solucionen y no te tiemble la mano si debas aplicar el castigo que corresponda, no toleraremos ese tipo de estafas en esta empresa.

 

La quedó mirando sin responder mientras su tía ahora salía de la oficina casi dando un portazo. Se siente dolido que duden así de él, como si no fuera capaz de ser duro contra alguien que ha faltado así a su confianza. Entrecerró los ojos suspirando pensado que hubiera sido mejor que se hubiera guardado sus comentarios y no quedar frente a su tía como un pusilánime.

 

—Gran error, hermanito —Bastián se apoyó en la pared—. No defiendas a los sospechosos, es un punto que no debes olvidar. Nunca, sino quieres que Tía Sandra y Francisco te traten como a un niño.

 

Desvió la mirada, molesto.

 

—No quiero que un inocente pague por la culpa de otros —le respondió pensativo.

 

—¿Tú crees de verdad que ese hombre es inocente? —levantó las cejas confuso de la posible seguridad de su hermano.

 

—No lo sé —y dicho esto se puso de pie—. Creo que mejor voy a casa a darme una ducha y cambiarme ropa, luego volveré para seguir trabajando.

 

—Y así te harás viejo —se encogió de hombros—. Pero te acompañaré, debo darme un buen baño, tengo hoy una cita con una mujer muy interesante.

 

—Bien por ti —exclamó molesto sin mirarlo, y luego su rostro torno en una mueca observando a dos mujeres a través de las paredes de vidrio de su oficina. No puede creer que justo cuando quería despejar un poco su cabeza apareciera ese par de adefesios.

 

Bastián curioso, al ver su rostro asqueado, se puso a su lado.

 

—Ah, es Annabelle y Chucky —refiriéndose con este último apodo a Claudia y se sobó la cabeza al recordar el carterazo que le había dado antes—. Espero jamás tener que compartir lugar con ese par, aunque la pequeña Annabelle es bastante graciosa, pero esa Chucky…

 

Le dio escalofríos y retrocedió sentándose en el asiento de Manuel, aquel en tanto arrugó el ceño molesto y le dio la espalda a las mujeres sin notar que Silvana se dio cuenta que las estaba mirando. De verdad que poco agradable era ver aquella mujer tan imperfecta, aquella ceja que aun separada seguía siendo rara, aquel cabello aplastado, aunque el barro le daba un aspecto peor. Y más aún recordar que su magnífico auto, ahora era un desastre salpicado de barro y enlodado por dentro ¿Cómo en este mundo se podía permitir que las cosas perfectas dejaran de serlo o que cosas como Silvana tuvieran derecho a ver la luz del sol? Refunfuño de mala gana viendo su propio reflejo en los ventanales y su cabello despeinado por el lodo.

 

 

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La mujer está segura que aquel hombre estaba atento a ellas, aunque apenas ella lo notó este se dio la vuelta. Siente su pecho rebozar de la emoción que significa para ella ser observada por aquel hombre. 

 

—¿Lo notaste? —Silvana le habló a su amiga e intentó contener su sorpresa—. Manuel Amador nos estaba mirando.

 

Claudia sin creerlo alzó la mirada con expresión molesta y solo vio su espalda mientras aquel hombre caminaba en dirección contraria.

 

—De seguro han de estar hablando mal de nosotras —arrugó el ceño.

 

—No digas eso, el señor Manuel no es mala persona —Silvana intentó defenderlo.

 

Claudia suspiró, la ingenuidad de su amiga le despertaba compasión, si siquiera supiera que ese hombre no es nada de lo que ella piensa, sería lo mejor, ella podría decírselo pero seguro no le creería ¿Como hacerla abrir los ojos para que se dé cuenta que ese príncipe es más una rana hechizada? Solo colocó su mano en forma amigable sobre la cabeza de su amiga.

 

—Vamos a casa mejor, ya vez que la señora Sandra nos ha dado permiso para que podamos sacarnos el lodo de encima —y la verdad es que lo único que quiere es sacarse todo ese lodo de encima, darse una ducha y cambiarse de ropa.

 

Más aun cuando varios de la oficina han pasado observándolas y murmurando entre ellos, solo huyen al ver a Claudia mirándolos amenazantes.



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En el texto hay: humor, romance, jefe enamorado

Editado: 19.04.2020

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