— Señorita Wilson –la voz del profesor interrumpió mis pensamientos.- Me haría el favor de retirarse. –lo fulmine con la mirada.
Recogí mis cosas lo más rápido que pude, me levante de aquel incomodo pupitre, sentí las miradas de mis compañeros siguiéndome, lo cual hizo que me enojara más, tenía toda la intención de azotar la puerta, pero obviamente me ganaría un pase directo a detención, así que sin más cerré la puerta con cuidado.
No era la primera vez que me sacaban de clase durante este semestre, de hecho era como la décima, algunas fueron causadas por Nicholas u otras simplemente por mi poca atención en clase.
Ya era la última hora, así que comería en la cafetería, para después poder ir a los dormitorios.
— ¡Raven!, espera –voltee a ver de dónde provenía esa reconocible voz. – No me digas... te sacaron.
— Déjame en paz, hoy no es mi día –dije sin ánimos.
— ¿Por qué te enojas conmigo?, yo no hice absolutamente nada –encogió los hombros, haciendo que se viera inocente.
— Nicholas —dije, sobando el puente de mi nariz. – Es la décima vez que me sacan y aunque no sea culpa tuya, no estoy de humor.
— Bueno... ¿A dónde vas? –pregunto.
— A la cafetería – dije girando los ojos.
— Te acompaño –pensaba que solo lo hacía para molestarme, sinceramente hoy planeaba estar sola, pero lamentablemente mi mejor amigo se encontraba acompañándome en busca de la cafetería.
— Bien –bufe.
Rápidamente pedí la comida del día, al parecer había ensalada de pollo, la cual yo odiaba con toda mi vida, no es como la que todos piensan, no, esta tenia lechuga, media crema, jitomate y por supuesto pollo cocido. Mire mi plato con asco, pero era mejor a nada, nos sentamos en una mesa un poco alejada, no deseaba ver a personas, con Nicholas era suficiente.
— Y... ¿Por qué estás afuera? –pregunte curiosa.
— Insulte al maestro –dijo con tanta tranquilidad que fruncí el ceño.
— Te juro que vas a reprobar –dije con suficiente seriedad, moviendo mi cabeza de un lado a otro.
— Tu sabes que no.
— No lo sé, todo es posible.
— Claro –giro los ojos.
— ¿Qué harás en la noche? –pregunte, su mirada chocó con la mía, lo cual hizo que la desviara.
— No lo sé... pensaba en invitar a una bella chica a salir, pero no sé si ella quiera –dijo subiendo las cejas.
Eso me había dolido bastante, pero ¿por qué?, eso era normal en él.
— ¡Qué bien! –exclame, ganándome una de sus miradas de confusión.
— ¿En serio? –me miró sorprendido.
— Si.
— Hoy sí que estás rara –dijo negando con la cabeza.
— Y bueno... –intente cambiar el tema. – ¿Quién es la desafortunada chica?
— Oh, eso es sorpresa, pasaré por ella en la noche.
— Entonces... no me dirás –dije metiendo el tenedor en mi boca.
— No, no es porque no te tenga confianza, pero es que no quiero que se entere, ¿sabes?... la he perseguido por años –si ese era Nicholas, un mujeriego.
Terminamos de comer, caminamos directamente hacía el edificio de los dormitorios, no quedaban lejos. Me gire para poder verlo y recordé su cita, antes de subir los pequeños escalones.
— Suerte en tu cita –dije y giré la llave hacia el lado derecho.
— La necesitare –dijo caminando de espaldas, sonreí ampliamente.
— Nos vemos –dije entrando y dejando un hueco para poder seguir observándolo.
— Si, nos vemos –dijo, dio una media vuelta sobre sus talones, hizo un ademán con la mano.
Mire hasta que mi vista no lo pudo identificar entre tantas personas, cerré la puerta con delicadeza, dentro del edificio no se encontraba casi nadie, solo alguna que otra chica, camine hacía las escaleras, y con una pesadez enorme, subí poco a poco. Abrí la puerta de mi habitación, como siempre mis cosas se encontraban a la perfección, deje mi mochila en la silla de mi escritorio, afortunadamente mañana no tendría clases lo que deja en conclusión de que tendría otro día para poder hacer la tarea, que por cierto no era casi nada.