Se escuchó un golpe en mi cajuela, supe inmediatamente que se trataba de Raven, así que apreté el botón y rápidamente se abrió. Me estire al lado del copiloto y le abrí la puerta. Raven entro, el aroma de su perfume se esparció en todo el carro, trate de disimular, pero era un olor delicioso.
— ¿Lista? –pregunte.
— Sí, no olvide nada.
— Ten, estos son los boletos, ya está todo cubierto –miró los papeles un momento, y apretó los labios.
— Lo pagaste ¿verdad?, o sea tú los compraste –pregunto.
— Raven... yo –suspiro.
— Yo puedo pagarlo, no soy pobre.
— Raven, no pienso que seas pobre, pero es tu regalo de cumpleaños, recuerdas que me dijiste que no querías nada, bueno esto es tu presente –Raven era algo, no sé, algunas cosas se las tomaba mal.
— No debiste...
— Sabes no digas nada y cuéntame... ¿Tu mamá lloro? –pregunte.
— No mucho, pero sus ojos se cristalizaron –dijo y suspiro.
— Te entiendo, por cierto te traje algo de comida de Lugio's, es para el camino –vi como sus ojos se hacían grandes y sonrió.
— De nada, bueno... nos espera un largo viaje.
— Si, lo sé, gracias.
Arranque el carro y se escuchó como rugió el motor, Raven miro a través de la ventana y su vista no se apartó de esta en todo el camino.
Las horas pasaban, y ninguno de los dos dijo palabra alguna, ella se había dormido hacía una media hora, yo mientras la observaba en pequeños lapsos, aunque su teléfono no dejaba de vibrar, no sabía cómo no se despertaba por aquellos ruidos, pero sabía que Raven tenía el sueño algo pesado.
Eran las ocho de la noche faltaban algunas horas para poder llegar a Denver, pero mi estómago me pedía algo de comida, orille el carro en un lugar algo oscuro.
Tome la bolsa de papel y saque mi comida, sentí terrible no hablar con Raven, pero sabía que por ahora ella necesitaría algo de espacio. La comida estuvo deliciosa, mire Raven, su cara era algo angelical, aunque su cabello estaba algo revuelto, sonreí. Encendí el carro, pues no podía tardar más.
El tiempo era terrible, las manecillas avanzaban, pero ninguna se detenía, y el momento transcurría, dejando los sentimientos, pero después simplemente todo se empezaba a desaparecer y luego lo empiezas a olvidar. Mi miedo era olvidar, me daba terror, pero me imagino que era algo normal, era la naturaleza de crecer, pero yo estaba completamente en desacuerdo, ¿Por qué tendría que olvidar algo que ame o algo que disfrute?, no lo sabía, posiblemente solo era cuestión del tiempo, ven... el tiempo acordaba toda nuestra vida.
Oí un ruido, o mejor dicho un gruñido, no pude voltear enseguida, pero por el rabillo del ojo vi como Raven se movía en su lugar, ¡por fin se despertó!, aunque sabía que ella no me hablaría hasta que lo deseara, así que mantuve la vista al frente.
— ¿Cuánto tiempo falta? –pregunto.
— Unas cuatro horas –respondí.
— Aún es mucho –se volvió a remover en su lugar, sonreí.
— Deberías de poner algo de música.
— Tienes razón, tal vez sea una buena idea –miro la guantera y tomaba los discos, no tenía muchos en el auto, normalmente los tenía en mi repisa. – ¿Green Day o Bon Jovi? –preguntó.
— Green Day.
— Buena elección –sonrió y abrió la caja.
Cuando por fin la música empezó a sonar, tarare esas canciones, grandiosas melodías, sinceramente algunas me hacían sentir libre y con energía como "21 guns", el sonido de los instrumentos, era algo espontáneo, pero lo espontáneo siempre es mejor que algo que puede predecirse.
Ella tenía una voz hermosa, ¿en que era mala?, me lo pregunto, ella cantaba, jugaba soccer, bailaba, aunque eso no le gustaba, pero lo hacía bien, creo que en matemáticas era mala, pero solo para hacer cuentas mentales, porque ella sacaba buenas calificaciones... era algo distraída, si y creo que mucho, pero cuando se le metía algo en la cabeza, ella buscaba todas la maneras de encontrarle algo, aunque sea un defecto, eso era algo raro, pero lindo.