— ¿Qué tal tu mañana? –pregunto.
— Bien, muy bien –se acercó a mí y me abrazo.
— Sabes es muy incómodo abrazarte con lentes –sonreí.
— Si, lo siento – libere una risa nerviosa.
— Tranquila, todo está bien.
— Entonces, ¿Qué tienes planeado Nathan? –pregunte.
— Eso es sorpresa así que sígueme –negué con la cabeza y sonreí.
— ¿Iremos caminando? –pregunte y él se empezó a reír.
— No claro que no, iremos en el carro de Christian – se acercó al auto del susodicho.
— Claro –abrió la puerta y de inmediato me subí al auto.
No dije nada en el camino, pues el dolor aún no se iba, aunque debo de admitir que el teléfono de Nathan tenía buena música.
El centro comercial era un lugar demasiado grande, casi no salía de compras y tampoco salía mucho con mis amigos, así que resumiendo no venía aquí, de hecho ni siquiera tiempo me daba y si Pamela me sacaba era porque no la podía detener.
Nathan y yo nos encontrábamos en la fila de un lugar de juegos muy recurridos por adolescentes, no era mucha la gente, así que el tiempo de espera no era excesivamente grande.
En mi cabeza las cosas daban vueltas, pues aún me sentía un poco mareada, los ruidos de las personas celebrando y los sonidos de las máquinas estaban a punto de volverme loca. Me sentía un poco hipócrita fingiendo una que otra sonrisa.
Al parecer Nathan era muy bueno en este tipo de juegos, pues llevaba muchos boletos ganados y como jugábamos en pareja casi siempre el ganaba.
— Ven Raven, este es genial, mira te tienes que subir a la moto y te pones los lentes de realidad virtual –eso era nuevo para mí.
— Pues vamos –subí los hombros, tomó mi mano y me llevó ahí.
Había una pantalla y enfrente una pequeña mesa con los lentes de realidad virtual, rápidamente puso la moneda para que el juego empezará, en la pantalla se marcaron las instrucciones y nos tuvimos que subir a la moto. Cuando me encontraba trepada en ella, sentía como mis manos se iban humedeciendo, la verdad perder ante el me daba algo de pena.
— ¿Lista? –preguntó y tomó los lentes, solo asentí. –Bueno lo que tienes que hacer es ponértelos y apretar el botón, apriétalo cuando estés segura.
— Claro –se puso los lentes y yo tomé los míos.
Bien, ahora solo faltaba apretar aquel botón, sin esperar más lo apreté y me puse los lentes rápidamente.
Había ganado y se había sentido espectacular, el juego era perfecto para mí, sentí la adrenalina recorriendo mi cuerpo y eso era una sensación genial.
Por un momento había olvidado ese horrible malestar. Me quite los lentes y Nathan me sonreía.
— ¡Por fin te activaste!, hasta llegué a pensar que estaba jugando solo –apreté los labios, y me baje de la moto.
— Lo siento, pero no tuve buena noche –subió una ceja.
— ¿Por qué?, ¿Qué pasó? –pregunto.
— Bueno... es una larga historia.
— Tenemos tiempo, mucho diría yo dijo mientras vio su reloj –negué con la cabeza.
— Bueno ayer fui a un...
Al término de mi historia habíamos llegado a la zona de comida de la misma plaza, tuve que omitir algunas cosas, pues no era necesario que Nathan supiera de todos mis problemas o ¿sí?
— Creo que no fue buena idea dejarte con Nicholas –río.
— No, claro que no, esto fue mi culpa, él me lo advirtió, pero simplemente se me pasaron las copas.
— Raven, recuérdame no darte de beber –reímos.