No sabía cómo hacerlo, estaba claro que se sentiría horrible, bueno yo me estoy sintiendo terrible, pero tenía que hacerlo y lo haría en este instante. Me acerque a la mesa y me senté con una mueca en mis labios.
— ¿Sucedió algo? –pregunto.
— Si... bueno tendremos que suspender la cita para otro día –apreté los labios y el frunció el ceño.
— ¿Ahora? –subió una ceja.
— Si, ahora es que surgió algo con Pamela y tengo que ir a ayudarla.
— Está bien, vámonos entonces.
Rápidamente puse las cosas en la charola de la comida y el la quito de la mesa y la llevo al bote de la basura.
Subimos al coche con algo de prisa, le di a Nathan el dinero para que pagara el estacionamiento, pues no me había dejado pagar nada, odiaba cuando los chicos se ponían así, pero bueno respetaba su decisión. Me costó algo de trabajo que lo aceptara, pero al final lo hizo.
Nathan fue muy comprensivo, no pregunto nada en el camino y la verdad eso me agradó de él, porque Nathan no era como algunos populares que conocía.
— Nathan, de verdad espero que puedas perdonarme, pero es una urgencia –le mire y él sonrió.
— Tranquila, mientras no sea una emergencia de moda todo está bien –reímos.
— Gracias, por todo, fue una increíble cita.
— Yo diría una de la mejores, aunque al inicio tenías una cara de pocos amigos –dijo y negué con la cabeza.
— Sabes, me encantaría verte en las vacaciones –estruje mi bolso por los nervios.
— Si, también a mí me gustaría estar en una cita contigo –sonrió y yo fruncí el ceño.
— Yo... no dije eso –corte la oración por los nervios y sentí como el calor subía por mis mejillas.
— Claro que sí, pero no con esas palabras –apreté mis labios y mire por la ventana.
Llegamos a mi edificio y Nathan apago el motor, había llegado una hora antes de la supuesta cena.
— Gracias Nathan, nos vemos mañana –suspire.
— Si, mañana en la graduación, ya quiero verte en tu vestido Raven –era yo o hacía mucho calor aquí.
— Sí, yo también, nos vemos –me acerque para darle un beso en la mejilla.
Me rápidamente abrí la puerta y salí casi corriendo del auto, tome las llaves que tenía en el bolso y trate de abrir la puerta, pero justo cuando abrí la puerta, me llamo.
— Hueles a vainilla, ¿sabías? –pregunto desde el interior del auto, rápidamente me agache para verlo.
— Sí, es mi perfume.
— Ten buena noche Raven –se despidió con la mano.
— Igual tu –hice el mismo gesto.
Di media vuelta y abrí la puerta. Con la rapidez que dios me dio en las piernas, cruce la sala y fui directo a la puerta de atrás, salí y vi el carro de Nicholas, rápidamente me subí y desate mi cabello.
— Te vez linda –saludo.
— Gracias –arranco el motor y el auto empezó a moverse.
Nicholas me explico rápidamente el por qué su padre había venido, resulta que los negocios de su empresa están creciendo y la junta con unos socios se haría aquí, así que el señor Parrish aprovecho para poder vernos.
— Lamento haber interrumpido tu cita –apretó los labios y yo sonreí.
— No importa, está bien, aunque estuvo divertido, lo sentí rutinario –dije y el negó con la cabeza.
— ¿Rutinario? –alzó una ceja.
— Si, ya sabes... comida, platica, solo falto la caminata, el helado y el cine.
— Raven, a ti nadie te complace –negó con la cabeza.
— No es eso, solo que quiero cosas diferentes, no quiero lo normal.
Rápidamente entro al estacionamiento del centro comercial y lo mire raro.
— ¿Qué hacemos aquí? –pregunte.
— Es de gala, no puedes ir al restaurante con converse –fruncí la boca.