El viernes había llegado y un camión de mudanza se llevó los muebles de la habitación de Nicholas, yo solo pude llevarme toda mi ropa y unos muebles viejos que teníamos en el sótano, también guarde ahí los botes de pintura, las herramientas que habíamos comprado y algunas otras cosas que nos servirían.
Nicholas y yo acordamos en que llegando a Hanover buscaríamos trabajo... pues aún nos faltarían muebles y también cosas para acondicionar el departamento. El señora Aria nos regaló una batería de cocina, un juego de cubiertos, unas espátulas y sartenes, pues ella estaba muy preocupada en que como íbamos hacer la comida.
El camionero dijo que llegaría a Hanover el lunes, así que estaba perfecto porque nosotros llegaríamos el lunes en la mañana y llegaríamos a hacer una limpieza profunda.
Cuando el camión se llenó de cosas que de seguro necesitaríamos, se puso en marcha, la verdad deseaba que todo saliera bien y que llegarán a tiempo.
— Hola princesa –se escuchó la voz de Nathan y casi asustada lo mire.
— Hola... -mire a ambos lados. –Vamos adentro.
— ¿Por qué?, ¿no te puedo besar aquí? –pregunte y me fije que ningún integrante de la familia Parrish me mirara.
— Solo vamos a dentro.
— Raven... ¿me estas ocultando algo? –pregunto y le cogí la mano. En ese momento no sabía qué hacer.
— Si... pero déjame explicarte adentro –lo jale y lo lleve hacia mi casa.
Entramos a mi habitación y cerré la cortina de mi habitación.
— Nathan, tengo que decirte que... le hecho un favor a Nicholas desde hace meses, pero esta es la parte que no te va a gustar –dije y me senté en mi sillón blanco. –Me pidió fingir ser su novia, sé que no te va agradar eso, pero lo hice porque es mi mejor amigo.
— Raven... ok –dijo sentándose a mi lado. –gracias por decirme. –me dio un beso en la mejilla y yo fruncí el ceño.
Me quedé un poco sorprendida, pero eso me gusto demasiado por qué quiere decir que él no es como los otros novios que tuve y eso me llamó la atención, Nathan al fin y al cabo es una persona comprensiva.
— Pensaba que te ibas a enojar –dije y el me miro desconcertado.
— Raven... yo no puedo molestarme por eso, sé que es broma, además no sé muy bien que tú no estás enamorada de Nicholas –dijo y no pude evitar sentirme mal.
El fin de semana Nathan me llevó al cine, comimos en mis restaurantes favoritos, salimos un rato caminar, pero yo no quería, porque quería pasar el fin de semana con mi madre, pero Nathan fue tan insistente, que le dije a mi mamá que en las vacaciones de verano vendría a verla.
La ropa que ya había lavado ya estaba seca, me puse a plancharla y la deje doblada en mi maleta. Nicholas, mi madre y su familia ya me estaban esperando en el auto, pero sentí raro dejar otra vez Phoenix, pero esta ocasión, había dejado todo vacío, ya no había ni siquiera rastro de que algún día estuve ahí.
Mire las fotos que estaban en las paredes de las escaleras, había desde que era un bebé hasta la última foto familiar, donde mi papá estaba abrazando a mamá y mamá me abraza a mí, sonríe amargamente, extrañaría tanto mi casa y a mi madre.
Mi madre me dio un abrazo antes de que subieramos al carro y al cerrar la puerta, observe el árbol que conectaba la casa de Nicholas con la mía, otra vez ese árbol vería un momento importante para nosotros.
Al llegar al aeropuerto el padre de Nicholas nos dio unos papeles, uno era el contrato y otro el reglamento, el cual dijo que le leyera a Nicholas repetidas veces, todos nos reímos. También nos dijo que la grúa llegaría el martes con los carros y eso nos hizo sentir aliviados. Después llegó el tiempo de las despedidas, mi madre, la mamá de Nicholas y Julianne estaban con sus ojos humedecidos, todos nos desearon buena suerte y luego de eso anunciaron el vuelo por el altavoz.