— Mucho gusto, señora Wilson. Soy William Fairchild –mi mamá sin dudar dos veces estrechó su mano. Le dio una mirada que yo conocía perfectamente y era cuando trataba de reconocer a alguien.
— ¿Fairchild?, los de Kensington –William frunció el ceño y después sonrió.
— Sí, mi familia siempre ha vivido ahí. ¿Usted los conoce? –pregunto y mi mamá sonrió como gato rizón.
— Era la mejor amiga de Alice, me imagino que ha de ser tu tía o algo parecido –dijo y William la miró sorprendido.
— ¡Sí!, mi tía Alice siempre hablaba de su amiga Ginette, mire el mundo es tan pequeño –mi madre sonrió y yo los mire confundida.
— Tu padre es Dominic, porque te pareces muchísimo a él de joven –dijo y William asintió.
— Veo que conoce a mi familia –dijo y señaló las sillas para invitarnos a sentar.
— Si, tu tía estudio conmigo en Paris, pero cuando me fui perdí el contacto. Me gustaría que me dirás su número, me encantaría volver hablar con ella – mi madre abrió su silla y se sentó. William se acercó a la mía y la abrió, después de sentarme me acerco a la mesa delicadamente, solo me guiño el ojo y se sentó.
— Si, si quiere se lo doy ahora mismo –metió su mano en su bolsillo del saco para sacar su teléfono y mi mamá se emocionó.
— Gracias William, quien diría que el sobrino de mi amiga fuera el jefe de mi hija. –William me miró y sonrió.
— El mundo es muy pequeño señora. Lo bueno es que ahora podrá contratar a su amiga –dijo y mi mamá asintió.
— Exactamente... y William, ¿Qué piensas de Raven?, ¿es una buena alumna? –pregunto y le mire mal. El calor empezó a subir por mis mejillas.
— Creo que es una chica brillante, le gusta su trabajo y le encanta lo que hace. Es una excelente alumna, la verdad sus calificaciones son intachables –dijo y mi mamá sonrió.
— Gracias William, es que mi hija no me cuenta mucho de su vida –gire los ojos y William río.
— Mamá, si te cuento, pero no todo –dije incomoda.
— No se preocupe señora, la vigilo de cerca –miré a William y sentí como el aire se me iba de mis pulmones.
La cena estuvo estupenda, mi mamá y yo le habíamos platicado de nuestras aventuras y William no paro de reír en ningún momento, también él nos contó como su vida de universitario había sido difícil y nos contó de que su compañero de cuarto ¡tenía una tarántula!, literal yo le dije que ni loca me hubiera quedado en ese cuarto y menos con una araña.
Les tenía cierto pavor a las arañas, nos las odiaba, lo que pasaba es que me daban terror, de tan solo pensar que tiene ocho patas, las cuales si se te llega a subir te estarían tocando y sus ocho ojos, no, no y no, me dan ganas de rascarme como si no hubiera fin. La verdad es que ya he aprendido a vivir con esa fobia, pero fue a muy mala gana.
— Gracias por la cena –dijo William, ya que mi mamá no dejo que pagáramos ninguno de los dos la cena.
— De nada William, creo que se merecían un pequeño descanso. Raven me dijo que están con tres casos encima –sobo su frente con su mano y me miro.
— De hecho ya son cuatro. Gracias, tiene razón, respirar hace bien. –mi madre me apretó la mano y yo le sonreí.
— Gracias mamá –dije y ella negó con la cabeza. –Bueno ya tenemos que irnos, debo de dejar a mi mamá al aeropuerto.
— Claro, claro –dijo William levantándose y ofreciendo su mano para levantar a mi mamá.
— ¿Quieres acompañarnos? –pregunto mi mamá mientras se apoyaba de la mano de William para levantarse.
— Mamá, de seguro William tiene que ver los papeles de la firma – me levante como un resorte y mire a William, quien al incomodarse apartó la mirada.