Cuando mi tía Suzanne vio a mi papá pensaba que la tercera guerra mundial empezaría, pero no simplemente se abrazaron.
— Suzanne –la llamo y mi tía lo miro seria –Perdóname por todo lo que pasó...
— No te disculpes hermano, todo olvidado. ¡Nicholas!, que guapo estas hoy –dijo y me abrazo.
— Gracias tía, tú también te ves magnifica, ¿Cómo estuvo el vuelo? –pregunte y ella rodó los ojos.
— Horrible, la turbulencia me hizo casi vomitar, pero aquí estoy, completamente entera.
— Bueno pues vamos –dije y mi papá y yo cargamos sus maletas.
Al llegar al departamento mi mamá estaba sentada mirando por la ventana y mi hermana ni siquiera estaba. No sé dónde diablos está Cassidy.
(Raven Wilson)
Compre un hermoso vestido de terciopelo rojo hacía una semana, me había costado el doble de mi sueldo, pero siendo sinceros valió demasiado la pena, mis curvas resaltan y mi cara se veía un poco más alegre. Mi mamá estaba planchando mi cabello y sentía que en cualquier minuto me iba a quemar.
— Te estás viendo hermosa hija. Recuerdo cuando en los días de escuela te sentaba en el comedor y te peinaba –dijo y yo sonreí.
— Odiaba las colas de caballo.
— Lo sé, pero en la escuela me pedían que te llevará peinada –en eso dejó la plancha a un lado y la desconecto. –listo.
— Gracias mamá. ¡Dios me veo extraña! –dije y ella rio.
— Te ves bien y mejor ven, porque sé que te arrepentirás –me tomo de la mano y me llevo a fuera de la habitación.
Ella revisó por último la cena y empezó a calentar agua para un café.
— ¿Qué piensas de William? –pregunte.
— Que puedo decir... creo que es un buen chico, pero... ¿Qué piensas tú? –me miró y apretó los labios.
— Creo que es la persona más maravillosa que he conocido, pero por alguna extraña razón, sigo extrañando a Nicholas –respondí y suspire. Odiaba confesarlo, pero yo seguía sin superar a Nicholas.
— Hija, eso es obvio. El primer amor jamás se olvida y menos si lo ves siempre –me sonrió y asentí.
— Pienso irme a Nueva York. Quiero alejarme de aquí e irme con William. No quiero quedarme y ver cómo hace su vida con Cassidy –ella me miró con tristeza y se acercó a mí.
— ¿Por qué no regresas a Phoenix? –pregunto.
— Mamá, no creo que William quiera irse a un lugar donde no hay muchas cosas y además hace un calor del infierno. El viene de Inglaterra.
— Entonces, ¿lo tuyo con William es muy formal? –pregunto y yo asentí.
— Lo amo, de verdad. Quiero conocerlo a fondo, porque por fin siento eso o esa... no sé, es algo que no puedo explicarlo. Lo amo.
Todo lo que había dicho era verdad, lo que sentía por William era raro, pero tan bueno que me hacía volar. Mi mamá siempre ha dicho que el primer amor no se olvida y eso es lo que más me puede doler, ¿pero cómo olvidar una amistad de años?, no lo sabía, pero la vida tal cual la veía no volverá a ser igual.
El timbre de la puerta sonó, me levante del sillón y caminando a paso rápido abrí la puerta. William estaba ahí parado con muchas bolsas en la mano, pero en eso una persona estaba detrás de él.
— Hola mi vida –dijo y me dejo un beso en los labios. Confundida le respondí el beso y él sonrió. –Quiero presentarte a alguien, ¿puedes llamar a tu mamá? –asentí.
— Mamá, ¿puedes venir? –pregunte y abrí más la puerta.
— ¿Quién es Raven? –pero en eso se quedó helada y después abrió demasiado los ojos. – ¡Alice Fairchild!
La señora Alice entro y vaya que se veía joven, mucho más joven que mi mamá. Mi mamá se fue casi corriendo abrazar a la señora Alice.
Mire a William y le deje pasar, para que pudiera dejar las bolsas en la cocina. Mi mamá empezó hablar en francés con la señora Alice, como yo hacía tiempo que no practicaba el francés, no les entendí mucho.
— Gracias por traerla –le agradecí y el rio.
— Mi tía fue la que quiso venir, yo solo la traje. Perdona por no avisar...
— William, no tienes por qué pedir permiso, esta es tu casa –dije y él me abrazo.
— Mi vida eres perfecta ¿sabías? –me dejo un beso en la frente y no evite sonreír.
— Claro que lo sé, siempre me lo dices –ya me había pegado algo de su egocentrismo.
— ¡Raven! ¡Ven aquí hija! –exclamó mi mamá.
— Ya voy –William tomó mi mano y me guío hacia la sala.
La señora Alice tenía el cabello negro azabache, los mismos ojos azules que tiene William los tenía ella, su parecido era extraordinario. Al verme la señora extendió su mano y yo sin dudar dos veces le salude.
— Raven, Ginette me ha hablado maravillosas cosas de ti. Pero mírala, es igual que tú de joven, exactamente igual –mis mejillas empezaron arder y William me abrazo la espalda.
— Gracias señora, mi madre siempre me hablaba de usted –dije y ella sonrío.
— Por favor llámame Alice, no soy tan grande –dijo y no evite sonreír por el nerviosismo.