Enamorándome del lobo

3


 


 


 


 


 


 


 

Tenía encima a Paige, así se llama ésta, me di cuenta por como gritaban su nombre apoyándola. Se podría decir que el alboroto hizo que todos los que estaban en la cafetería vinieran a ver la pelea. Tiré de su cabello fuertemente haciendo que pegara un grito ahogado. Hice un movimiento rápido y ahora yo era la que estaba encima de ella. La tenía del cuello, no sé pero cuándo me enojo mucho no me puedo controlar.


 

—¡Suéltame...! —chilló ella, mientras con sus manos tiraba de mis cabellos. Estábamos igual, si ella no me soltaba yo tampoco.


 

—Te enseñaré a respetar. —espeté entre dientes.


 

Unos brazos me rodearon por la cintura haciendo que soltara a Paige.


 

—¡Suéltame! —pataleé.


 

Pero no me soltaba, me tenía agarrada.


 

Miré cómo el chico del auto auxiliaba a Paige, mientras ella lloraba sobándoce el cuello.


 

De pronto escuchamos sonar un silbato muy alto que casi nos dejaban sordos. Se hizo un absoluto silencio. La directora venía echando humo. Oh, no. Creo que estoy en problemas.


 

—¿Qué pasa aquí? —preguntó con voz autoritaria. Luego nos miró a ambas. —Esto no es un ring de boxeo para que se estén dando golpes a mitad del pasillo.


 

Miré a Paige, ella me estaba mirando. Había furia en sus ojos, demasiada, juraría que los veía negros, mucho más de lo normal. Ella miró mi desconcierto y dibujó una sonrisa maligna que me causó escalofríos.


 

—Ustedes dos, —señaló al chico que me sujetaba y al otro que tenía a Paige, que por cierto parecía furioso, pero no me miraba a mí, miraba en dónde el chico me tenía agarrada. —Tráiganlas a mi oficina. —ordenó y dio media vuelta.


 

Los demás alumnos volvieron a la cafetería hasta que sólo quedamos los cuatro en el pasillo. Forcejeé para que el chico me soltara hasta que lo hizo. Me giré para verlo y me acomodé el cabello.


 

Era guapo, alto, tenía un muy buen cuerpo y por lo que pude sentir es fuerte. Usaba una camiseta color verde y unos vaqueros negros. Su cabello estaba entre despeinado y revuelto, algo así como si se lo hubiera estado desarreglando él mismo. Lo miré a los ojos, también tenía una mirada muy profunda. ¿Qué pasa en este pueblo?


 

—Ven, tenemos que ir a la oficina de la directora. —tomó mi brazo, delicadamente. Lo aparté de inmediato.


 

Escuchaba lloriquear a Paige. El chico no le ponía demasiada atención. Caminé, adelantándome, hacia la dirección. Poco después escuché pasos detrás de mí, y el chico que me separó se posicionó a la par mía.


 

—No te había visto por aquí, ¿eres nueva? —preguntó, sonriendo.


 

—Otro... —murmuré más para mí. Joder, es obvio que soy nueva.


 

—Disculpa, no escuché. —objetó, acercándose un poco, poniendo su mano en la oreja.


 

Respiré profundo.


 

—Sí, soy nueva. —respondí. —Me llamo Carolina, por cierto.


 

Él sonrió.


 

—Soy Connor. —estrechó su mano. La tomé.


 

Llegamos a la dirección y me senté en una silla, Paige se sentó en otra a la par mía. Connor y el otro chico, que todavía no sé como se llama, estaban de pié.


 

—Muy bien, Señoritas, ¿porqué ha sido el pleito? —preguntó, tratando de no sonar alterada.


 

—Ella comenzó... —dijimos las dos al unísono.


 

Me enojé más.


 

—Ella me pasó empujando cuando ibamos por el pasillo y después me bofeteó sin tener motivos. —le dijo Paige.


 

Abrí mi boca del asombro. Qué mentirosa.


 

—Eso no es cierto, —le dije a la directora—Que mentirosa eres. —miré a Paige.


 

La directora resopló.


 

—¿Saben qué? Como ninguna me va a decir la verdad, yo misma lo averiguaré. —se dio la vuelta y tecleó algo en su computadora, de ella salieron unos cuadros como cámaras de seguridad. —Con estas nuevas cámaras ahora sí pondré orden en la escuela.


 

Salió la imagen del  pasillo en que estábamos nosotras, la atrasó a la hora que tocaron la campanilla y la dejó. Se miró que los chicos estaban saliendo, luego me miré a mí con Anne, se miró donde Paige la empujó, yo la defendí, ella me cacheteó, le respondí y bueno... La pelea.


 

La directora apagó la computadora y nos miró.


 

—Su primer día, Señorita Lane. —me miró—. Serán suspendidas por hoy.


 

¡¿Qué?!


 

Mi mamá va a matarme.


 

—¡Pero, Señora Directora...! —chilló Paige.


 

Ella la cayó.


 

Yo no dije nada... ¿Y qué esperaba? ¿Que me dieran un premio?


 

Bufé.


 

—Kayler, —se dirigió al chico detrás de Paige. Con que se llama Kayler. —Lleva a Carolina a su casa, tengo entendido que son vecinos. Cuidala, ¿quieres?


 

¿Qué?


 

Hay, no. No puede ser.


 

—Connor, llevate a Paige. —finalizó ella y nos señaló la salida.


 

Me levanté a paso rápido y salí casi corriendo de allí, si tenía suerte podía escapar de Kayler y irme caminando yo sola. No quiero estar sola con él en un auto, me intimida, su mirada intensa hace que me olvide de todo y provoca muchas cosas en mi que, sinceramente, no quiero lidiar con eso ahora.


 

Conozco a los chicos como Kayler, arrogantes, manipuladores, celosos, mujeriegos. Me imagino que Paige es su novia. Todavía se atrevió a decir esa estúpida que ella y él son los que mandan en ésta escuela. Son ridículos.


 

Iba saliendo de la escuela cuando unos brazos me detuvieron, su agarre era fuerte, pero no para hacerme daño.



#81 en Thriller
#30 en Suspenso
#168 en Fantasía

En el texto hay: hombres lobo, romance, amor

Editado: 27.11.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.