Enamorándome del lobo

32

  KAYLER.

     Salí a la misma hora de siempre de la casa de Carolina, no quería dejarla, algo me decía que tenía que estar con ella, pero tengo que arreglar esto primero, solo así la mantendría a salvo. Llegué a mi casa a eso de las 7:00 am. Papá estaba desayunando, junto con los demás de la manana, les di una mirada rápida y me dirigí a la cocina, ahí estaba Flor, la cocinera, también es la que me crío cuando mamá murió.

  —Hola, —me sonrió, como siempre caminaba alegre. La única llena de vida en este lugar.

  —¿Qué ha pasado? —pregunté, cogiendo una manzana.

  Negó con la cabeza, mientras cocinaba unos huevos.

  —Nada nuevo, está a como lo dejaste. —respondió, sacando los huevos y poniéndolos en un plato.

  La casa ya estaba limpia, a diferencia de como la hubieran dejado anoche, lo está. No pude ir a la ceremonia de Greg, ya le explicaré el porqué.

  —Te noto preocupado, —comentó, cruzandose de brazos. —Sé como te sientes.

  La miré.

  —Tienes miedo de que ella se entere, ¿cierto? —inquirió—Miedo de que no lo soporte y te deje.

  Apreté los puños, eso no pasara, ella es mía, solo mía.

  —Tienes que aprender a controlarte, Kayler —murmuró—Sabes que lo que tienes es como tener poderes, sé que todos los de aquí también lo tienen, pero tú, Kayler, eres más especial. Y como los poderes, tienes que aprender a controlar eso que llevas dentro.

  Relajé los hombros, ya sabía a qué se refería, a veces cuando estoy bajo mucha presión no puedo controlarme y puedo hacer mucho daño, como cuando estoy con Carolina y ella me hace enojar, puedo observar en sus ojos el miedo que siente cada que mis ojos se oscurecen más. Lo he podido notar. Intento calmarme, ella es la única que me puede calmar, a como también me hace enojar.

  —Lo sé. —susurré, dejando la manzana en el canasto.

  —Lo que se te ha dado es un lindo poder, un don especial, eres un Hombre Lobo, lo sé, pero puedes hacer más cosas que un Hombre Lobo común, eres más fuerte, puedes hacer lo que sea. —se acercó a mí—Esa fue la magia de la Luna Azul, tu mamá y tú papá te mordieron bajo esa luna azul, los dos te transfirieron su fuerza, su inteligencia. Muchos quisieran ser como tú. —me sobó el hombro y me dio un pequeño abrazo.

  —Gracias. —le dije.

  Siempre hacía que me sintiera bien, más tranquilo, era como una segunda mamá.

  Se separó.

  —Quisiera conocer a Carolina, a ver cuando la traes. —cogió los huevos y se los llevó al comedor, en donde estaban todos.

  Tengo que ir allí, explicarle a papá porqué no asistí a la ceremonia de Greg, espero que me entienda, a veces es un padre comprensivo, y a veces no. Salí a la sala y todas las miradas se pusieron en mí. Apolo estaba allí.

  —Kayler, ven a desayunar con nosotros. —mi padre señaló la silla frente a él, para que me sentara. Eso hice. —Apolo me ha dicho algo acerca de Paige, supe que traicionó a su manada porque no la quisieron apoyar. Ahora está creando una nueva. —me miró.

  Lo supuse.

  —Y sé a quién le quiere hacer daño. —murmuré, siendo lo más obvio.

  Asintió.

  —No sé qué le diste a Paige para que esté tan loca por ti, Kayler. —dijo, riendo.

  —De todas formas la encontraré. —me puse de pié. —Y, padre, si Paige se resiste a mí... No lo pensaré dos veces, la asesinaré.

  Paige se lo buscó, prefiero prevenir antes que esa loca le haga daño a Carolina.

  —Como quieras. —aceptó él—Es tú decisión y la entiendo. Harás lo que sea para proteger a Carolina. Estamos contigo.

  Asentí con la cabeza y caminé a paso rápido a mi habitación, tenía que empacar lo necesario para ir a pasar estos días con Carolina, tenía que estar con ella. Hoy en la madrugada que salí de su casa no quería hacerlo, algo me decía que no estábamos solos, en el bosque creí olfatear su olor, pero luego lo perdí. No sé qué estará planeando, pero sea lo que sea no es nada bueno.

  CAROLINA.

     Caminé en dirección al bosque, estaba nublado y parecía que iba a llover, como anoche, tal parece que aquí nunca es verano. Seguí adentrándome en el bosque, sabía que ella andaba por aquí, me sentía observada, espero que no sean los lobos, cuando decidí venir aquí no pensé en ellos, simplemente me adentré y ya.

  Me detuve en seco al escuchar un ruido detrás de mí. No me volteé, me quedé quieta, rezando para que no sea un lobo, sino la persona que estoy buscando.

  —Tal parece que no tienes miedo. —murmuró esa voz tan molesta.

  Sonreí victoriosa y me di la vuelta.

  Oh, Dios, se miraba fatal. Pobre. La ruptura con Kayler sí que le afectó mucho ¿me siento culpable? Ah, no.

  —Vaya, te ves fatal. —me crucé de brazos.

  Hizo una mala cara pero luego sonrió.

  —No pensé que me ibas a hacer las cosas tan fáciles. —murmuró—Creí que habría mas acción... Pero al parecer eres tan tonta como para venir al bosque, sirviéndoteme en bandeja de plata. —aplaudió, riéndose.

  Si supieras, estúpida.

  —¿Vas a matarme? —le pregunté, dando un paso hacia adelante.

  Elevó una ceja en respuesta que sí.

  —Bueno, —dije, lo más relajada posbile—Antes de morir no te parece que merezco una explicación de lo que pasa aquí. La verdad. —inquirí.

  Se quedó pensativa un momento y luego achicó los ojos, examinándome.

  —No te mereces nada, Carolina, pero como sé que eso te destrozará tu pobre y frágil corazoncito, con gusto lo haré. —se burló.

  Me quedé callada para que prosiguiera.

  —Antes de que tú vinieras Kayler y yo teníamos una linda relación, nos amabamos —me miró al decir eso último, no pude evitar sentir algo en mi pecho. Pero es Paige. Eso es mentira. —Eramos un buen equipo, todos juntos, caminando por la noche cerca del lago... Tomados de la mano.

  Rodé los ojos, eso no es lo que quiero saber.

  —¿Puedes omitir esa parte? —espeté.

  Se carcajeó.



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En el texto hay: hombres lobo, romance, amor

Editado: 27.11.2023

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