Cogí mi mochila y me apresuré a salir de mi habitación, le había dicho a mamá que hoy me iría con ella, le sorprendió mucho que hoy no me fuera con Kayler pero no preguntó más. Bajé a la sala y la miré que estaba terminando de tomar su café.
—¿Terminarás pronto? Se hace tarde —le dije.
A las 7:00 Kayler me estaría esperando en el campo de fútbol para decirme algunas cosas. No sé qué vaya a pasar hoy y Anne ni siquera me llamó para darme alguna razón o algo, me imagino que está devastada igual que lo estuve yo.
—¿Tan temprano? Faltan veinte minutos para las siete —replicó, mirando su reloj.
Sí, eso se dilata en llegar a la escuela.
—Lo sé, má, lo que pasa es que tengo que hacer al... —me detuve en seco al ver el auto de Kayler aparecer—...go—terminé la palabra.
Mamá también miró por la ventana y sonrió.
—Justo a tiempo. —murmuró—Ya no te atrasarás. —sonrió.
La miré fulminándola con la mirada y salí en dirección donde Kayler. Estaba saliendo del auto y se apoyó en la puerta de éste, con esa sonrisa de siempre en su cara, aquella irritante.
—¿Se puede saber qué haces aquí? —me mofé.
—¿No es obvio? —respondió sin más.
—Creí que habíamos quedado en algo. —le recordé, dándole una mirada llena de reproche.
Asintió con pereza.
—Y yo creí que sabías que no soy de los que obedecen. —abrió su puerta—Ahora sube.
Enarqué las cejas, ¿ahora me manda? No pues qué bonito. Miré el auto de Connor que estaba parqueado al lado, ni siquera lo vino a traer, en todo caso tengo sus llaves bien guardadas por si viene algún día. Pero ¿porqué no irme en él? Así no tendría que llegar con Kayler y ahí nomas se lo entrego al dueño. No es una mala idea.
—¿En qué piensas, Luna? —preguntó desde el auto. Le sonreí con malicia, sé que esto que le voy a decir lo va a enfurecer. ¿ Y cómo me ha llamado? ¿Luna? Sacudí la cabeza y me dirigí donde él.
—Kayler, me temo que no me podré ir contigo. —le dije, sonriendo—Porque me voy a ir en el auto de Connor. —saqué las llaves del bolsillo de mi abrigo y se las puse casi en su cara.
Él las miró y apretó su mandíbula.
—No harás eso —sentenció.
—¿Quién me lo va a impedir? ¿tú? —le di una última sonrisa y me encaminé al auto de Connor en modo triunfante.
En ese instante escuché la puerta del auto cerrarse. Giré mi cabeza y me apresuré a correr al ver que Kayler venía donde mí a paso rápido. Llegué a la puerta del auto y quise meter la llave pero por las prisas ya no pude. Solo sentí que alguien me cogió de la cintura y me elevó en los aires, en dirección a su auto.
—¡Kayler no me puedes hacer esto!—pataleé.
—Claro que sí puedo, solo mira cómo lo estoy haciendo. —abrió la puerta de su auto y me adentró a él, poniéndome el cinturón.
—Te odio —le dije, mirando al frente.
Acabó de ponerme el cinturón y me quedó viendo, podía percibir una sonrisa de su parte.
—Ambos sabemos que no es cierto.
Y cerró la puerta del copiloto, rodeando el auto y sentándose en su lugar, arrancó y emprendimos viaje a la preparatoria.
Todo el camino la pase ceñuda, habíamos llegado a la preparatoria, aún era temprano por lo que no había nadie. Bajé del auto, Kayler hizo lo mismo, lo seguí en todo el camino hasta llegar al campo de fútbol. Todo estaba solitario, se apoyó en la cancha y metió sus manos en sus bolsillos de su abrigo. El día de hoy estaba, como de costumbre, nublado, el invierno estaba llegando y me habían dicho que en ésta parte del país nevaba.
Hoy amenazaba con llover, podía ver en el cielo uno que otro relámpago.
—¿Y bien? Aquí estoy, pregunta lo que quieras. —me dijo con total calma.
Lo miré, era mi oportunidad para saber lo del Diario, si el sabía quién mató a Scott, y otras cosas más.
—Ayer me dijiste que habías asesinado a personas —comenté, sintiendo una opresión en el pecho—. Quiero saber cuántas, ¿eran inocentes? ¿son de ésta escuela? —pregunté.
Quizá él sabía donde estaba la llave del Diario de Scott.
—Carolina, soy un lobo, he tenido peleas, enfrentamientos con otros hombres lobo, que obviamente eran personas —contestó, pero algo me decía que no me estaba diciendo todo.
Achiqué los ojos y lo analicé, mientras un relámpago hacía acto de presencia en el cielo, iluminando todo. Me asustó. Al segundo un trueno sonó. Me concentré en Kayler.
—¿Te dan miedo los rayos, Luna? —inquirió intentando no reír.
Fruncí el ceño, mientras me abanicaba con la mano.
—Claro que no —respondí, desviando la mirada. —No intentes cambiar de tema, Brown, y dime de una vez qué más escondes.
Ocultó una sonrisa y elevó las manos en forma de paz. Ni siquera se le ve nervioso ni nada, está como si nada, más irritante que nunca. El viento que empezaba a estar más fuerte hacía que su pelo se despeinara más de lo normal haciéndole ver más sexy que de costumbre. Creo que lo estoy viendo en cámara lenta.
—Sé que soy irresistible pero por favor no babees —se burló.
Rodé los ojos.
—¡Hay, por favor! No te creas tanto. —me crucé de brazos.
Me quité la mochila y la puse en el césped, poniéndome de rodillas para poder abrirla y sacar el diario. Lo coloqué detrás de mí y me volví a poner de pié.
—Te miras demasiado atractiva jugando a la detective.
Ya me tiene harta con sus burlas. Algo me dice que hemos vuelto al pasado, en donde lo odiaba y él era... Así. Ya extrañaba esto.
—No seas chistosito —espeté— Dime se una vez...—saqué el diario y se lo mostré—¿Conoces ésto?.
Pude notar como su mirada se oscureció, poniéndose rígido. Otro relámpago hizo su aparición y yo estaba rezando por volver adentro. Las clases estarían apunto de empezar.
—¿De dónde lo sacaste? —preguntó.
—Ah, pues da la casualidad que vivo en la misma casa que él vivía, en dónde tenemos un sótano el cuál está llenos de cosas de él. —espeté.
Editado: 27.11.2023