Enamorándome del lobo

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     Me quedé quieta, escuchando las palabras de Will ¿iba a venir? ¿Carla y Vanesa también? No puedo creerlo, y justo ahora ¿porqué mamá los llamó? Tendré que hablar muy seriamente con ella, odio que no consulten una decisión como ésta conmigo.

  —¿Carolina, estás ahí? —la voz de Will me sacó de mis pensamientos.

  —Sí, —susurré, caminando hacia el auto de Anne y sentándome en el asiento del copiloto.

  Anne encendió el auto.

  —Viajamos casi todo el día, joder, sí que es largo donde vives, pero ya estamos cerca. Creo que llegaremos para el anochecer.

  Tragué grueso.

  —Claro, aquí los espero.

  Corté.

  En este preciso momento no estoy para recibir visitas, pero son mis amigos, no les puedo decir que no. Tendré que dejar mis planes de lado y recibirlos con la mejor de mis sonrisas.

  —¿Era Kayler? —preguntó Anne. Ya estábamos saliendo del pueblo, buscando el camino a mi casa.

  —No, —contesté de inmediato, mirando por la ventanilla. —Era Will. Mamá los invitó a pasar la semana aquí y están por llegar.

  —Wow, eso es increíble —musitó. La miré mal—. Digo, es repentino, justo ahora con todo lo que está pasando —se retractó.

  Respiré profundo mirando el camino. Me acordé de Kayler, de esa chica que llegó hoy, ni siquera se molestó en decirme quién era, qué significaba para él, me dejó pensando cualquier cosa, sabiendo cómo soy.

  —No me imagino cómo se pondrá Kayler, con lo que pasó hace rato en Jhonson. No le gustará para nada. Y menos si duerme en tu casa. —dijo, y no me está ayudando en nada, en serio.

  —Anne, eso no ayuda. Además, él está con Alexa y no le reclamé ni nada. —me encogí de hombros, restándole importancia.

  —Alejandra —corrigió.

  Abrí la boca para decirle algo pero luego la cerré, no quería discutir.

  ***

  Al llegar a casa lo primero que hice es dejarme caer en el sofá, Anne se había ido diciendo que nos veíamos mañana en el colegio y que llevara a los chicos a conocer la preparatoria y la ciudad, que después del colegio podríamos venir aquí y bañarnos en el lago para después, en la noche, hacer una fogata y estar todos juntos platicando de cualquier tontería. Creo que ella ya lo planeó todo muy bien. De todas formas no suena tan mal.

  Me puse de pié y me dirigí a la cocina, abrí la nevera y saqué un jugo de caja, bebí dos sorbos y cerré la puerta. Pegué un grito ahogado al ver a Kayler de brazos cruzados arrecostado en la pared. Siempre me asusta.

  —¡Me asustaste! —chillé. Ocultó una sonrisa—. ¿No sabes que no hay que asustar a una chica que acaba de ingerir algo? —repliqué.

  —Ahora sí. —respondió y se acercó a mí. De inmediato me puse nerviosa. Llevaba unos vaqueros negros y su típica chaqueta negra. ¿Es que no puede usar otro color que no sea blanco o negro?.

  —¿Cómo entraste? —cuestioné, dando un paso hacia atrás.

  —La puerta estaba abierta —respondió—. Y tú y yo tenemos que hablar.

  Me tensé de inmediato.

  —Sí, me parece bien... Empezando por Alejandra, por ejemplo —me arrepentí al segundo de haber dicho eso. Va a pensar que estoy celosa y no quiero que piense eso.

  —Como quieras —sonrió juguetón y satisfecho, como que sabía que iba a preguntar eso—. Quiero a Alejandra. Es muy importante para mí.

  Sentí algo dentro de mí, como algo apunto de romperse. Parpadeé varias veces y lo miré directo a los ojos. Oculté el nudo en mi estómago y abrí la boca para decirle algo, pero de pronto las palabras no querían salir de mi boca.

  —Q-que bien. —tartamudeé.

  Su sonrisa se hizo más ancha.

  —¿Sabes porqué? —cuestionó.

  —No y no me interesa —aparté la cara.

  Kayler elevó mi barbilla para que lo mirara.

  —Alejandra es mi hermana, Carolina —confesó.

  Sentí algo parecido a alivio y a confusión ¿hermana? Entonces ¿dónde ha estado todo este tiempo? Noté como sonreía, entonces di pasos hacia la sala, él me siguió.

  —¿No dirás nada? —preguntó.

  Me senté en el sofá a pensar.

  Su hermana. Y yo me porté tan mal.

  —No tengo nada para decir —respondí. La verdad estaba con un poco de mal humor. Éste día ha sido tan pesado y aún no termina.

  —Pues yo sí tengo algo para decir. —se sentó a la par mía—. No vuelvas a dejar que el imbécil de Connor se te acerque, y mucho menos que... —apretó los labios—. Te bese.

  Lo miré mal. No respondí. Estaba demasiado pensativa como para aguantar un ataque de celos, primero ¿porqué mamá llamó a Will y a las chicas para que vinieran? Segundo ¿porqué ellos perderían una semana de clase para estar conmigo? Y tercero ¿porqué no me dijo nada? Siempre me consultaba las cosas pero hoy fue diferente.

  Mi teléfono vibró en señal de que tenía un mensaje. Noté que Kayler me miraba como tratando de averiguar mis expresiones. Saqué el móvil y leí el mensaje:

  De: Privado.

  ¿Sola en casa, Carolina? Creo que es hora de actuar, ya que no hiciste caso a lo que ordené.

  Este mensaje solo podía de ser de alguien. Paige.

  —¿Quién era?

  —Tu ex. —le dije y le entregué el celular para que lo leyera personalmente.

  En cuánto dejó de leerlo se puso rígido y enojado.

  —¿Dónde ha ido tu mamá? —cuestionó dándome el celular y poniéndose de pié.

  —No lo sé. No he recibido ni una llamada de ella —musité. Era cierto y me estaba empezando a preocupar. En eso mi celular volvió a vibrar anunciando otro mensaje.

  Era de mamá:

  Carolina, he tenido que asistir a una reunión fuera de la ciudad, fue de imprevisto, solo serán de dos días, el viernes llego. Ah, he llamado a Will, Vanesa y Carla para que pasen la semana juntos, me siento más tranquila si estas acompañada. No hagan nada ilegal. Por cierto, voy con Mike. ;)

  Alcé las cejas al terminar de leer el mensaje ¿que significa esa carita? Algo huele mal.

  —¿Qué, quién era? —se arrodilló frente a mí.



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En el texto hay: hombres lobo, romance, amor

Editado: 27.11.2023

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