Enamorándome del lobo

Extra 2

CAROLINA


 


 

   Lo puedo sentir.

Ese sabor espeso cayendo de su cuello, goteando, haciendo ese sonido peculiar en el piso. Es sangre. Y por dentro siento que tengo muchísima hambre.


 

—¿Carolina?


 

Salí de mis pensamientos y volteé a ver a Anne, estábamos en la clase de ética mirando una película, el suplente del maestro Gilbert al parecer era un poco flojo. Apenas y me estaba reponiendo de casi morir la semana pasada en manos de Paige la loca. Y ahora con mi parte loba... se me hace todo más difícil.


 

—Estoy poniendo atención.


 

En la pequeña pantalla se proyectaba una película sangrienta, mientras que movía mi pierna de arriba abajo esperando que sonara el timbre. En parte me sentía bien, sentía que esto de Paige y sus secuaces ya había terminado al fin. Que dejaría de torturarme siempre y que podría tener una relación en paz con Kayler.


 

Hablando del Rey de roma...


 

En la puerta se aparece mi novio, lleva su típica vestimenta negra de siempre, tan guapo. Me hace seña de que salga. Miré al profesor Train, estaba profundamente dormido.


 

Asentí mientras tomaba mis cosas con preocupación y salí del aula sin hacer ruido. Luego vería a Anne, ahora quería estar con mi novio.


 

—¿A donde vamos? —le pregunté, tomándolo de la mano.


 

—Shh ya verás —corrimos por los pasillos hasta adentrarnos a los baños. Kayler cerró con seguro por dentro y se abalanzó a besarme. Ahora que era mujer loba sentía más fuerza y unas ganas incontrolables de poder ser de Kayler... ya sabes, la primera vez. Estaba tan nerviosa, aún no se ha dado y sé que en cualquier momento ocurrirá porque ambos lo queremos, lo deseamos.


 

—La mañana se me ha hecho eterna —susurró entre el beso. Me tomó de las nalgas y me elevó hacia el lavado, de manera brusca, y sonará raro pero eso me prendió mucho más. No sé qué me pasa pero estoy más... atrevida.


 

Besar a Kayler Brown era lo único que me calmaba la sed, el hambre que sentía a veces. Me acarició la espalda con una mano mientras que con la otra me recorría un pecho. Me sentía nerviosa, jamás nadie me había tocado así, ni siquiera cuando era novia de Will, pero con Kayler era todo diferente, sentía que el y yo estábamos hechos el uno para el otro. Que éramos uno solo. Algo así como cuando te sientes triste y el también, compartimos los mismos sentimientos.


 

—Puede venir alguien —le dije entre jadeos. Estaba jadeante. Nos separamos un poco, pude ver la mirada de Kayler: oscura, penetrante. Esos ojos negros estaban aún más, como cuando la primera vez que lo vi, como cuando se enojaba y perdía el control. Eso era... ¿estaba perdiendo el control por mi? Mordí mi labio inferior un poco apenada.


 

—¿Puedes escuchar lo que pienso?


 

—Tranquila, solo pasa cuando quieres que pase. No es como que escuche todo. —se acercó a mi oído— Sin embargo puedo sentir otra cosa —lo sentí olerme, su respiración me hacía cosquillas y no pude evitar reír. Eso no será nada excitante de mi parte. Tonta que soy.


 

—Lo siento. —aclaré no garganta y me puse seria—¿Qué puedes sentir?


 

—Siento que también me deseas.


 

—Kayler... —susurré— Claro que te deseo.


 

Me miró unos segundos para después besarme con tanta pasión y salvajismo a la vez. Rompió mi camisa de un tirón.


 

—Kayler —logré decir cuando me separé de sus labios, pero me volvió a besar. Me estaba comiendo literalmente... bueno, casi. Pero además no estaba en condiciones de romper mi ropa.


 

—Luego te llevaré de compras —susurra.


 

Es la primera vez, Carolina, no puede ser en un baño. Además, estoy segura de que dolerá.


 

—Kayler... esta bien —me separé— no podemos hacer esto aquí.


 

Se llevó su mano al pelo y lo desordenó, lo tenia más largo, sus rizos le caían por su frente. Y es curioso pero se están tiñendo de amarillo.


 

—Ya lo sé —se tranquilizó y acunó mi cara en sus manos—Es un mal sitio —me besó más lento. En eso alguien tocó la puerta. —Mierda.


 

Además de que era el baño de chicas y si era algún profesor o algo lo podían suspender, aunque, era Kayler Brown, no creo que puedan suspenderlo.


 

¡Pero a mí si!


 

—Está ocupado —dije yo.


 

—¡Tengo que entrar! —dice una chica del otro lado de la puerta.


 

—Vámonos —le susurré a Kayler.


 

Me bajó del lavado e hizo una mueca al ver mi camisa partida en dos. No podía solo unirla... era demasiado obvio.


 

—No permitiré que salgas así y algún idiota te vea los pechos —se quitó su chaqueta de cuero negra y me la dio— Ponte esto.


 

Hice caso, me puse su chaqueta encima de la camisa destruida y ambos salimos del baño. La chica se nos quedó viendo raro, pero no le hicimos mucho caso.


 

—Hoy es viernes, ¿planeas hacer alguna fiesta o algo así?


 

—Pues... hay cosas que nunca cambian —nos detuvimos— Ahora tengo que hacer algo con la manada, sin embargo estaré aquí a las tres en punto, no te vayas.


 

—¿Para que? ¿Me dejarás sola en el almuerzo? Es el primer día. —hice un pequeño puchero.


 

—Ya sabes... cosas de lobos. No es nada. Iremos a comprar algo de ropa... ya van cinco camisas que te rompo en esta semana.


 

Ambos nos reímos a lo bajo.


 

—Te las debo...


 

—Sabes que no importa.


 

—Lo se, pero quiero hacerlo. Vuelve a clases.


 

—Kayler, ¿en serio crees que te graduarás de la preparatoria si casi no recibes clases? —lo molesté.



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En el texto hay: hombres lobo, romance, amor

Editado: 27.11.2023

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