Aún recuerdo, cuando era niño, los domingos; mi padre se tomaba su tiempo para leer el periódico, mi madre, sin prisas preparaba el desayuno, y nosotros, mi hermana menor y yo, aprovechabamos y dormíamos tanto como el cuerpo nos lo permitía.
Cuando yo ya me encontraba satisfecho bajaba de manera pesadumbrada las escaleras aún en pijama y encontraba a mis padres conversando de cosas triviales.
Quizá para muchos esa es una imagen un tanto tradicionalista, quizá para otros también sea convencionalista y para otros tantos machista. Puede que lo sea, eso y muchas cosas más.