Acurrucada junto a él, escuchando los latidos de su corazón mientras me abrazaba y acariciaba mi brazo con suavidad, la cabeza no dejaba de darme vueltas, pensando en todo y a la vez en nada, solo disfrutando su compañía.
Sí, esos ojos marrón claro, me decían infinidad de cosas con solo mirarme por cinco segundos.
Hay personas que sin pedirlo, te sanan, te hacen relucir y sacar a bailar la mejor versión de ti, sin miedos y sin prejuicios.
¿En qué momento sucedió todo esto? ¿En qué momento sentí tanto amor que ahora me cuesta contenerlo dentro de mi pecho?
Estaba en paz, me sentía completa y mi corazón ya no se sentía destrozado. Algo que no creía posible, me sucedió a mí.
Y ahí, en ese momento, cuando besó suavemente mi frente, me di cuenta que tuve que pasar lo peor, para disfrutar de lo que si estaba preparado para mí: mi Fernando.