El estudio de baile Spice Dance Academy vibraba con el ritmo de la bachata aquella noche de jueves.
Con apenas un mes en la academia, crucé la puerta con el corazón latiendo fuerte. Pocas cosas me ponían sumamente nerviosa, y esta es una de ellas. No conocía a nadie en esa clase y el nivel era mucho más avanzado que el mío. Apenas estoy empezando este proceso, aun así, estaba allí por recomendación de mis profesores, Ethan y Katie, quienes veían "algo especial en mi manera de bailar".
¡No les creo nada! Me cuesta aceptar mis virtudes fácilmente. Y digo virtud a esto, si es que realmente tienen razón conmigo.
Ethan y Katie, eran una pareja de esposos y bailarines profesionales, increíbles. Enseñan tan bien que aprendí muy rápido a bailar salsa en pareja de manera improvisada. Siempre me ha encantado también la bachata, hay algo especial en la musicalidad del género que me atrae. Al finalizar la clase del sábado pasado, el horario al que me he inscrito, me dijeron que debería probar la clase de bachata de los días de semana.
Con tan solo un mes en clases, amaba tanto la idea de haber regresado a lo que tanto me hacía feliz. Fue la primera cosa que pensé en hacer luego de romper el compromiso con mi ex. Una historia desagradable, que no vale la pena contárselas, y que ustedes podrán tener una idea de lo mal que lo pasé. A un narcisista no hay que darle protagonismo, más del que ya existe en su pequeña y estúpida cabecita. Esta vez y aquí la protagonista seré yo, Olivia.
Y sí, este camino de sanar el corazón, estaba yendo muy bien y sabía que bailando, haría que este proceso se completara con más rapidez. Sin embargo, el haberme animado a venir a un nivel avanzado, había puesto mis nervios de punta y me estaba cuestionando si había sido buena idea aceptar la propuesta de mis profesores. Una vez más, creyéndome incapaz de hacer algo.
Para mí, los retos son divertidos, así que hice a un lado esos pensamientos invasivos y decidí ir.
Y ahí me tenían al frente y al medio del estudio, frente a los espejos, dónde mi fracaso épico sería visible desde todos los ángulos y por todos en el lugar. ¡Qué espectacular idea Olivia! Tenías que ponerte en el espacio más obvio de todo el estudio. ¡Bravá!
No eran muchos alumnos en total y hombres solo eran tres en la clase.
—Debe ser el tráfico que ha detenido a los demás. —dijo Katie al observar la falta de hombres para la clase.—comencemos mientras se incorporan los demás.
La clase iniciaba con un par de canciones, que se bailaban de manera libre, mientras cada cierto tiempo el profesor pedía que se rotara de pareja para tener la oportunidad de bailar con todos y todas y aprender mutuamente.
Me dejé llevar por la música, un gusto especial por la bachata había empezado a despertar en mí, sin embargo, mi falta de experiencia y nerviosismo era demasiado notorio.
Éramos siete chicas, así que era imposible no tener que bailar sola en algún momento. Llevaba ya dos rotaciones seguidas en las que estaba bailando sola, y mi mente decía que estaba mejor si pasaba así toda la clase. Así les ahorraba el mal rato a mis compañeros, bailando con una inexperta que no pertenece a esta clase.
—¡Roten! —gritó Ethan, anunciando la llegada de mi compañero a mi lugar.
Un chico con cabello castaño, se acercó. Llevaba una camisa amarilla de algún equipo de fútbol, unos shorts azules y tenis.
—Hola —saludé con una sonrisa nerviosa.
El chico apenas respondió con un leve gesto. ¿Eso fue una sonrisa?
Instantáneamente, sentí mis manos sudar.
Aunque, debo reconocer que, extrañamente, estaba entendiendo cada código que me indicaba al bailar. Eran los códigos más suaves, pero lo suficientemente firmes para entender perfectamente lo que quería que hiciera.
La canción a fondo era de mis favoritas: Hookah & Sheridan's versión bachata. Me estaba divirtiendo. Eso es bueno, ¿no?
¿Saben cuál es el problema? Que su expresión es demasiado seria. Ninguna sonrisa. Quizás soy demasiado principiante para él.
—¿Primera vez en esta clase? —preguntó, rompiendo el silencio.
—Sí... estoy un poco perdida, la verdad. —reí con nerviosismo.
—Tranquila, lo haces bien. Solo es cuestión de práctica.— Fue un comentario simple, pero cálido, ¿o no?
La clase fue increíble. ¿Alguna vez han experimentado esa sensación de pertenencia a algún lugar, a pesar de ser un desastre en el proceso? Pues, ese era mi caso, había disfrutado tanto la clase, a pesar de tener miles de errores durante toda esta hora.
Me quedé, una vez más, a la siguiente clase. Era salsa básica. Era mi nivel, solo que un día diferente y con personas diferentes.
Una vez más, inició la dinámica del baile libre entre todos. Para esta clase, ya habían mas hombres en el lugar. Una vez más me tocó bailar, con el chico de cabello castaño y esta vez añado, que tenía unos ojos color miel muy lindos.
¿Por qué siento que tengo mil años bailando con él? Ni siquiera sé su nombre.
Al terminar la canción, nuevamente hizo un gesto que, aún no estoy muy segura si fue una sonrisa, y salió del salón de clases. Otros tres chicos imitaron su acción, y comprendí que ellos no pertenecían a este nivel, solo querían seguir bailando un rato más.