Enamorate de mi

Que tu arte vuele.

***Gabby***

Han transcurrido dos semanas desde que deje de ver a Luke en mi oficina. Después de escuchar todo lo que me dijo. De una u otra manera seguía viéndolo como un cretino, pero también sabía que lo que decía era cierto.

Debía mirar un poco más allá de lo que mis ojos podían ver, y es que entre todo lo que dijo, hablo de cosas realmente acertadas, y si bien sus palabras en principio solo demostraron su egolatría, basto escucharlo un poco más para darme cuenta de nuevo de que, no era tan malo como pintaba ser.

Algo muy raro sucedía con él. Era un hombre sensible, pero a su vez era un patán. Era hermoso física e internamente, pero también tenía este problema de narcisismo que lo hacía un asco.

Aun así, no puedo negar que mucho de lo que dijo, realmente me cautivo, y es que la manera en la que hablo, todo lo que me conto, me ayudo a entender un poco más sobre él. Me ayudo a entender cuan fuerte era Luke Rodríguez. Lo suficiente como para mantener a sus hermanas y a sus padres.

Tan decidido y con tanta confianza en sí mismo, que ahora tiene lo que tiene gracias a eso. No podría imaginármelo como una avecilla enjaulada, reprimiendo sus talentos y su pasión. Reprimiendo ese deseo de libertad que tenemos todos los humanos. No podía imaginarlo siendo como… como yo.

¡Si no fueras tan idiota Luke, serias el hombre perfecto!

Aunque ¿Qué estoy diciendo? El hombre perfecto no existe, solo existe el hombre. Hay hombres buenos, malos, intermedios, pero sin importar qué, todos tienen errores. Quizá Luke no sea tan malo pensándolo bien. Hasta ahora, ciertamente ha sido un poco patán y mentiroso, pero por lo demás, ha sido respetuoso, amable, caballeroso, motivador.

¡No sé qué estoy pensando!

- Señorita Gavotti, la reunión con los accionistas está a punto de comenzar... ¿Señorita Gavotti? ¿Gabriela? – escuchaba de lejos la voz de mi nueva asistente. Samantha, una muchacha linda, inteligente y que además, conocía de la universidad – Gabriela… - me estrujo por los hombros, y fue cuando logre reaccionar.

- ¿Ah? ¿Qué? ¿Qué sucede? – Inquirí desorientadisima.

- La reunión Gabby, con los accionistas – señaló con su dedo el reloj, y tuve que salir corriendo a la sala de reuniones.

- Lamento la espera señores… comencemos por hablar sobre la nueva campaña publicitaria.

Todos sacaron papel y lápiz, preparándose para escuchar las propuestas.

- La reconocida modelo Christina Appearlear será la cara del nuevo perfume Paco Rabanne. Ellos quieren contratar a la mejor publicidad para promocionar tanto a la modelo, como a su perfume. Las acciones generadas serán del cuarenta por ciento de lo gastado para publicitar el perfume, y del veinte por ciento de lo gastado por publicitar a la modelo.

- No creo que eso sea una buena idea deberíamos pedir el cincuenta por ciento por cada uno…

- Disculpe un momento señor…

- Turner.

- Claro, señor Turner. Con todo respeto, pero creo que es demasiado ambicioso querer generar acciones del cincuenta por ciento, cuando apenas y es la primera contratación con paco Rabanne además de que su modelo ya es muy reconocida y no necesita mucha publicidad. Cuanta menos publicidad necesite algo, menos son las acciones generadas, pero propongo aceptar esta contratación, porque servirá de puente para generar acciones de hasta el cincuenta por ciento en un futuro no muy lejano.

- Creo que…

- No, creo que el que no está entendiendo aquí es usted. Cada uno de los que están aquí, son accionistas de mi empresa, y si no les gusta mi propuesta, libres son de retirarse tranquilamente. Ahora ¿Alguien quiere retirarse y perder la ganancia generada por estas acciones? ¿Nadie? Bien, así me gusta.

Lidiar con los accionistas era la peor parte del día, porque ellos siempre querían cuestionarme, pero no podían, no tenían derecho de hacerlo. Yo me habia partido el lomo estudiando esta estúpida carrera para saber cómo hacer bien mi trabajo, e idiotas como ellos, querían venir a menospreciarme solo porque soy joven y soy mujer.

Pero conmigo se equivocaban, y si bien era el tipo de persona que reprimía su deseo de libertad, no era alguien débil, mucho menos dejaba que nadie me montara la pata. Yo sabía defenderme, y eso me lo habia enseñado mi padre. Hay una sociedad machista hoy día, y esa sociedad solo quiere discriminarnos a nosotras, como el sexo débil.

¡Idiotas!

Tenía que encontrar una manera de despejar mi mente, y últimamente habia adquirido el hábito de pintar aun en mi oficina. Así que tome un lienzo y comencé a pincelarlo. No paso mucho antes de que pudiera hacer algo asombroso, y tampoco paso demasiado antes de que recordara a mi viejo asistente.




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