Encantadora de Bestias

Prólogo

 Primera parte “El Toda”

La flauta de Sohyon

I

El lamento del Toda

Elin se despertó con el sonido de la puerta abriéndose, todavía no amanecía. Afuera en la oscuridad, la lluvia retumbaba sin parar sobre el techo de tejas. Elin apenas podía ver vagamente la figura de su madre mientras se lavaba las manos en la cocina con suelo de tierra, entonces se volteo y se dirigió suavemente a la zona del dormitorio. Así como se deslizaba debajo de las sábanas, ella trajo consigo el olor de la lluvia y de los Toda, las gigantescas serpientes de agua que transportaba a los hombres a las batallas. Los Toda Guerreros son fácilmente identificados por su distintivo olor a almizcle que recubre la membrana de sus escamas. Ese aroma se aferra a donde sea que vaya, y la madre de Elin no es la excepción, era un dulce y familiar aroma que envolvió a Elin desde el momento que ella nació.

Mamá, ¿ese fue un trueno?

Fue uno muy largo, no te preocupes, la tormenta está sobre las montañas, no aquí. Ahora ve a dormir.

Con un profundo suspiro, Elin cerró sus ojos. La imagen de la blanca mano de su madre cuidando cautelosamente los Toda aparecían en su mente. Ella amaba la calma que expresaba el rostro de su madre mientras cuidaba de esas enormes bestias. Su madre no solo se encargaba de cualquier Toda, se encargaba de los más fuertes, los Kiba o “colmillos”. Estos forman la vanguardia de los ejércitos de Toda. Ni siquiera los padres de sus mejores amigos, Saju y Chok, se les confiaba el cuidado de las Cámaras de Piedra reservadas solo para los Kiba. El corazón de Elin se llenaba de orgullo cuando pensaba en cómo los cuidadores de Toda admiraban altamente las habilidades de su madre como una doctora de bestias.

Ella seguía a su madre a las Cámaras cada vez que podía, incluso si eso significaba que tenía que coser, acarrear agua, u otras labores después. Aunque ella anhelaba tocar los escondites de las serpientes, su madre le advirtió que nunca lo intentara. 

- Los Toda son criaturas temibles - Dijo calmadamente, sus ojos se deslizaron donde se agita la superficie de la profunda piscina oscura. - si te acercas demasiado, ellos percibirán tu aroma en un instante y te partirán en dos, entonces te tragarán con una simple mordida. Me has visto acariciarlos tantas veces que piensas que es fácil, pero no dejes que eso te engañe. El Toda nunca podrá ser domado...ellos no nacieron para ser domados. Los cuidadores de Toda como yo, y los Jinetes, no nos atrevemos a tocarlos sin un Silbato Mudo para poder inmovilizarlos. -  Ella abrió su mano para enseñar un pequeño silbato.

Elin seguido observaba que lo elevaba a su boca. Ella también veía que los Guerreros soplaban esos silbatos al unísono para que ellos puedan rápidamente poner la silla de montar y subirse al Toda mientras están tan rígidos como troncos. Una vez arriba del lomo del Toda y sujetado de los dos largos cuernos que salen de su cabeza, un Guerrero puede evitar que sumerge su cabeza debajo del agua y controlarlo a su voluntad. En la tierra, el Toda se asemeja a un dragón y puede atropellar a un caballo con sus patas que contienen garras afiladas. Pero en su verdadero elemento, el agua, se deslizan como serpientes, con sus piernas escondidas cerca de su cuerpo. Bestias feroces, con pieles impenetrables para las flechas, ellos pueden desgarrar a un caballo y su jinete en pedazos en un instante con su mandíbula, diezmando a las tropas enemigas.

En la Temporada de desove, los Cuidadores se adentran en los nidos de los Toda salvajes y roban uno o dos huevos the los muchos que han sido puestos. Tan pronto como los huevos eclosionan, una escama plana que está sobre las orejas se les remueve a las crías. Elin ha observado a su madre hacer esto una vez. - Es para que puedan escuchar el Silbato Mudo - Explicó ella. Una vez teniendo su armadura los Guerreros les colocan una cubierta hecha de escamas de los Toda sobre los hoyos de las orejas para bloquear silbatos enemigos.

Los ojos de la madre de Elin se tornaron oscuros y tristes mientras cuida a los Toda nadando alrededor de la piscina. Rodando el silbato en su palma, ella dijo - Si todavía quieres tocarlos cuando te conviertas en una mujer a los quince años, entonces veremos -. Perturbada por el vacío en su voz, Elin la dejo de presionar. Pero cómo, ella se preguntaba, ¿tendría que esperar cinco largos años hasta que cumpliera quince? pero cómo, cuando todo en lo que podía pensar es en ¿cómo se sentiría tocar las brillantes, iridiscentes escamas?

Sus amigos, Saju y Chok, le dijeron que era extraña por querer hacer eso. Las niñas, parece ser, tenían miedo de ir donde sea que estuviera cerca un Toda. Elin podía entender eso hasta cierto punto; ella también los encontraba atemorizantes. Cuando ellos se sumergen en la profunda piscina y se deslizan de nuevo a la superficie, ocultos en agua oscura, hace que su piel se erice y que no pueda apartar su mirada de ellos. Por alguna razón, ellos hacen que se olvide de todo. Ella podría pasar todo el día solo viéndolos. 

Frecuentemente se pregunta si ellos dormirán en la noche, pero nunca se le ha permitido estar con su madre en la guardia de medianoche. Todo el tiempo que ella escucha a su madre preparándose para irse, ella trata de forzarse para despertar y levantarse de la cama. pero sus ojos permanecen pegados.



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En el texto hay: reinos, naturaleza, guerra

Editado: 18.08.2019

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