Encantadora de Bestias

El apicultor

I

Tierra húmeda

Un gran árbol saloh destacaba a la orilla del lago, sus ramas floreadas se estiran hasta el agua. Los suaves pétalos brillaban como algodón debajo de la luz del sol y las abejas revoloteaban adelante y atrás entre las ramas. Mirando hacia arriba, Joeun sonrió y deslizó su mano sobre su barba grisácea. Este será un buen año. Esas abejas me darán mucha miel de buena calidad.

La briza cruzó por el lago, llenando el entorno con el aroma de los pétalos. Joeun empezó a caminar por la orilla del río para checar los demás árboles, pero entonces se detuvo en un instante, su visión fue atrapada por algo. Pequeños pájaros con pico amarillo se reunieron en la orilla, piando como locos y picoteando algo en la tierra. Se veía como un montón de lodo.

¿Qué es eso?

Se paralizó en cuanto vio lo que era. Un cuerpo… El alma desafortunada debió ahogarse y envolverse en lodo. Era pequeño, probablemente un niño. Que mala manera de empezar la mañana. ¿Qué es lo que haré ahora?

Él estaba demasiado lejos de alguna aldea para pedir ayuda con un sepulcro. Pero no se podía atrever a dejarla ahí tirada, especialmente si era un niño. Tomó una decisión y camino hacia el cuerpo, noto un peculiar olor a almizcle, fuerte y dulce. Paró y aprecio cuidadosamente el lago. ¿Habrá un Toda cerca de aquí? Pero la superficie está tranquila y no había señal de que algo lo acechara saliendo del lago. El olor parecía provenir del cuerpo. Arrodillándose, examinó el cuerpo de cerca. La forma flácida, cubierta desde el cuello hasta los tobillos en lodo como si fuera pegamento, viéndose como un muñeco de plastilina. El rostro pálido, sin embargo, no estaba tan sucio. Joeun hizo una mueca, al ver…

La pobre niña. Es tan solo una pequeña…

Su rostro miraba hacia él, con sus ojos cerrados, los labios ligeramente partidos. De repente, la hoja de pasto que estaba cerca de su boca revoloteo. El se acerco a ella y pudo sentir su respiración tocar su mejilla. - ¡Está viva! – él exclamó. Golpeó el rostro de la niña y la sacudió sujetándola del hombro. - ¡Hey, hey! ¡levántate! ¿Me puedes escuchar? – Ella gimió débilmente y apenas pudo abrir los ojos, solo para cerrarlos al instante. – Esto es grave – murmuró. Deslizó un brazo debajo de ella y gentilmente la levantó del suelo. A pesar de estar completamente sucia, ella era muy ligera.

Elin despertó al sentir el agua caliente envolviendo su cuerpo. Sus brazos y piernas tenían heridas, como si su piel se hubiera raspado o cortado. Alguien sujetó su cabeza y lavó su pelo. La ropa húmeda se pegó a su cuerpo. ¿La metieron a bañar con su ropa puesta? Algo fuerte la pinchó en la espalda. Era un baño bastante raro.

Ella abrió sus ojos y miró la cara de un extraño que se acercaba a ella. - Ah, ya recuperaste tus sentidos, ¿es así? – él dijo. Ella parpadeo y trató de averiguar qué es lo que la estaba pinchando, parecía ser un tablero. 

El hombre se rió. – Perdón si duele, solo aguanta un poco más. No tenía una bañera lo suficientemente grande para ti, así que llene mi pequeño bote con agua caliente. No puedo saber si tienes heridas con todo ese lodo que llevas encima –

Su cuerpo se sentía como el plomo, y no podía hablar. Cerró los ojos y volvió a caer dormida.

La siguiente vez que ella abrió los ojos era de noche. Estaba acostada en un silencioso cuarto, sola. Su mirada estaba perdida en el techo, era un techo muy extraño, parecía una pieza de ropa hecha con plumas tejidas. El sol del oeste iluminó de un naranja brillante la pared, y las manchas de polvo bailaron lentamente en la luz. Su cuerpo estaba ardiendo, cerró sus ojos y fue arrastrada al vacío.

Sueños horrorosos, montones de pesadillas, la seguían. Salpicones mojando su cara. El serpenteo del Toda, ondulando su cuerpo se colocó a lado de ella. Se quemó de tanto dolor, y su cuerpo se sentía tan pesado. Una y otra vez, ella escuchaba la voz de su madre, sus últimas palabras. Una y otra vez, veía a su madre desaparecer por los Toda. Cada vez que ella volvía a ese momento, un inmenso dolor la dominaba desde sus entrañas hasta su pecho, como si fuera partida a la mitad. Ni siquiera podía llorar. Algo la rosa desde su interior, causando tanta agonía que apenas y podía respirar.

Sintió algo frío en su frente. La larga y pesada mano que estaba en colchón, y la otra, lenta y gentilmente acariciaron la espalda de Elin. – Todo está bien, es solo un sueño. Estas soñando, no hay nada que temer – Así como escucho esa voz profunda y calmada, las pesadillas poco a poco perdieron el control.

Joeun observaba el rostro de la niña mientras limpiaba las gotas de sudor con un trapo húmedo. Sus mejillas estaban rojas como una manzana, y tenía una respiración forzosa. Ha estado llorando mucho, atormentada por los sueños, pero ahora ella estaba tranquila. Un día y una noche ya habían pasado, pero recobró la conciencia solo por unos momentos y después volvía a dormir. El ha tratado de darle una cerveza medicinal de laoo para bajarle la temperatura, la que era demasiado alta, pero no ha sido capaz de, tal vez porque era muy amarga. La única cosa que ha logrado hacer que beba es el jugo de una agria fruta llamada kalimu, diluida con agua fría, mezclada con miel y con la preciada tabu chimu, la leche de la abeja real. Considerando cuanto estaba sudando, administró mejor el jugo.



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En el texto hay: reinos, naturaleza, guerra

Editado: 18.08.2019

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