Al final, Alexander ayudo a descargar el camión mientras que yo limpiaba la sala principal con ayuda de Sebastián y los gemelos; debíamos tener al menos un ambiente limpio para poder dormir esa misma noche. El día estaba cada vez más frío y el hambre se comenzaba a sentir a medida que el mediodía se acercaba. Afortunadamente, yo había empacado las loncheras con algunos sándwiches, previendo que eso ocurriría. Rory ya hacia horas que se había empinado un par de barras de cereal, pero eso no era suficiente para ella. Así que, cuando José y sus hombres se fueron, decidí que era tiempo de una pausa para almorzar.
—Creo que tiene un mejor aspecto ahora.
Dijo Alex mientras admiraba la habitación. Y era cierto, pero a pesar de que las telas de araña, el polvo y suciedad en general ya no eran un problema en la sala principal, aún quedaba el detalle de las paredes desgastadas y manchas de humedad. Además, la mansión era enorme y terminar de limpiarlas nos llevaría una eternidad.
—Si, tiene un mejor aspecto. — Concorde con él y le alcancé un refuerzo; él insistió en que eso era una delicia — Pero aún queda mucho por hacer y, además, debo buscar a un especialista, pero debo revisar los números también….
Si bien necesitábamos a un experto, también era cierto que debíamos cuidar cada centavo para invertirlo en el negocio. En las tierras que nuestro tío Bartolomé nos había dejado junto con la gran mansión, habían grandes plantaciones de frutos y en sus respectivas épocas, recordaba que plantaban hortalizas y demás. Todo el pueblo le compraba a mi tío, pero entonces hubo una discrepancia con su socio y todo se terminó. Ahora, yo planeaba reflotar el negocio familiar, pero para eso necesitaba ayuda.
—¿Qué tipo de experto?
—Primero que nada, un arquitecto que me ayude a arreglar este desastre de lugar.
—Eso es muy conveniente la verdad.
—¿Por qué?
Alex sonrió mientras tragaba el bocado recién ingerido y luego se aclaró la garganta antes de hablar.
—Yo soy arquitecto y en este momento estoy libre. No tengo ningún proyecto y la verdad, ya me estaba entrando a aburrir.
—¿De verdad?
—Sí, en serio. En un pueblo pequeño y reservado como este no hay mucho que hacer y menos para un arquitecto.
—Entonces….
Me daba un poco de vergüenza pedirle que me ayudara con la renovación de la mansión, pero entonces también sería una buena excusa para tenerlo cerca y… así conocerlo mejor.
—Si eres arquitecto ¿Podrías ayudarnos a arreglar este basurero? — Seb intervino y, a pesar de que no me agradaba la forma en la que se refería a nuestro nuevo hogar, si estabas agradecida por su interrupciones. — La verdad es que si Eva quiere que esto se vea como un lugar habitable y totalmente decorado para antes de navidad…. Necesitará ayuda o en su lugar un milagro…
—En realidad el lugar no está tan mal; es decir, a simple vista puedo dar un veredicto y, solo la fachada está en ruina. El resto se puede arreglar con una buena mano de pintura y un poco de orden. Sí, quizá las escaleras necesiten mantenimiento, pero nada urgente. Ahora, el invernadero de ahí fuera es otra cosa.
—Entonces — comencé con un poco de timidez — ¿Nos podrías ayudar? Es decir, primero tendríamos que hablar de números y…
—Si, puedo. El dinero no es problema, no es necesario yo, siento un apegó especial por esta construcción y siempre quise repararla. Así que en realidad, estarían cumpliéndome un sueño.
Por dentro me sentí contenta ya que ahora tenía una excusa para conocer mejor a Alex, pero a su vez me sentía mal, aunque no comprendía de dónde venía ese malestar. De repente, una corriente helada me atravesó desde la espalda hacia el frente haciendo que los bellos de la nuca y brazos se erizaran; un escalofrío se apoderó de mí, y mis dientes castañetearon sin previo aviso.
—¿Tienes frío?
Alex preguntó un tanto preocupado al tiempo que miraba hacia el gran ventanal junto a la puerta principal, habíamos dejado una de sus hojas abierta para que el aire se renovara. Yo negué rápidamente al ver que él estaba por ponerse de pie para cerrarla.
—Estoy bien, de verdad, solo fue un… chucho.
—Seguro es la menopausia.
—¡Sebastián!
—¿Qué? Realmente existe la menopausia prematura y, por eso, aunque tengas solo 23 años, aún así, puedes contraer la menopausia.
—Que no es eso, idiota. Solo fue una ráfaga y ya.
Eso decía, pero en mi interior, algo me decía que había algo más. Incluso, por un escaso momento me pareció oír una risa infantil viajando con la brisa que ingresaba por el ventanal y recorría toda la sala. Sacudí la cabeza en negación, seguramente era el estrés y el cansancio de los últimos meses.
—¿Y cuando quieres comenzar con las reparaciones?
Agradecí a gritos internamente por la intervención de Alexander. Su oportuna pregunta había logrado disipar esa sensación de ser observada y la risa, también desapareció. Debía calmarme si no quería terminar en un loquero; como nuestra tía Betty. Ella había sido la esposa del tío Bartolomé y desafortunadamente, le habían diagnosticado demencia temprana. Mi tío no estaba dispuesto a sacrificar “sus mejores años” cuidando de su esposa enferma, según el, tenía que atender el negocio familiar. Así que hizo que la encerraran en una clínica para jamás volver a verla.
—Cuanto antes, sería mejor. — Dije, y era cierto. Quería comenzar cuanto antes para poder armar el árbol, el cuál aún debía comprar. — Quiero que para la navidad al menos el interior se vea decente y el exterior…. Que se vea lo mejor posible.
—Por mí puede ser mañana mismo.
—¿No es un inconveniente eso?
—Por supuesto que no. Tengo a mis hombres a la espera de un trabajo e incluso tengo personal que se encargará de limpiar, pintar y ordenar el interior.
—Pero…. No podrán con todo en un día.
—Bueno, quizá no toda la mansión, pero si que podrán hacerlo en las habitaciones principales y más.
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Editado: 22.01.2025