Los tres pequeños entraron tras de mí a una gran habitación con vista al frente de la casa. Seb, por su parte, se fue a la habitación del fondo del pasillo y supe, que ya la había elegido como suya. Bella se puso a recorrer el cuarto de la mano de Rory, a pesar de solo tener un par de años a Isabella le encantaba caminar por todos lados y a Rory le gustaba ser su punto de apoyo. La bola de pelos iba atrás ellas, no sé en que momento había aparecido de nuevo, pero ahí estaba. Con cada paso que el felino daba, pequeñas huellas quedaban marcadas en el piso de madera polvoriento. Alguna vez ese suelo había sido de un caoba intenso e incluso, había brillado de limpió. Aún podía recordar cómo Anna, la criada de mis tíos, refregaba ese suelo con un gran cepillo arrodillada sobre las tablas y mojando su uniforme, y luego, con un trapeador le pasaba cera. Hasta no lograr terminar todo el cuarto, ella no paraba.
—Creo que hoy día le daría algo si viera el estado de esta habitación.
—¿A quién?
Theo me miró con sus pequeños ojos cafés esperando una respuesta. Yo solo me quedé observándolo por un momento. Tanto él como Rory se parecían mucho a mamá: ambos con sus mismos ojos cafés claro, su cabello marrón, y ondulado como el de Seb, algunas pecas esparcidas por lugares estratégicos dándoles un toqué encantador y tierno. La sonrisa fácil y pícara cada vez que hacían alguna picardía, todo en ellos era como verla nuevamente, y dolía. Con Seb era diferente; en él veíamos a papá. Alto, incluso para su edad, flaco, pero con musculatura, sus ojos de un celeste claro casi transparente y su sonrisa de galán. Lo único diferente es que al igual que los gemelos, había sacado el cabello de mamá. Bella por el momento era una mezcla equilibrada de ambos y yo…. Yo era el patito de la familia. No me parecía en nada a ninguno de los dos; mi cabello era demasiado negro, lacio y largo. Mis ojos almendrados eran de un gris tormentoso y mi figura, no era para nada elegante como la de mi madre. Mis caderas eran demasiado anchas y mi busto…. No podía quejarme, estaba bien así.
—Eva.
—¿Qué pasa Theo?
—Es que te pregunte de quién estabas hablando.
—Solo me refería a Anna. Ella trabajó aquí hace unos años.
—Ah.
Una vez que obtuvo la respuesta, mi hermano conforme se dirigió hacia el ventanal e intentó abrirlo, pero la gran cortina no se lo permitió. Yo acudí en su ayuda ya que él cortinón era más polvo que tela, y si Theo seguía tirando de ella, quedaría cubierto por la tierra de años.
—Déjame ayudarte.
Las últimas horas de luz las pasamos quitando polvo, telas de araña e incluso limpiando ventanas y, para cuando la noche nos alcanzó ya teníamos cinco habitaciones limpias, entre ellas un baño, y la sala principal que habíamos logrado más temprano. También pudimos comprobar que el agua caliente y la luz funcionaban a la perfección, algo que me sorprendió, pero que tampoco me queje. Al final, resulta que Alex tenía razón, se veía peor de lo que en realidad era.
Observé a mis hermanos mientras comían rebanadas de pizza que Seb había encargado y, según él, no había Sido muy amable el repartidor. Dijo que se trataba de un hombre joven, pero muy mal humorado y un tanto apurado por irse del lugar. No lo podía culpar. Si bien la casa era un sueño una vez que recuperará su esplendor, también era cierto que con su actual aspecto y rodeada de un bosque nocturno.... No tenía buena pinta. Quizá para una buena peli de terror sí, pero no para un repartidor de pizza.
—Entonces ¿Hoy dormirás con nosotros Eva?
—Claro, si eso es lo que quieres Rory.
—¿Y porque no puedo dormir en otro cuarto? — Theo no estaba contento con la idea de compartir habitación con su gemela — Hay varios vacíos.
—Si, es cierto, pero ya quedamos en que como es la primera noche aquí, ustedes tres pequeños — dije señalando a los gemelos y Bella — dormirán conmigo en la habitación que será de Rory.
Por supuesto ella había escogido la habitación en la que el gato se había escabullido, dijo que era una señal que él le había dado, es así como ya había llevado sus pertenencias a dicho cuarto.
Una hora más tarde, pese a las quejas y reproches de Theo, estábamos los cuatro juntos en la habitación de Rory mientras que Seb se fue a su nuevo cuarto, al fondo del pasillo. No le dije que no, ya era suficientemente malo haberlo alejado de la ciudad como para ahora, obligarlo a dormir con nosotros.
Los pequeños demonios se durmieron inmediatamente, pero yo… eso era otro cantar. Había algo que me tenía intranquila y no me dejaba conciliar el sueño y, cuando al fin lo logré, fui despertada por un susurro en mi oído. Al principio creí que era Bella, pero ella no hablaba tan claro y por supuesto, tampoco me habría causado escalofríos.
—Búscalo…. Debes buscar….
Me senté sobre el colchón que había extendido en el suelo de la habitación, mi corazón estaba desbocado, la respiración agitada y las perlas de sudor sobre mi frente y nuca estaban heladas. Al igual que el aire en la habitación. La temperatura había descendido drásticamente y mire hacia las ventanas para verificar que estuvieran cerradas; estaban exactamente como las había dejado. Mis hermanos se habían tapado completamente, pero afortunadamente dormían como troncos.
—¡Búscalo!
El susurro se convirtió en un gritó lejano, cada vez más lejos de la habitación y se perdía en el pasillo. Me puse la bata para abrigarme un poco y me asome despacio hacia el corredor. Por precaución, había dejado las pequeñas lámparas encendidas, por si los niños querían ir al baño, pero esas pequeñas lámparas no le tranquilizaron cuando salí al pasillo que ahora me parecía extenso y eterno. Cerré la puerta tras de mí; sabía que estaba cometiendo una estupidez, pero algo me decía que fuera lo que fuese, no era una amenaza.
—Ven…
La voz era infantil, dulce y tierna, pero no por eso iba a seguir ciegamente sus peticiones. Me planté en el pasillo y con los ojos entrecerrados trate de ver más allá del final del corredor; las luces llegaban hasta donde comenzaba la baranda de la escalera y la escalinata que iba hacia el otro pasillo para el otro extremo de la casa estaba a oscuras. Hasta que una pequeña luz de un blanco inmaculado se hizo presente en la esquina de ese mismo pasillo y doblo hacia la derecha viajando sobre el barandal donde la vista daba hacia el salón principal donde más temprano habíamos almorzado. Y se metió en una habitación desapareciendo en su interior.
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Editado: 22.01.2025