Encanto Navideño.

9-Eliza.

Lo primero que recuerdo, fue el gran destello blanco cegador seguido de la imagen de una pequeña. Ella estaba en medio de la habitación flotando, como si su cuerpecito estuviera a la deriva en el agua; su cabello castaño oscuro se movía como serpientes alrededor de su cabeza. Entonces, abrió sus hermosos ojos de un azul intenso y sus labios pronunciaron una frase que, al principio, no logré comprender y ella volvió a repetirlo: “Búscala, encuéntrala y descubre la verdad para otorgarnos la libertad.”

—¿Buscar a quién? ¿Y a quién debo liberar?

Ella me miró directamente y luego, sus ojos se posaron más allá de mí, pero entonces el miedo los invadió.

—Pregunta por la leyenda del pueblo — dijo ella en respuesta de manera apresurada — pregúntale a Alex por “Eliza” y pídele que te diga sobre la maldición de Evergreen Hollow.

Fueron sus últimas palabras antes de desaparecer, pero no sin antes dejarme sentir lo que ella estaba sintiendo en ese momento: miedo, angustia, desesperación, terror y… soledad; una inmensa y gélida soledad que todo lo consumía.

A su vez, tenía la certeza de que ella tenía la certeza de lo que estaba por pasar, fue cuando comprendí que la ilusión de verla flotar era porque ella estaba sumergida bajo una gran masa de agua y, se estaba ahogando. Y, de repente, yo también. Una vez más estaba de regreso en aquel helado y oscuro lago esperando a mi fatídico final, sentí mis pulmones quemando en busca de oxígeno y, al igual que la chiquilla frente a mí, no logré nada. El pánico y la desesperación se apoderaron de mí, nublando mis sentidos; solo importaba sobrevivir.

—¡Eva!

El grito de Rory me sobresaltó, pero me hizo volver en sí; afortunadamente. Las personas a nuestro alrededor nos veían con mala cara y, cuando Rory tocó mi mano con la suya, fue entonces que note entre mis dedos la imagen. En algún momento, había arrancado la fotografía de la niña y ahora está yacía arrugada entre mis dedos. Algo me dijo que no la devolviera y que en su lugar la conservará, y eso hice.

—¿Estás bien?

—Si, por supuesto Rory. — Ella lucía realmente preocupada y Bella me veía con sus pequeños ojos sin entender nada — Solo tuve un mal recuerdo de cuando era pequeña.

—Entiendo. ¡En ese caso! — gritó e inesperadamente tiró de mi brazo llevándome hacia donde estaban los demás — ¡Ya escogimos el árbol!

—¿Tan pronto? ¿Y sin mí?

—¿Cómo que tan pronto? — Rory se detuvo a unos pasos de su gemelo que jugaba con Alex, y me miró sería — Eva, te haz pasado los últimos doce minutos parada ahí fuera con la mirada perdida y… me asusté. Te hablé varias veces, pero era como si no me escucharás.

—¿Tanto tiempo pasó?

—¿No lo notaste?

La verdad es que no lo hacía, para mí solo habían pasado unos segundos. Ahora comprendía el porque la gente me veía como si un cuerno hubiera brotado en medio de mi frente.

—Tranquila, anoche tuve una pesadilla y de seguro es el cansancio pasándome factura.

—Si, y la pelea con Seb no ayuda mucho.

—Mhm.

—¡Eh, chicas! Con que ahí están — Alexander se acercó con una gran sonrisa y Theo venía pisándole los talones — por un momento se me perdieron.

—Es que…

—Mi hermana y yo estábamos hablando cosas de chicas, ¿verdad, Eva?

—Por supuesto.

Internamente le agradecí a Rory por no delatarme, y al parecer mi mensaje le llegó ya que ella me guiñó un ojo, haciéndome saber que ese favor, sería cobrado más tarde.

—Bien — comenzó Alex un tanto incómodo — entonces ¿Ya llegaron esas “charlas” de chicas? ¿Qué no es muy joven aún?

Me reí de su inocencia; de seguro él estaba hablando del periodo, pero si, Rory aún era pequeña para eso. Aunque mamá se había encargado de prepararla por si acaso.

—No era eso, pero tranquilo todo está bien. Ahora ¿Quién de ustedes me mostrará el árbol que escogieron?

—¡Yo!

Los gemelos gritaron a la vez y corrieron en dirección a un gran abeto hermoso y demasiado alto, incluso para Alex.

—¿Están seguros de poder decorarlo luego, y que me dicen de llevarlo a casa?

—Podemos llevarlo en mi camioneta, no te preocupes y por la decoración tampoco hay problema. De última usamos una escalera.

—Bien, entonces sí.

Los pequeños comenzaron a saltar de alegría y en el rostro de Alexander vi el brillo de un niño al recibir un regalo.

—¿Cuánto sale un árbol así de majestuoso?

—No debes preocuparte por eso, es un regalo… de bienvenida.

—Gracias, Alex.

—A ti por regresar.

Unos hombres de apariencia musculosa fueron a cargar el abeto en la caja de la camioneta y al pasar junto a nosotros, solo saludaron a Alexander. No me lo tomé a personal, ese pueblo siempre había sido muy reservado.

En ese momento, mi celular sonó y al verlo, un número desconocido apareció en la pantalla.

—¿Hola?

—Hola, qué tal señorita. ¿Hablo con Evangeline Kingsley?

—Si, soy yo. ¿Por qué? ¿Quién habla?

—Lamento molestarla, pero soy el comisario Kenan, y la llamo desde la comisaría del pueblo.

—Entiendo ¿En que puedo ayudarlo?

—Es sobre su hermano, Sebastián Kingsley.

—¿¡Él está bien!?

—Tranquila, él está perfectamente, pero lamento informarle que fue detenido y usted debe venir por él.

—¿Detenido? Entiendo, estaré allí en un momento.

—Perfecto, la espero aquí.

Al colgar, suspiré cansada, ya no sabía que hacer con mi hermano. Si bien últimamente teníamos problemas, hasta ahora no había sido detenido.

—¿Todo bien?

Mire a Alexander y sentí vergüenza de lo que iba a pedirle, pero yo no recordaba mucho del pueblo y jamás había ido a la comisaría por lo que…

—Si, es Sebastián. Fue detenido y debo ir a la comisaría.

No hizo falta decir más; él ya estaba cargando a Bella en brazos y se encaminó a la camioneta con los pequeños gemelos pegados a él.




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