Encantus. Alas de fuego (libro 3)

Capítulo 21: Corte oscura

Capítulo 21:

Corte oscura

 

De regreso a mi sala “favorita” de la corte oscura, y no es la celda, sino donde se llevó a cabo mi juicio.

No ha cambiado mucho desde la última vez que estuve aquí. Paredes oscuras y la tenue luz brillante de los incontables diamantes que flotan sobre nuestras cabezas. Aún me parece extraño como tantas piedrecitas tan valiosas puedan sostenerse sin que existan hilos unidos al techado.

La única diferencia es que en esta ocasión es la ausencia del príncipe y en su reemplazo Susej. Nuestra llegada a la corte estuvo tranquila, hasta que nos topamos con la guardia oscura. La reina Zulay ha hecho un rebullicio por la desaparición de su hija.

A Bianca la han llevado con las sanadoras. Al parecer estando aquí se recupera perfectamente como si estuviera en la corte de invierno. Lo que me tranquiliza. En cuanto a mi amigo, Shema, humano que no debería estar en Encantus, está maravillado con todo a su alrededor.

La reina, con su mirada implacable recorre la sala, y se detiene en mí. Ojos brillantes en ocre azulado, una tela de seda cubre su cuerpo con elegancia.

—María Fernanda —dice con su peculiar tono frío y distante.

Recuerdo que mi último día en Encantus, ella fue… No fue del todo amable, pero lo intento. El punto es que, dijo: “las puertas de este reino siempre estarán abiertas para ti y tu familia”. Pues, no es lo que está demostrando ahora; estoy pensando en la posibilidad de que esas palabras solo hayan sido dichas por la presencia de Gerald, su hijo. Esa es una opción mucho más sensata que creer que soy de su agrado. — Has vuelto a Encantus.

—Así parece —una respuesta así a la reina es suficiente para que seas lanzado por el acantilado, sin embargo, esa es la última de mis preocupaciones.

Como es costumbre las inquietantes voces hacen eco en la sala, al escuchar mi grosería a su majestad. La corte oscura, elfos de piel negra y ojos escabrosos con filosas espadas sujetas a sus cinturas, arco y flechas decorando sus espaldas; duendes oscuros: casi esqueléticos con la piel verdosa… y la belleza y elegancia de las hadas oscuras. Casi todos en una estancia.

—Tan insolente como siempre. —La voz de la reina es suave e implacable—. Y como ya se te hace costumbre; estás aquí de modo ilícito. Ya estuviste condenada, fue muy difícil dejarte ir cuando mi corte exigía tu sangre.

Mi amigo se tensa ante las palabras de la reina.

Shema ya conocía mi historia en Encantus, incluyendo el juicio en la corte oscura; pero, escucharlo de la reina frívola es muy diferente. A mí, en cambio, sus palabras no me causan ni la menor sensación de temor.

—¿Por qué será que no me sorprende? —No aparto la mirada de sus ojos ocre azulado— antes de que lo pregunte, he vuelto… Se podría decir que por las mismas razones por la cual decidí involucrarme en su mundo, la primera vez.

—Esos hermanos tuyos son muy problemáticos, ¿no crees? —en la sala solo nuestras voces se escuchan. No hay murmureos; todos tienen su atención en la reina y en mí. —Deberíamos deshacernos de ellos, así no tendrás más razones para volver e irrumpir a un mundo al que no perteneces.

—Si la memoria no me falla; sus últimas palabras cuando deje este lugar fueron: “Las puertas de este reino siempre estarán abiertas para ti y tu familia” —replico.

—Yo diría que tu memoria no está del todo bien, ya que no recuerdo haber dicho esas palabras —dice con serenidad.

Algunas risas se filtran en la sala. Meses atrás exigían mi sangre y ahora les sirvo de payaso, memorable.

—Tampoco me sorprende. De este lado del mundo, las personas viven de una manera inigualable. Olvidan lo que dicen, a su conveniencia; no les interesa lo que ocurre más allá de estas cuatro paredes, —el rostro de la reina se desencaja con cada una de mis palabras, creo que ya sabe a qué punto quiero llegar, y no le está agradando— aun, cuando deliberadamente son inculpados de traición.

—Ese tema no te incum…

—Y al parecer —digo en voz alta interrumpiendo a la reina, que irradia ira en su mirada— les importa mucho menos que las defensas de su mundo se estén cayendo a pedazos, y como si fuera poco, que su propio heredero esté en medio de un extraño ritual para despertar a una tal… — ¡Demonios! Lo olvidé, es un nombre tan complicado.

—Agadria —dice Bianca con voz temblorosa.

—Esa... quién sea. Intentan traerla devuelta —digo dudosa por los comentarios de Gerald, él insinuó que había algo más, y quizás peor que esa mujer. —O es otra cosa, es complicado.

—Nada de lo que dices, puede estar ocurriendo —dice la reina con seguridad. —Primero que nada, la hermandad está fuera de Encantus. Fueron expulsados por las defensas al mundo mortal. Segundo, si las defensas se estuvieran debilitando ya nos hubiéramos dado cuenta, y tercero, mi hijo está en estos momentos visitando a su prometida.

No debería sorprenderme, pero sí que me cae como balde de agua helada. Mi abuela me advirtió que el príncipe ya debería estar comprometido. Gerald no lo mencionó, un detalle de su vida insignificante seguramente. Zulay busca provocarme, no le voy a dar el gusto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.