Encantus. Alas de fuego (libro 3)

Capítulo 26: Rescate

Capítulo 26:

Rescate

 

La oscuridad se cierne a nuestro alrededor, han pasado las horas, pero el amanecer nunca se ha elevado. Un cielo gris se expande hasta el horizonte, donde se une con el oscuro pantano, que no parece tener fin. A lo lejos puedo ver como se alza el gótico castillo en ruinas.

Atrapados, así como nos encontramos. Pero eso no es lo peor de la situación, lo peor es que ninguno de los tres adultos que han estado encerrados en estas malditas tierra por años, sabe exactamente como detener a Agadria y a la bruja.

Las palabras exactas de mi padre fueron: “Solo tuvimos suerte de que Idris nos respondiera, y se tomara la molestia de darnos una salida, y como te podrás dar cuenta tuvo sus fallas”, así que, sigo estando igual que cuando deje el mundo mortal. Sin tener idea de qué demonios voy a hacer para lo que se nos viene encima.

Tampoco hay manera de revertir lo que hicieron a Darla y Kevin (el padre de mis hermanos) para que vuelvan a ser libres. Ellos son peones en una guerra sin sentido.

—He oído hablar mucho de ti —me giro inmediatamente. El padre de Susej, se acerca con pasos lentos y con la mirada perdida en los desnudos árboles que nos rodean. Me gustaría saber cómo supo que estaría justo aquí, me asegure que nadie me siguiera, ni siquiera mi padre. Solo necesito un tiempo a solas para idear la manera de tener la garganta de esa niña en mis manos y darle la despedida de este mundo que se merece—. Me apena decir, que no todo lo que oí es bueno.

—Porque no me sorprende —expreso con sarcasmo.

Si es Susej quien hace referencias de mí, nunca serán para decir algo bueno.

—A según has causado más problemas que Mauricio y yo juntos —dice. Sus ojos se pierden como si anhelara aquellos momentos.

—¿Qué tanto dijo de mí? —pregunto. Volviendo la mirada a ese paisaje mortífero que nos rodea.

—No mucho, solo ha hecho énfasis en que has causado muchos problemas con su madre, pero no me ha dicho con exactitud lo que realmente ocurre—explica. Se acomoda sobre una fuerte raíz que se une a otra formando un pequeño banco de raíces entrelazadas. Sus ojos gris plata me observan con determinación.

—En resumen, su suegra está viva, no sé si estaba cociente de eso o no, me da igual. El punto es que a hermandad tiene a Gerald, mis hermanos y otros herederos de las cortes. Su esposa es una amargada, su hija es una nena encaprichada y su hijo un idiota arrogante—. Explico.

Sus labios se curvan en una desigual sonrisa.

—Es más de lo que Susej me ha comentado —dice sonriendo.

Es extraño tener al padre de Gerald frente a mí, ambos son tan parecidos.

Me gustaría saber que están haciendo, él y mis hermanos en estos momentos.

—Supongo que es normal, ni siquiera lo conoce —nos miramos fijamente. No sé por qué, pero se me es más fácil hablar con el que con mi padre. Quizás es por la misma razón por la que Susej no logra hablar con sinceridad. Es difícil tenerlo frente, saber con certeza de que está con vida. Que de ahora en adelante no estaré sola, ahora tendré el padre que siempre me hizo falta—. Me ocurre lo mismo con mi padre —admito.

—No es fácil de asimilar todo esto —dice pensativo—, por años soñamos salir de aquí y reunirnos con nuestras familias, pero al mismo tiempo nos fuimos resignando a nunca volver a ver el rostro de nuestros hijos. Ahora las cosas cambiaron un poco.

—¿Realmente piensan que no hay forma de salir de aquí? —insisto.

—No la hemos encontrado aún —la misma respuesta que he escuchado por horas.

—Bien ya que te ves bastante conversador, ¿podrías contarme cómo fue que terminaron aquí? —pregunto esperanzada. Ya que mi padre no ha querido tocar el tema abiertamente.

—No te vas a detener hasta obtener las respuestas que crees que pueden sacarnos de aquí ¿cierto?

—No tengo intención de volverme anciana en este pantano —expreso.

Entre las ramas desnudas y entrelazadas, observo la cabaña.

Shema, Susej y Bianca, dejan la cabaña y toman un delgado sendero alejándose de mi vista. ¿Dónde habrán dejado a los dos elfos?

—Lyon me puso al tanto de lo que está sucediendo. También dijo que Maritza seguía en este mundo en una existencia etérea.

—Pareces sorprendido de eso.

—Lo estoy. Sé que Arcadia encontró una especie de diario, pro nunca supe que esa bruja seguiría entre nosotros.

El hada de invierno, se mueve con una fragilidad y elegancia digna de las hadas, algo que yo no he logrado y que dudo mucho logre. Su cabello brillante y blanquecino sobre sus delicados hombros como si fuera una capa de nieve.

Mi amigo Shema camina con pasos cortos, sus manos entre los bolsillos, no idea que hacer con ellas, o más bien le noto un poco nerviosos por la cercanía de la princesa oscura. Definitivamente entre ellos está ocurriendo algo. Susej, se mueve con gracias, su cabello negro trenzado hasta la mitad de la espalda se mueve al compás de su cuerpo. Por primera vez desde que conozco a la princesa oscura la veo tan tranquila, como una persona normal. Es como si la arrogante chica que me lanzo por un acantilado, ahora no existiera, o más bien, no existe cuando está cerca de mi amigo.




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