Encantus. Alas de fuego (libro 3)

Capítulo 31: Marcas

Capítulo 31:

Marcas

 

Gerald

Como detesto este lugar. Ni siquiera sé cómo llegue aquí. Lo último que recuerdo es haber perdido la conciencia en el pasillo. No puede ser que nos hayan atrapado tan rápido. Aunque, no es que pudiéramos haber ido muy lejos. Seguimos atrapados en el velo.

La hermandad se está desestabilizando. Lo que pasó es evidencia de la premura que siente. A este punto parece que nadie es indispensable para llevar a cabo el ritual.

Del otro lado de este perturbador paisaje se encuentra la corte oscura. Solo tengo que atravesar la puerta de cristal y volvería a casa.

—¿Anhelando volver, príncipe Gerald? —la voz de Maritza es lo último que deseaba escuchar.

—Sí. Quiero ver a mi padre —doy vuelta para enfrentarla. Ella se muestra como una hermosa joven, jovial, un tono de voz dulce, pero su mirada es otra cosa. Siempre desentonando en su perfecta imagen. Sus ojos son completamente negros, la maldad desbordando de su iris como una cascada. —Supe que consiguió escapar.

Frunce el entrecejo, disgustada. No todo le está saliendo como esperaba.

—Yira los dejo ir. La niña cree que puede rebelarse contra mí —dice. Me acecha muy sonriente.

—¿No lo ha hecho ya? —inquiero, solo para molestarla. Por un poco de información también.

—Fíjate que sí. Consiguió expulsarme y salvar al niño. —Comenta con desdén—. No íbamos a matar al pequeño Kevin. Lo necesito, ya está marcado. Solo una herida superficial que tú mismo pudieras sanar. Pero ella se puso en medio. ¡Qué desperdicio! Años juntas, y ella sigue rechazándome.

Rodea los secos arbustos que nos separan. Camino en el sentido contrario. La última vez que estuve frente a ella se comportó muy insinuante. Etérea o como sea, no la quiero cerca de mí. Ya mi vida era un desastre con tener a Romina encaprichada conmigo como para que ahora se le sume una bruja que ya debería estar bien muerta.

—Tú también lo haces —dice con pesar.

—Me voy a deshacer de esta marca y de ti. No lo olvides, Maritza —le recuerdo.

Ella se ríe a carcajadas.

—Siempre dices lo mismo. No veo que hagas mucho para conseguirlo. Sigues aquí, Gerald. Aunque por el momento esto es solo un sueño. Nada ha cambiado.

¿Un sueño? Esto es un sueño. Entonces, la hermandad no se ha hecho con nosotros todavía.

—No, pero cambiará.

—¡Qué adorable! ¡Tienes un espíritu muy positivo! Pero eso no te llevará a ningún lado, Gerald. Vas a necesitar mucho más si quieres destruirme —acorta la distancia y termino acorralado hacia la puerta de cristal.

No puedo atravesarla, para salir de esta situación necesito despertar.  Tengo que despertar.

—Fue muy inteligente el aislarse. No creí que pudieran lograrlo. Ahora, —está demasiado cerca. No tengo a donde más huir. Solo me queda mirarla a los ojos— ¿realmente crees que es una solución permanente?

—Solo quiero ganar un poco de tiempo, es todo. —Sé que las raíces como barrera no nos mantendrán aislados para siempre, en algún momento cederán ante el poder de la hermandad, pero mientras eso ocurre Yira podrá confesar lo que sabe sobre su huésped. Si alguien sabe cómo se puede detener ese ritual es Yira.

—¿Tiempo? —pregunta extrañada—. ¿Para qué necesitas tiempo?

No respondo. Ya debe imaginárselo.

—Ella no hablara —grita tan fuerte que me cubro los oídos. —No lo hará.

Doy un paso atrás y atravieso la puerta de cristal. No puedo creerlo. Ella está del otro lado y yo…

—GERALD, DESPIÉRTATE —Maritza ha sido reemplazada por Suri.

Respiro aliviado de no tener que ver su cara, por el momento.

—Gracias, Suri —murmuro. Me incorporo y me duele todo, dormir en el suelo no es precisamente cómodo.

—¿De nada? —dice interrogativa con una mueca en los labios. —Vamos, levántate. Yira esta consiente y Kevin amenaza con congelarla. No te imaginas el odio que le tiene.

Él nos odia a todos, más la niña que lo traiciono trayéndolo a Encantus. Termino por ponerme en pie. Al principio pensé que era una celda pequeña, pero donde me encuentro es un espacio muy reducido.

—Estuvimos explorando. Este es tu segundo día dormido, ya me estaba preocupando. ¿Qué iba a decirle a Mafer cuando regresara y te encontrara hecho un cadáver?

—¿Así que estabas muy preocupada por mí? —le alboroto el cabello.

—Solo porque Mafer se pondrá muy triste si mueres, solo por eso —se pasa las manos por el cabello, arreglándoselo un poco.

—¿Y los demás?

—Mi hermano se asegura de que los gemelos no la vida de Yira, y Eulis se está haciendo cargo de cambiar el vendaje de su herida.

Caminamos por un corto y estrecho pasillo hacia otra estancia, bajamos dos escalones y me tengo que agachar un poco para ingresar a la habitación.




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