Encantus. Alas de fuego (libro 3)

Capítulo 39: La vidente

Capítulo 39:

La vidente

 

Mafer

Quema. El fuego quema y se extiende por todo mi cuerpo como una colcha protectora. Es la primera vez que lo siento morder mi piel. Nada que no pueda soportar. La hazaña mantiene lejos a los olvidados. Las mariposas negras se vuelven un cúmulo sin forma dispersándose lejos de mí. Los malditos olvidados le temen al fuego. ¡Qué alivio!

Por un instante creí que este sería mi final. Cierro los ojos y me concentro en respirar. En recuperar el aliento. Es horrible. Los olvidados extraen la vida como si fueran pinchazos en cada extremidad del cuerpo. Solo fue un segundo e igual pareció una eternidad.

—Mafer, ¿te encuentras bien? —pregunta Lyon.

Abro los ojos. Él está de pie, pero sin acercarse demasiado. El cielo tiene brillantes luces en contraste con la oscuridad, y los árboles se ven terroríficos en total desnudes.

—Creo que sí —me incorporo, despacio hasta sentarme.

Los olvidados han vuelto a ser mariposas negras, extremadamente grandes. Me levanto. El fuego se repliega por mi cuerpo hasta acumularse en la espalda como dos lenguas de fuego. Mis alas, excesivamente llamativas deciden que es momento de ser expuestas.

—Te temen —comenta Lyon.

—No, es al fuego.

—¿Y crees que no tenemos fuego en la corte oscura? —inquiere Lyon con su penetrante mirada.

—Bueno imagino que sí, pero… —Si parezco tonta. Es obvio que tienen fuego—. Olvídalo, tienes razón. Soy yo.

La bruja le teme al fuego, pero no a cualquiera, les teme a las hadas de fuego. Por eso la hermandad tomo posesión de la corte de verano antes que cualquier otra. De esa manera, no habría ningún hada de fuego que pudiera interponerse en su camino.

—¿Ya sabes cómo detener el ritual? —pregunta, preocupado.

Que la puerta de cristal se volviera trizas, para liberar a los olvidados no era algo que estuviera en nuestros planes, ahora es más complicado.

—Se puede decir que sí. —No quiero entrar en detalles que no sé cómo explicar. —Sigamos.

Él asiente. Retoma el andar, pero sin tanta prisa como antes, ahora con mis ardientes alas los olvidados se mantienen alejados. Al llegar a la puerta me percato de la presencia de una mujer que estoy segura nunca estuvo allí. No hace unos segundos. Tiene ojos oscuros, de un café intenso. Nos observa.

Es joven, de cabellera oscura como la noche misma, enfundada en un vestido muy antiguo para ser de esta época.

—El hada de fuego —dice como si me conociera. Yo por mi parte nunca la había visto.

—Es Maritza —murmura Lyon.

Ah, la bruja. Eso explica su vestimenta. Desconozco la época en que vivió, pero seguro fue hace mucho tiempo atrás.

—Así que, tú eres la bruja —digo, sin darle mucha importancia a su presencia.

—Soy Maritza, y vine a conocerte —sonríe.

Una sonrisa perversa, ella es también es un cúmulo de energía, como los olvidados. A diferencia de ellos, ella si tiene forma de una encantadora joven humana.

—Pues ya me está viendo. ¿Por qué mariposas? —pregunto, curiosa por la forma que han tomado los olvidados.

—A todos les parecen criaturas hermosas e inofensivas —explica.

—¿Así como tú? Una jovencita inofensiva, con una belleza intrigante. Una víctima de su pasado. Es eso lo que te gusta mostrar, ¿no?

—No conseguí impresionarte. Eres lista.

Se aleja de la puerta. No parece tener intensión de impedirnos entrar.

—Gracias, supongo.

—Necesito comenzar el ritual —anuncia.

—Y supongo que vienes a pedirme de favor que me entregue.

—No, tu solita accederás a morir —dice con mucha seguridad. Extiende el brazo invitándonos a continuar. —Entra, y toma tu decisión.

Ella se vuelve un cúmulo de energía que se eleva por encima de los árboles.

—Averigüemos que está pasando —digo, aterrada. Ella de verdad tiene la seguridad de que voy a ceder. Algo muy malo tiene que estar ocurriendo.

***

El castillo es el refugio de todas las hadas y elfos oscuros de la corte. A la reina no le va a gustar verme de nuevo, pero necesito ver a que Shema esté bien.

Estamos en la zona de calabozos, y nunca había visto tantas hadas y elfos. Zigzagueamos entre ellos. Nadie repara en mi presencia, están tan asustados que podría pasar una manada de elefantes por el pasillo y nadie se quitaría de en medio.

Lo que está pasando es una probada, del futuro que nos espera con la hermandad liderando Encantus. Vivir bajo el yugo del miedo y la esclavitud. Una responsabilidad mayor se posa sobre mis hombros, como. No puedo fallar. Por mi familia, amigos y demás hadas debo salir victoriosa.

Con mente positiva, voy tras Lyon.




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