Encantus. Alas de fuego (libro 3)

Capítulo 41: Ritual

Capítulo 41:

Ritual

 

Mafer

Me aseguro de que haya suficiente distancia entre la mujer serpiente y yo. El corazón golpea mi caja torácica sin contemplación. Calma Mafer es una mujer, solo una mujer con una extraña naturaleza. No va a enrollarse a tu alrededor para asfixiarte. Tiene cosas más importantes que hacer, como curar a Susej. Así que no hay de qué preocuparse. Ni hablar conmigo misma funciona. Mis acelerados latidos no disminuyen, y eso que ya me estaba sintiendo mejor. No bien del todo, porque sigo sintiéndome débil, lo que sí es que me puedo sostener muy bien sobre mis pies. Desperté hace como media hora, completamente desorientada. Arcadia hizo que nos trajeran con una curandera, pese a que me negué venir. Lo que evidentemente no sirvió para nada, por un instante olvidé donde me encontraba y con quien. Sí, olvidé que estoy recluida en el velo… Un momento.

Detallo el espacio, es un cuarto pequeño, paredes de piedra en un tono tan oscuro que parece que hubieran sido pintadas de negro.  Lo que para mí es una camilla, es una mesa alta, rectangular con gruesas y torcidas patas. Una tela blanca la cubre. Ya estuve aquí, y no ha sido en mis visitas al velo, no. Nada que ver. Gerald me trajo a este mismo lugar antes de mi juicio por una rodilla dislocada, lo que significa que estoy en la corte oscura.

—¿Te encuentras bien? —presto a tención a la curandera que me estudia con la mirada. Seguro de que no tengo muy buen aspecto. —Puedo revisarte…

—No es necesario.

Y aquí estoy, incapaz de hacer cualquier otra cosa que no sea temblar de miedo.

¿A qué se debe que estemos en la corte oscura? Para mí no tiene ningún sentido.

—Es todo lo que puedo hacer —anuncia la mujer serpiente de baja estatura y mucho peso para la poca altura que tiene. Quizás se comió un apetitivo y todavía no hace la digestión, las serpientes pasan horas para digerir.

Desvió la mirada hacia Susej, un terreno más estable, solo es apariencia. Ella permanece sobre una camilla con la mirada fija en el techo, algunas lágrimas humedecen sus mejillas. El hada oscura va en picada hacia el acantilado y sus alas no saldrán para salvarla. Se convierte en humana, y parece ser irreversible.

—¿Seguro de que no hay nada más que hacer? —se atreve a preguntar Shema.

No se ha despegado de su amorcito en ningún momento. Sin importarle la presencia de Arcadia o cualquier otra hada de la hermandad, su único interés reposa en una cama muy asustada.

La curandera cada vez que habla una lengua delgada sobresale de sus labios, estoy segura de que no es producto de mi imaginación, tampoco de mi fobia. A esa criatura lo único que le hace falta es una piel escamosa y arrastrarse por el suelo.

—Pueda que haya una solución, pero no aquí —susurra con ese extraño movimiento en los labios. Me pego más contra la pared, queriendo fundirme con ella.

—¿Qué hay que hacer? —pregunta Arcadia.

—Tienen que ir con mi pueblo —explica la mujer con serenidad. —Ahí te podrán ayudar, pero es un proceso lento. No volverá a ser la misma de la noche a la mañana. Recuperar su esencia no es tan fácil como ha sido perderla. Y del tiempo que dispones es de dos semanas, tres cuando mucho.

—Entonces hay que ir cuanto antes —la voz de Shema detona su urgencia de proteger a Susej.

Arcadia, por el contrario, le preocupa más tener que postergar el ritual.

—No hay tiempo para eso. Con lo poco de magia que quede en ella se hará el ritual —sentencia Arcadia.

Susej se estremece sobre la camilla. Encuentro su mirada, sus ojos perdieron ese brillo en tono plata, ahora son completamente grises. Si yo hubiera permanecido más tiempo en esa cueva estaría en las mismas condiciones que ella.

—Muévete muchacho. ¿Qué esperas? —ruge Arcadia deteniéndose en la salida de la celda equipada para ser un lugar de curación. —Tráela.

Mi amigo respira conteniendo su molestia. Ayuda a Susej a ponerse en pie.

—No te quedes atrás Mafer, tienes una deuda que pagar —dice Arcadia ya desde el pasillo.

Para regresar a Encantus hice un trato con lo que pensé era una vidente, pero que resultó ser un hada antigua, involucrada con una bruja. Mi deuda será saldada una vez que esté en medio de ese ritual. Caminaré como una niña obediente para entrar a la boca del lobo. Voy tras ellos.

 

Me pierdo un par de horas y la corte oscura es tomada por la hermandad. Los pasillos despejados y nuevos guardias reemplazan a los elfos oscuros. Las puertas abiertas. Paso al interior del gran salón. El único cambio relevante es ver a Agadria postrada en el trono con unas ínfulas de regente más grande que el espacio que la rodea.

Los olvidados se repliegan cerca de ella en forma de Mariposas espectrales como dibujadas en la pared y techo tras su espalda, un efecto visual con un claro indicativo, generar miedo a los que puedan negarse a reconocerla como reina de la corte.

Con el espectáculo previo que dio Maritza no debe quedar nadie con fuerzas como para luchar contra la hermandad, si lo hay, no están en esta sala. Ningún elfo oscuro está aquí. La representación del reinado anterior es Zulay inmovilizada de rodillas por la cerca de tres mariposas, en comparación al tamaño que tenían en el bosque se puede decir que son medianas volando a su alrededor, apenas rozándole la piel. Zulay aprieta los dientes, con fuerza, los músculos de su rostro contraído por la caricia de los olvidados.




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