Encantus. Alas de fuego (libro 3)

Epilogo

Epilogo

 

Mafer

La reina oscura una vez estado fuera de la celda y tomado el control de la corte de nuevo. Manifestó una orden inmediata. Encerrar a Yira en las mazmorras del castillo, por traición y responsabilidad directa con los elfos oscuros sacrificados en la frontera de las tinieblas. Nada de lo que dije la hizo replantear la posición de Yira. Mi testimonio de que ella fue utilizada por la hermandad fue declinado. Es culpable, y haya así hubo cambiado de bando al final, su culpabilidad sigue siendo la misma, y por ende será castigada.

Zulay me ofreció una celda al lado de la Yira, por si quería hacerle compañía. Además, he sido democráticamente como la responsable de todo el desastre causado en la corte oscura y no menos importante, por permitir que su hijo, el príncipe oscuro haya sido expulsado de Encantus hacía el denigrante mundo de humanos. Según ella debí haber ido en su lugar. Ah, como si hubiera sido muy sencillo que Eulis tomara el lugar de Yira, eso ella no lo sabe por supuesto. Es un conocimiento que me perjudica directamente. El punto es, que de esa manera sus problemas se acabarían, la hermandad se ha ido y Gerald podría cumplir con el compromiso que ella arregló con Romina.

Tuve que morder mi lengua y tragarme todas las réplicas que se me ocurrieron en el momento. También, porque mi amigo Shema sigue como una garrapata, pegado a Susej. Zulay no ha tomado ninguna decisión sobre su hija todavía.

No quedo nadie de la hermandad, a excepción de Yira. Hasta los olvidados desaparecieron. La marca en el suelo se ha desvanecido con la fulminante aparición del amanecer, el cielo sangra en un tono rojizo y gotas calientes y de brillante luz inundan el suelo de la corte oscura. Las hadas y elfos oscuros se han juntado en el patio del castillo, para ver a su reina y conocer los últimos designios.

—Mi padre vino a buscarme —la voz de Suri me hace retroceder del acantilado.

Ganamos un segundo round contra la hermandad. Su trenza rubia se desliza por su hombro hasta el abdomen. Vestida con ropa prestada de la corte oscura, pantalón negro y una blusa de manga larga con un trenzado en v en el pecho. Una mirada dura, de una luchadora.

—¿Crees que te encierren en tu habitación porque Dar se ha ido? —pregunto.

Su hermano es el príncipe de la corte de primavera, en algún momento tendrá que ocupar el lugar de su padre y no sabemos cuándo podemos traerlo de vuelta.

—Es posible. No será por mucho tiempo.

—Bien. Cuando las aguas se calmen. Hay que buscar a Idris hasta debajo de las piedras.

—Sí. ¿Qué pasara con Yira?

—Ya te podrás imaginar. Zulay hará un juicio, dará una sentencia. No me sorprendería que decidiera tirarla por el acandilado y ver como su cuerpo se vuelve papilla contra las rocas.

Suri, suelta la risa.

—No podemos permitirlo. Yira es nuestra mejor arma contra la hermandad. Estuvo con ellos, y unida a Maritza mucho tiempo. Ella debe conocer alguna debilidad, quizás la ubicación del corazón de la bruja. La hermandad seguirá haciendo daño. Tuvieron sus bajas, pero eso no los detendrá.

—Por esa razón la voy a ayudar a escapar.

—Ahora es un buen momento. Mi padre y Zulay están teniendo unas palabras. Voy a despedirme de Shema y Cris para darte un poco de tiempo.

Me inclino contra el suelo y retiro la daga de la hermandad. Podría ser útil en el futuro.

Caminamos por los pasillos del castillo. Los elfos oscuros desplegados en cada rincón. Zulay se ha tomado muy en serio su seguridad. Después de haber sido destituida por Agadria quedo un poco paranoica. Es un exceso de despliegue de guardias. Si estuviera en su posición, estaría igual. Ir hacia la celda de Yira no es apropiado, seré vista y se entenderá de inmediato que quiero ayudarla. Si no fuera porque todavía me queda Shema pegado a su amorcito, y pies, no puedo permitir que le pase nada a Susej, me importara un rábano que Zulay se diera cuenta del escape de Yira.

Llegamos al cuarto de sanación donde tienen a Susej. La misma mujer serpiente que la atendió está en la con ella, ¿por qué sigue aquí? ¿Debería están del otro lado de las defensas? ¿Acaso algo ha ido mal?

—Ella no tiene la marca —susurra Suri a mi espalda.

Eso lo explica. Casi me da una apoplejía de la impresión.

—Si dices una sola palabra de lo que vas a ver te voy a quitar la piel de serpiente con mis propias manos —mi voz suena amenazante.

Excelente. No se nota que le tengo fobia.

Ella asiente.

Las llamas me acaricias y me trasladas a la celda de Yira. Ella sentada en un rincón con la cabeza metida entre las piernas. Antes quería matarla, ahora la ayudo a escapar de la corte oscura. Me muevo. Ella se levanta de un salto, lista para atacar de ser necesario.

—Oh. Eres tú —dice al verme.

—¿Quién más si no? Vamos, te voy a sacar de aquí —tiendo mi mano.

—la reina no te perdonara esto.

Me encojo de hombros.




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