Encantus. Alas de hielo (libro 5)

Capítulo 1: Bosque de serpientes

Capítulo 1:

Bosque de serpientes

 

Mafer

Encantus se encuentra en la cuerda floja, balanceándose en el aire y luchando por mantener el equilibrio. Cada mañana siento el mismo tirón de alerta de la corte que lidero. Un recordatorio de que se acaba el tiempo, no estoy segura para qué, pero es evidente que algo sucede. Me preocupa no haber avanzado en nada para abrir las puertas.

La situación no ha cambiado mucho desde que se logró la expulsión de la hermandad, en su totalidad. Desde que los condenados atacaron a la corte oscura. Desde que se desveló que Yira es la heredera de una sexta posición de poder en Encantus. Algunos creen que ella podría estar por encima de las cortes. Son suposiciones que los selváticos no han aclarado, es más, ni siquiera los hemos vuelto a ver. Sé que tienen una estructura para vigilar las fronteras, su enfoque más hacia la corte oscura, Yira me asegura que es así, sin embargo, nadie ha visto un selvático en más de un año.

Los guardias de verano, que también toman sus turnos para escabullirse por los límites de Zulay, nunca se han cruzado con algún selvático. Como era de esperarse, la reina oscura le ha dado a entender al resto que su corte no sufre ninguna debilidad. Así que he tenido que actuar sin su consentimiento y en complicidad de Geraldo y Lyon.

La fragilidad de la corte oscura lo sabemos muy pocos y se ha mantenido así, golpear el ego de mi suegra sería muy entretenido, pero como reina puedo entender su preocupación, lo que hace para calmar el miedo entre los suyos. Ser el líder de una corte es una responsabilidad enorme.

—¿Cuánto falta? —se queja Shema. Su voz irrumpe el silencio que envuelve al bosque.

Él no se despega del lado de la carreta donde se traslada a Susej inconsciente, alado por dos felinos, dos gatitos muy grandes, de orejas puntiagudas en un tono ceniza, en realidad todo el pelaje es ceniza con franjas negras. Propiedad de Yira, o de los selváticos. No estoy muy segura. Estaban a nuestra disposición en la corte oscura.

Salimos de la corte de verano a media noche como si fuéramos fugitivos, se supone que como reina no debo salir sin mis respectivos escoltas, la guardia es bastante intensa en cuanto a la seguridad y mi padre aún más, está algo paranoico con los condenados sueltos por allí. Bueno, es que tampoco se lo he hecho fácil. Los problemas siempre están a la orden del día en cuanto a mí respecta. Así que he salido sin su consentimiento, no quiero imaginar cómo deben estar las cosas por allá.

—No tengo idea, Shema—digo cansada de oír la misma pregunta. Desde que salimos no hemos parado de caminar, y pronto caerá la noche. Se supone que veremos a Yira en algún punto de este bosque, ya hemos caminado un buen trecho y no la hemos visto.

Solo Shema y yo parecemos preocupados por eso, en cambio, Suri quien es un poco más alta que yo, su cuerpo de niña ha tomado algunas curvas, su cabello trenzado cae a la altura de sus caderas. Se ha convertido en un elfo ágil y mortal para sus enemigos. Se mueve con destreza como nuestro guía por el bosque, como la primera vez que llegamos a Encantus.

Cuando nos conocimos por primera vez ella tenía once años, ahora estamos a escasas semanas de su cumpleaños número quince. Las cosas no han cambiado mucho desde aquel día. Cris sigue yendo detrás de ella, el tiempo los ha unido un poco más. Mi hermano ha aprendido mucho de ella. Ser un hada guerrera implica tener que aprender a defenderte, a luchar, usar armas filosas justo como la que lleva sujeta en su espalda.

Debo admitir que es un buen luchador, y juntos son de temer. Nada en comparación con el niño que llego a este mundo de fantasía. El tiempo ha pasado tan rápido. Hace tres años era un niño desgarbado de trece años, que comenzó sentir los cambios de la magia que corre por sus venas. Ahora su cuerpo ha adquirido algunos músculos muy masculinos.

—¿Seguro vamos en la dirección correcta? —acaricia la oreja de uno de los gatos, le hace un mimo como si ese animal estuviera domesticado. No se han portado mal, son bastante obedientes en realidad, pero yo no me arriesgaría tanto. Tienen garras filosas y son carnívoros.

Las hadas tenemos conexión con la naturaleza, los animales de todo tipo y todo tamaño, pero él suele olvidar que es humano y que es frágil. Fácil de comer.

—Umm. ¿Qué? ¿Por qué me miras así?

—Por tu falta de sensatez.

Junta las cejas, confundido y luego parece que se hubiera prendido una bombilla porque voltea a mirar a los felinos.

—Son obedientes —refuta con seguridad—. Los envío Yira, dudo que quiera deshacerse de nosotros.

La misma que no se termina de presentar. La idea de llevar a la princesa oscura con las sanadoras no me agrada, demasiadas serpientes juntas para mi gusto, pero qué se le va a hacer, se acaba el tiempo. El ataque de los condenados fue como un gancho de anclaje para la bruja.

Dado que perdió el control de Yira por completo, busca con desespero un nuevo recipiente. Lo que se redujo a Susej. Su estado la hace una presa fácil; primero, ya tiene un fuerte lazo con Maritza a través de la cueva; segundo, al estar inducida al sueño, la bruja puede acceder a ella, dado que es una tejedora de sueños; y tercero, la corte oscura se encuentra muy débil.




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