Encantus. Alas de hielo (libro 5)

Capítulo 5: Pueblo devastado

Capítulo 5: 
Pueblo devastado
 


Gerald

Una noche más que nos arraiga a este mundo sin salida. La luna ha sido testigo de la desesperación que implica sobrevivir.

La hermandad logró que los humanos nos odien de tal manera que nos cazan a toda hora de día y de noche con sus extrañas armas de fuego. En el momento en que las defensas de Encantus expulsaron a la hermandad, también lo hizo con la mitad de los que interrumpimos el ritual de Agadria, y no solo eso, algunas hadas que se encontraban cerca de las puertas al mundo de los humanos se vieron envueltos en el cambio de las defensas y terminamos todos de este lado.

No creí que algo así pudiera suceder. Estaba consciente de que parte de los que estuvimos involucrados terminaríamos aquí, mas, no que otros también se verían arrastrados a la inseguridad que representa la hermandad.

Al principio nos ocultamos, en los bosques, pero con el pasar de los días la hermandad comenzó asechar a los humanos y el derramamiento de sangre los puso en nuestra contra. Hadas matando a humanos, eso es lo que somos para ellos. Lo que ha hecho que muchas hadas inocentes mueran al no saberse defenderse. Los pocos que se han mantenido con vida es porque tienen a un hada guerrera de su lado y son muy pocos. En mi caso, tengo a Dar, un elfo de la corte de primavera, él se ha encargado de mantenernos a salvo a Kevin, Eulis y a mí, además de que hemos aprendido un poco de él. La situación se ha vuelto crítica para todos y las puertas siguen cerradas. Después de tres años, hemos tenido que aprender a vivir con las pérdidas y con la zozobra de no saber qué hacer.

La hermandad ha cambiado por completo, esas hadas ya no son lo que eran antes, la sangre de humanos que han estado consumiendo los transformó en criaturas despreciables y nocturnas, hambrientas por la sangre de cualquiera que les atraviese por delante, quedan pocas hadas por lo que cazar humanos se ha vuelto cada vez más seguido.

Un día de cada mes, se supone que deben abrirse las puertas hacia nuestro mundo, Encantus. Pero cada vez que hemos venido se encuentran cerradas y así permanecen hasta el amanecer. Hoy parece que será un día como todos los demás, las puertas cerradas y nosotros atrapados en una guerra que parece no tener fin. Cada día me pregunto ¿Qué estará pasando del otro lado?, ¿Por qué aún no se han abierto las puertas? Y nunca encuentro respuesta.

—Debemos irnos, ya pronto amanecerá —dice Kevin decepcionado, a pesar de que este es el mundo donde se crio y dónde preferiría estar, su nuevo aspecto de hada de invierno lo expone como una criatura extraña a la que los humanos temen. Nuestra mejor apuesta es regresar a Encantus, no siento el anhelo en él como en los demás, pero si existe un fuerte lazo que al final lo llevará de regreso. Ser el rey de invierno son como cadenas para él, de las que no se puede liberar.

—Andando —ordena Dar, iniciando el recorrido de vuelta a la casa del padre de Shema. A pesar de que su hijo se ha quedado atrapado del otro lado, nos ha tratado muy bien y nos mantiene resguardados en su casa, junto con la abuela de Kevin, una anciana un poco sobre protectora, mucho más que mi madre.

Cada noche tomamos el mismo sendero, la brisa siempre es silenciosa, hoy no es la excepción, el problema es que, el silencio sepulcral que siempre nos acompaña se ha visto interrumpido por lamentos y quejidos.

—Creo que deberíamos ir, por otro lado —expresa Eulis detrás de mí.

Quizás tenga razón, es mejor evitar encontrarnos con lo que sea que está ocurriendo, aunque seguramente es una inocente hada en manos de algún integrante de la hermandad. Suena cruel, pero la última vez que intentamos ayudar apenas y alcanzamos a salir con vida, las hadas de la hermandad se han vuelto muy rápidas y te absorben la vida en segundos.

Cambiamos de rumbo con rapidez, el sendero deja de ser nuestra salida más viable, ahora nos hacemos camino entre árboles y maleza. Mientras el aire silva en conjunto con los lamentos y gritos de auxilio que provienen de alguna parte del bosque, por momentos es como si estuvieran muy cerca de nosotros y por otros instantes es como si se escuchara muy lejos. Un sonido traicionero que te hiela la sangre.

Nos alejamos con pisadas firmes y silenciosas. Un poco más y estaremos en la carretera donde el señor George debe estar esperándonos. Dar se detiene, lleva un par de flechas en la espalda. Su mano sostiene una, lista para ser disparada si fuera necesario. Se agazapa muy cerca del suelo como un tigre acechando su presa. Imitamos sus movimientos. La hierba es un poco alta y con la obscuridad que reina esta noche nos ocultamos con facilidad. Sin hacer uso de mis habilidades.

Aquí nos limitamos a utilizar nuestras habilidades, mis sombras por ejemplo son como un foco para la hermandad, me puedo ocultar sin problemas, a todos en realidad, pero Agadria ya me ha rastreado en varias oportunidades. Ocultarme y dejar un rastro nos pone en peligro, así que, no es viable dar rienda suelta a nuestra magia.

Esperamos en completo silencio unos buenos tres minutos, hasta que en nuestro campo de visión entra Agadria. Su andar es lento y escandaloso, como si arrastrara los pies. Es un poco comprensible ante el peso que lleva en la espalda. Estos han conseguido que lo que se inició como una deformidad en su cuerpo tomara forma de una media mujer emergiendo de su cuerpo. Es como si fueran siamesas unidas por la espalda y compartiendo las mismas piernas.




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