Capítulo 6:
La Cueva
Gerald
El aroma a café se extiende por toda la sala.
Son las 6:00 am, y no he podido dormir. Pase toda la noche en el incómodo sofá esperando a que la puerta se abriera y llegara mi hermana. Roció tampoco ha dormido en toda la noche. Creo que esta es la cuarta vez que hace café.
—Ten, tomate otra taza —me ofrece. Tomo la taza de sus manos cálidas. Gracias a esta anciana me he vuelto adicto al sabor afrutado y ese aroma a tierra que proporciona el café—. No entiendo por qué no han llegado. Está un poco lejos el lago que habitan las sirenas, pero para que pasen tantas horas.
Ella se acomoda en la otra silla. Suspira del cansancio y ataca su taza como si ese pequeño recipiente estuviera el elixir de la vida.
—¿Cómo pudo Shema llamar? —murmuro mientras tomo un sorbo de café.
Le estuve dando vuelta al asunto, él no tiene uno de esos aparatos para comunicarse, viene de Encantus y allá no hay ninguno.
—Trae la compañía de una sirena, ella es muy buenas para atraer a los desconocidos, seguro que alguien se embelesó con ella y tendría algún teléfono a la mano —se encoge de hombros.
—Supongo que tienes razón —miro a la puerta, nada, sigue cerrada—. ¿Crees que ella esté bien?
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que la vi, y lo que recuerdo es ver a mi hermana perderse en la fragilidad de un humano. Es difícil de explicar el cambio, físicamente son muy poco, quizás hasta casi imperceptibles, pero internamente es como si te quebraras en pedazos. Rocío es el mejor ejemplo de eso, ella, aunque nació siendo un hada, morirá como un humano. Lo que espero al verla es ver a una chica que tendrá que adaptarse a una vida como la de Rocío.
—Pienso que existe la posibilidad de que tu hermana siga siendo un hada —su voz está llena de melancolía. Lo que a ella le ocurrió fue una injusticia. Sus alas fueron cortadas, lo que significa que su alma fue fragmentada, la esencia del hada que fue sigue en su interior. Pedazos que no pueden ser unidos de nuevo—. Lo que ha pasado con ella es muy diferente a lo que me hicieron a mí. Cuando se le cortan las alas a un hada, la magia que corre por sus venas se desvanece y la poca esencia que queda en su cuerpo se quiebra. No existe manera de recuperar unas alas, lo que significa que no existe forma de juntar todos tus pedazos. Terminas siendo un humano con una que otra habilidad, pero jamás vuelves a ser quien fuiste alguna vez. Con tu hermana ha ocurrido algo que puede llegar a ser reparable si tenemos el tiempo suficiente.
—Han pasado tres años, y ahora es que tenemos noticias de ellos. Comienzo a pensar en que Dar tiene razón, y mi hermana solo está de regreso porque ahora este es su lugar en el mundo.
—Oye, creo que debes confiar un poco más en mi nieta, dudo mucho que haya permitido que tu hermana dejara de ser quien es —sus ojos en tonalidad avellana parecen una caja de secretos —. Tu hermana entró en contacto con un sitio que absorbe magia, el recinto de una bruja que murió allí y que seguramente hizo de ese lugar su conducto para alimentarse. Si se consigue romper ese conducto tu hermana quedaría libre, su magia regresaría a ella. Existe una posibilidad, nada más tenemos que esperar a que lleguen.
Termino de tomarme mi café. Le doy vueltas a la taza sobre mi mano. Un sonido en la puerta principal nos pone alertas a ambos. La puerta es abierta, y el señor George entra detrás de una joven que nunca había visto, pero que inmediatamente reconocí como una mujer serpiente. ¿Qué es lo que está pasando?, ella no parece estar feliz de estar aquí, más bien es como si fuera una prisionera sin cadenas.
Ahora que lo recuerdo, Shema menciono a una mujer serpiente.
La joven se pasea con una mirada escrupulosa sobre la casa. Su rostro refleja una ira que lleva contenida en la piel, no ha venido por su propia voluntad. En mitad de su rostro se puede percibir la piel de serpiente verdosa y brillante deseando ser liberada, se extiende hasta su brazo.
—Encontrarlos fue fácil —dice el señor George dejándose caer en el sillón vacío—, pero se complicó un poco el retorno porque la señorita se quiso escapar.
Ella sisea. Sus ojos se rasgan y se acentúan escamas en su rostro. El señor George no parece sorprendido por el origen de la mujer que lo acompaña. Se adaptó muy bien a todas las rarezas que azotan a su localidad.
—Compórtate —reprende Rocío dado un manotón en el brazo de ella—. Estás en un pueblo que está matando a cualquier criatura extraña, y una serpiente con el torso de una jovencita va a recibir muchas balas si no es prudente.
La chica cambia sus ojos hasta que parecen más normales, sigue teniendo esa hipnótica presencia que está destinada a la caza.
—¿Dónde está mi hermana y Shema?, y ¿por qué traes una mujer serpiente? —pregunto en el momento en que veo que nadie más entra.
—Me hicieron dejarlos en esta dirección —hurga en el bolsillo de su pantalón y le entrega un papel a Rocío—, Shema y tu hermana fueron a la caverna de la bruja junto a una sirena. Y me hicieron traer a la jovencita serpiente conmigo.
—Debemos ir —anuncio.
Dejo la taza en una mesita dónde hay algunas fotografías, todas de Shema siendo un niño, una escala de sus cambios al pasar de los años.
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Editado: 28.09.2024