Capítulo 26:
Hada suprema
Mafer
—Gracias por apoyarme —comento mientras caminamos hacia la habitación de Idris. Mi padre no ha dicho nada desde que nos despedimos de Zulay y Geraldo, quienes fueron los últimos en abandonar la corte. Ambos partieron para movilizar a los suyos, cuanto antes.
La rueda del destino está girando tan rápido que atropella a todos a su paso. A pesar de que la ausencia de Bianca, habla por sí misma, envié un emisario para notificarle lo que se expuso en la reunión. Somos más fuertes si estamos unidos, ya lo demostramos al expulsar a la hermandad, ahora esa unión debería perdurar.
—Quisiera detenerte. Otros pueden ir, tenemos guardias que están más que dispuestos a enfrentar a la hermandad. Eres una gran inspiración para muchos —sonrió, él también. Las hadas guerreras de la corte de verano son muy fieles a mí, a pesar del pasado de mi familia, de la traición de mi madre. Sí, me he ganado su fidelidad y lealtad. No dudo que estén dispuestos a ocupar mi lugar en esta guerra, para que esté a salvo—. Con las defensas bloqueando cualquier acceso, estar de este lado te mantendrá segura.
No puedo culparlo por su egoísmo paternal, Mauricio, el anterior rey de la corte de verano, se toma muy en serio su trabajo de cuidarme, aunque eso no impide mi movilidad a voluntad ante cualquier situación que pueda presentarse. Él es el mejor padre que puedo tener, nada de lo que pude haber imaginado de niña se compara con él.
—Supongo que, dadas las circunstancias, no tiene una cajita de cristal donde meterme, ¿cierto? —bromeo.
—Sonara egoísta por mi parte, si tuviera cómo aislarte de todos estos problemas lo haría. Tengo miedo de perder a mi hija.
Se me cierra el pecho. Hemos estado casi toda una vida, distanciados, apenas y recuperamos algunos años.
—No me vas a perder, papá. —Agarro su mano y le doy un apretón. Dejo un beso en su mejilla—. Volveré a ti. No voy a perderte ahora que te encontré.
—Confió en que lo harás. Estoy muy orgulloso de ti, de lo que haces, aunque no siempre este de acuerdo.
Quedamos frente a la puerta de la habitación que ocupa Idris. Es el momento de enfrentar al hada suprema y su actual situación. Abre la puerta, soy la primera en entrar.
—Algo más, no seas tan dura con ella.
Frunzo el entrecejo. Qué extraña petición.
—¿Eso por qué? —murmuro.
—Ya lo verás.
La habitación que le fue asignada al hada suprema, es amplia y cómoda, un balcón
Me impacta verla de pie, su basta presencia detona poder. No me parece débil en lo absoluto, la arrogancia la lleva de vestido. Me recuerda a alguien, a Zulay, ambas se llevarían muy bien. Lo que es contraproducente para mí, podríamos llevarnos muy mal. Desvía la mirada del balcón, el retrato en aquel castillo abandonado no le hace justicia a su belleza, los ojos azul turquesa tienen rastro de color plata, ese pequeño detalle no fue puesto en la pintura. Su cabello es mucho más largo, cae sobre sus caderas como rayos de sol. Dentro de lo que he visto, ella no entra entre los estándares de hadas de la corte oscura, es muy rubia, sin embargo, el peso de su mirada es propio de allí, tiene un aura de grandeza aplastante para los demás.
—¿Las hadas oscuras nacen siendo arrogantes, o lo van aprendiendo con el tiempo? —pude haberme guardado la pregunta, pero sentí una pequeña molestia en la garganta con ellas. Era necesario que fueran expuestas.
Mi padre se ahoga de repente con una tos fingida. Ella frunce el entrecejo, unas delgadas líneas se forman en medio de sus rubias cejas. Sus ojos toman una coloración más plata que azul. Su intento de intimidación no me inquieta.
Ja, he tenido mucha práctica.
Para el estado en que se supone está, esperaba verla más convaleciente, casi que, arrastrando sus pies, no en una posición regida y rebosante de superioridad.
—Curiosa pregunta —murmura casi entre dientes, intenta mantenerse serena, falla estrepitosamente, sus ojos y postura dice todo lo contrario.
—No la ha respondido —insisto, aunque es una pérdida de tiempo. En realidad, sé la respuesta, es parte de su naturaleza. Me molesta su falta de gratitud dadas las circunstancias.
—Es parte de nosotros —concede, no muy feliz. Idris es una mujer acostumbrada a solucionar sus propios problemas, sin ayuda, por el contrario, es ella quien ha ofrecido una mano en una que otra ocasión. Verse inmersa en una posición de debilidad la carcome por dentro. Zulay y ella son muy parecidas—. Ayude a tu padre una vez.
—Te estamos agradecidos —dice él, y es verdad. Sin su intervención hubieran muerto, no tendría a mi padre aquí y ahora. Sin embargo…
—Pudiste haber hecho más.
Sus labios se mueven sin pronunciar palabra, lo que sea que iba a decir se lo pensó mejor.
—Mafer —reprocha mi padre en un tono sutil.
—Hice más de lo que puedes ver, niña, las defensas no se construyeron solas. Deje un legado en una tierra que me arrebato demasiado —su tono altanero mezclado con soledad y dolor. El origen de su enojo va en una sola dirección, y no es Encantus. Su hermana es el punto clave de todas sus desgracias y ella lo abandono todo por frustración. No encuentro otra explicación.
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Editado: 28.09.2024