Capítulo 27:
Nueva reina
Mafer
—¿Tienes mamitis? —pregunto bajito, la risa me quiebra la voz.
Si algo no esperaba es que Idris nos acompañara al otro lado. Viene de allí, y según mi percepción no tenía ninguna intención de regresar. La maternidad hace milagros.
—Dice que podemos cruzar mejor con ella —escapar de los guardias es una ardua tarea.
Yira se detiene contra la pared, hago lo mismo. Dos hadas guerreras de mi guardia real están peligrosamente cerca. Si nos atrapan no voy a saber qué es lo que quiere Bianca.
El hada de invierno envío a uno de sus mensajeros para citarme, sola, a las afueras de la corte de verano. Entre algunos acuerdos que tengo con mi padre, uno de ellos es no salir sola, siempre debo llevar al menos a un guardia. Así que llevo a mi cómplice de aventuras. No es lo que él preferiría, sin embargo, es lo que a mí me funciona.
Los dos guerreros avanzan sin percatarse de nosotras.
¡Uf, que alivio!
Vamos hacia la salida, una puerta estrecha que da a la parte más boscosa y alejada del castillo.
—Yo también diría eso si no quisiera despegarme de mi bebé —susurro a su espalda.
Ella se asoma y da señas para continuar. Corremos hacia los frondosos árboles. Podría movilizarme hasta el lugar de encuentro con el fuego, pero es una llamarada que me consume que no pasa desapercibida. Además, la adrenalina del escape no tiene comparación alguna. Hay que aprovechar esos pequeños momentos, estar en un trono le resta mucha diversión a la vida.
—No puedes culparla por eso. Si Mauricio no fuera tan responsable con la corte, también iría detrás de ti, para asegurarse de que vuelvas en una pieza —replica con la voz agitada, esquivando todo obstáculos de la naturaleza que se presente en su camino.
Qué bueno que me cambié de ropa, una carrera por el bosque no es ideal en un bonito vestido, ni práctico. Desde este momento, todo es una carrera contra el tiempo.
—No puedo discutir contra esa lógica —mi respiración va en aumento—. Dime qué hay una forma de acortar camino.
—La hay.
Mantenemos un trote acelerado un par de minutos más, hasta llegar a un inmenso roble, de sus múltiples ramas caen cortinas de musgo. Es impresionante y antiguo. Uno de los más viejos en Encantus, puedo sentir su fuerza vital conectada a la corte, conectado a mí.
—Es uno de los muchos pasadizos que hay en Encantus —informa Yira. Coloca las manos en sus rodillas y toma un poco de aire. A claro, Suri me hizo pasar por uno cuando vine por primera vez a estas tierras, en aquella ocasión era un lago. Me gusta más el roble. Nada como tener los pies bien plantados en la tierra y llevando oxígeno a los pulmones.
—¡Es hermoso! —no puedo dejar de admirar la majestuosidad del árbol. Es parte de todo lo que debemos salvar, la nostalgia me invade al imaginar la corte consumida por la enfermedad. Me acaricio el pecho con fuerza, la sensación sigue allí, instala en mi pecho.
Las últimas horas he estado muy sensible. Pensando demasiado en lo que no puedo controlar.
—No te vayas a poner melancólica, Mafer.
—Estoy bien.
Yira niega con una sonrisita burlona en el rostro.
—¿Bien? Esa palabra es subjetiva. Nadie está bien. La muerte nos está respirando en la nuca, todos podemos sentirlo.
A veces olvidó que la conexión que ella tiene con Encantus es más estrecha, más íntima que la que yo poseo. Los selváticos no se rigen por una corte, ellos son Encantus.
—Lo acepto. Tengo miedo de que fallemos —es liberador decirlo en voz alta. Durante el tiempo en que deje a Yira con su madre, me asegure de que mi hermano estuviera perfectamente bien y mientras me arreglaba para el inminente viaje, tuve mucho tiempo para pensar. Desarrollar mis temores, los miedos y visualizar los horrores que pueden alcanzar a mi pedacito de tierra. Este trozo de mundo que lideró. Ser positiva no es suficiente, repetirlo una y otra vez no apacigua mis sentimientos.
—También yo —se muerde el labio y exhala.
—¿Cómo te preparas para conocer a tu padre? No creas que se me olvida que me ocultaste, que el hada suprema era tu madre. Todos lo sabían menos yo —aprovecho el momento para hacer mi reclamo.
—No todos lo sabían. Al principio lo descubrí con Suri y Cris, iba a quedar entre nosotros tres, luego pues, Mauricio y Salvador se unieron al grupo. Yo solo no quería…
—Que se enfocarán en ti por Idris. No estoy molesta contigo, conmigo sí, por no haberme dado cuenta.
—A tu favor, no era tan obvio.
—No has respondido.
—Pues no lo sé, estaba más nerviosa por conocer a mi madre que a mi padre. Con él es diferente, creo que la conexión mental que tenemos me hace estar tranquila. Sin expectativas.
—¿Y tú?
—Preparando mis lágrimas, porque va a ser difícil.
Coloca una mano en mi hombro.
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Editado: 28.09.2024