Encantus. Alas de hielo (libro 5)

Capítulo 44: Ceder

Capítulo 44:

Ceder

Gerald

No estoy muerto, tampoco despierto.

Sigo atrapado en un sueño, estancado en uno diferente y no menos peligroso que el anterior.

¿Cómo sucedió? ¿De dónde saca tanta resistencia la maldita bruja? ¿Qué no hemos estado viendo?

Cada golpe dado es repelido y nos lleva de nuevo al punto de partida. Muy lejos de la meta, cada vez más cerca de ceder, inclinarse ante un reino que llevará a cada criatura de Encantus a la ruina.

El velo reverdece en cada rincón y florece en pequeñas y delicados pétalos negros, un impulso de vida inexistente y persistente. Me pregunto, sí con la muerte de sus dos creadoras también perecerá. ¿Será el final de la hermandad una vez que bruja y hada caigan? No estoy seguro, siento que hay mucho más allá, la nueva fuente no es el inicio, es una continuidad de acciones a lo largo de los años, y detenerla, cortarla de raíz será lo que quede al final.

Aun cuando sigue atrapada en la realidad que representa este sueño, y esto es más un lo que podría ser si la fuente consigue expandir sus raíces, intenta imitar el gran roble, pero no es más que un nido de vejucos torciéndose para dar una base firme. Esa planta que al principio puede que fuera inofensiva, ha estado en la corte oscura desde que puedo recordar.

Dos tronos erguidos sobre los huesos de quienes se han revelado. Reales o no, solo representa muerte y destrucción.

—No lo entiendo —el veneno de Carmín debe arrinconarla a su deceso, por el contrario, algo se interpone. Una barrera incomprensible.

Ella danza bajo el clamor de la muerte alrededor de la fuente, gotas carmesís secas contra su piel, como una burla al balance de la vida, aunque es un ser de corta existencia sigue luchando para permanecer, en busca de una eternidad egoísta, su vida a cambio de la de muchos otros. ¿Qué más se tiene que hacer para que ya su alma se desprenda de este mundo?

Se agota el tiempo y las ideas.

Giro en busca de Carmín y no la encuentro. Quizás consiguió despertar. Espero que así sea, alguien debe asegurarse de que la bruja no vuelva, y es evidente que mi vida ya está condenada. Maritza no me dejará ir. Sus tejidos son fuertes y ni siquiera mis sobras son capaces de venir hasta aquí. Es su dominio, y solo soy un invitado, jugar con sus reglas es hacia donde siempre me arrincona.

—Estoy muriendo, Gerald —admite, se desplaza hacia uno de los tronos con tanta tranquilidad que asusta. Sin miedo, como un juego del que saldrá victoriosa—. Era lo que querías, ¿cierto?

Temo contestar. De moverme. De hacer cualquier cosa que haga de esto una realidad. Puede que la muerte nos alcance a ambos y ni nos demos cuenta. No puedo albergar su tranquilidad.

—Mi cuerpo va a perecer, el final se acerca. Tú y yo estamos atrapados aquí, unidos en este último sueño, fabricado con el lazo que me une a Agadria y la fuente, uno que se hace cada vez más delgado, pero que nos dará algo de tiempo.

—¿Tiempo? —asiente sonriente. La sangre ha manchado parte de sus labios, ha regresado—. ¿Tiempo para qué?

Desvió cada pensamiento de fatalidad. Aun cuando las habilidades de Maritza como tejedora de sueños no estaban en nuestros planes, mi vida seguía estando en riesgo.

Mantener y sostener una decisión no significa que no sienta el miedo.

—Para que elijas, entre la vida y la muerte —niego—. Ten en cuenta de que no solo somos tú y yo, los que estamos atrapados aquí.

Abre los brazos y la oscuridad se retira de su espalda y deja al descubierto a desorientadas hadas, una mezcla de todas las cortes y hay rostros conocidos.

Mi padre, Alfred, Salvador…

—¿No es real? —gruño.

—La corte de verano se convirtió en una buena barricada, es impresionante, la hermandad no ha logrado llegar a ellos, pero todos tenemos que dormir en algún momento —tose y escupe un poco de sangre—. Se acaba el tiempo.

Intento contarlas y son demasiados. Ninguno despertará si no cedo. Mi firmeza flaquea, se resquebraja con cada uno de ellos, y con seguridad sé que no puedo hacerlo.

—Otra cosa, Gerald. Que dos reyes de Encantus mueran en este sueño, significa que atribuirán su poder a la nueva fuente. Aun con mi muerte, y la debilidad que pueda ocasionar para Agadria, la fuente será alimentada y el joven rey de invierno no tendrá mucho control de su helada.

¡Maldición! Sea cual sea mi elección, igual les beneficia.

Avanzo hacia mi padre, porque voy a necesitar saber cómo carajos se hace un vínculo matrimonial después de todo.

Debí aceptar la daga que Carmín me ofreció como primera estrategia, un corte rápido y mortal, una estocada y se hubiera acabado. Bueno era un buen plan para alguien diestro con el filo de una cuchilla, para alguien como yo, que en su vida tuvo que recurrir a un arma, era un fracaso inminente. Una burla ante todos, no soy un guerrero, creo armas imbuyendo mi magia de sombras, dagas negras para los elfos oscuros.

Ninguna permanece en mis manos demasiado tiempo, y ahora más que nunca me podría ser de utilidad, con o sin destrezas de combate.




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