Encantus. Alas negras (libro 1)

Nuevo encuentro

Capítulo 5 
Nuevo encuentro 


La misma enfermera que me atendió la última vez que  
estuve aquí, cambia la bolsa de suero por una nueva. 
El señor George, se encuentra al final de la habitación  
con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Es un hombre  
alto y severo, mucho más con su uniforme de trabajo. Él es  
como ver a José maría solo que con algunos años más  
encima. 
Mi amigo, reclinado contra la incómoda silla del hospital. 
La enfermera deja la habitación. Nadie habla hasta que  
no se escucha nada en el pasillo de afuera. 
—¿Por qué hasta ahora es que me entero de que una  
extraña criatura vivía a pocos metros de tú casa? —está  
molesto, pero su voz sale calmada. 
Me siento cohibida, no tuve un padre pero él es como si  
lo fuera. Desde que conozco a Shema, él ha sido como un  
padre para mí. 
—No es fácil de explicar —me excuso. La realidad es que  
ni siquiera paso por mi cabeza decirle lo que paso, como  
explicas algo tan loco. Además, ella está muerta. 
—Sí lo sé —expresa más calmado—, esta situación se  
está saliendo de control. Ya son tres niños desaparecidos. 
—¡¿Qué?! —exclamamos Shema y yo al mismo tiempo.  
Si hace unas horas nos enteramos que un nuevo chico, el 
hijo de nuestro profesor de educación física había  
desparecido, ¿en qué momento raptaron al otro?

—¿Cuándo secuestraron al tercero? —Pregunta Shema  
consternado. 
Me mira apenado, no fue mucho lo que pudo hacer por  
mi hermano, y ahora comprendo porque. Si Cristian no  
hubiera hablado con la abuela, ahora yo no sabría lo que  
realmente paso. 
—Desapareció ocho días antes que Kevin —explica con  
cansancio—. Hice todo lo posible por encontrarlo Mafer, me  
hubiera gustado poder hacer más. Pero existen cosas que  
nos sobrepasan 
Limpio unas pocas lágrimas que se han escapado de mis  
ojos. 
—En cuanto a lo que ocurrió anoche… ¿Qué más  
recuerdas? —Su pregunta va dirigida a su hijo. Ya que yo  
solo puedo recordar un intenso dolor en mi cabeza. 
—Nada en realidad, solo lo que ya te dije —responde mi  
amigo. 
El asiente pensativo.  
—Muy bien —dice después de unos largos minutos—,  
tengo la ligera impresión que están tramando algo. 
Sonrió inocentemente. Aún no hemos tramado algo en  
concreto, ya que a medida de que busco repuestas solo  
consigo más preguntas que al principio, pero tiene razón. 
—Es usted un muy buen policía —le elogio  
descaradamente. 
—También soy un padre preocupado —pone mucha  
énfasis en las ultimas frases—, y realista. Como sé, que  
decirles que se mantengan lo más alejado de esto posible  
no servirá de nada. Les voy a dar la información que tengo,  
para que piensen muy bien los pasos que van a dar de ahora  
en adelante. 
—Eso es muy considerado —dice Shema con sarcasmo— 
¿Dónde está mi padre? 
No puedo evitar reír.  
Su padre es un hombre algo… difícil. 
Primero que nada nos dio un gran sermón de porque  
deberíamos mantenernos alejados del caso. Para él, las desapariciones son caso cerrado. Ir más allá de la lógica  
solo nos llevara a un camino sin salida. Además, el pueblo  
no necesita desenterrar una leyenda que al final no les  
traerá devuelta a sus hijos. 
Me hizo describirle una y otra vez lo sucedido en casa de  
Darah, una situación bastante incomoda ya que él es  
policía y yo una asesina, aun cuando la vida que he  
arrebatado no es técnicamente un ser de nuestro mundo.  
O, por lo menos es lo que me ha dado a entender. 
El detalle de las alas, como todos, no ha podido  
explicarlo. Tampoco es como si él alguna vez de su vida  
hubiera visto un hada, pero sus abuelos si tuvieron  
comunicación con algunos de esos seres. Pero ninguna de  
las descripciones que sus abuelos le proporcionaron en  
vida, tiene relación con lo que mis ojos han visto. También  
le comente sobre la corte oscura, bueno más bien pregunte  
si sabía algo. Pero no conoce ninguna corte oscura, más dijo  
que buscaría en los archivos de sus abuelos a ver que podía  
encontrar. 
Algo que me parece extraño y al mismo tiempo  
interesante, es más quisiera ir yo misma a ver esos  
archivos, pero no será posible. Ni Shema sabe dónde están. 
En cuanto a lo ocurrido la noche anterior, no encontraron  
a nadie. Shema dijo haber visto a un niño y según su  
descripción, era el hijo de nuestro profesor. Pero sigue  
desaparecido, buscaron toda la noche y no hallaron nada  
que indicara que hubiera estado por la zona en que él le vio.  
Mucho menos al extraño hombre que le seguía. 
No pude dejar el hospital sino hasta casi medio día. Me  
dieron un reposo de 48 horas, en caso de que sintiera algún  
dolor de cabeza más fuerte de lo normal, tendré que volver. 
Mi abuela se encuentra algo alterada. Ahora más que  
nunca está convencida que debemos irnos lo más pronto  
posible. 
Dejar este pueblo atrás, y volver a nuestras vidas en la  
capital.

Como si fuera tan fácil, hacer borrón y cuenta nueva. 
Mi amigo también obtuvo un reposo, su padre como ya  
mencione, es un hombre difícil y excesivamente  
sobreprotector con su único hijo.  
Así que aunque Shema no tuvo gran cosa, ya que fui la  
más afectada en el accidente, su padre insistió en que  
debería permanecer en casa. 
Mi madre ha vuelto a su estado de muerto viviente,  
aislada de la realidad. Sus ojos ámbar perdidos en un  
mundo teñido de negro y dolor. Su aspecto se ha  
deteriorado, sombras oscuras decoran su rostro pálido, la  
sedosidad de su cabello se ha perdido. Es como si se  
estuviera marchitando con cada respiro. 
Acaricio su cabello maltrato, áspero contra mis dedos.  
Esparzo un poco de crema para peinar, pero la suavidad es  
temporal. Lo cepillo con cuidado, mientras que ella no da  
señal de estar aquí. 
—A tu madre le hará mucho bien alejarse de este pueblo  
—la voz de mi abuela me toma desprevenida, y me  
sobresalto. Pero mi madre se mantiene inmóvil. 
—Ya lo hemos discutido —respondo recuperando la  
calma. 
Ella insiste en que debemos irnos, y yo insistió es que no  
voy a poner un pie fuera de este pueblo hasta que Kevin  
aparezca. Como se podrán dar cuenta, no logramos un  
acuerdo. 
—Me gustaría saber cómo vas a lograr eso —expresa con  
sufrimiento. 
—Ya somos dos —mi sarcasmos le saca una débil  
sonrisa. 
—Con mantener esas esperanzas solo conseguirás  
hacerte más daño —observa a mi madre con  
preocupación—. En el fondo sabes que no hay forma de  
recuperarlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.