Encantus. Alas negras (libro 1)

Una posibilidad

Capítulo 6 
Una Posibilidad


Me visto con lo primero que encuentro en el armario; y  
salgo de mi habitación de puntillas. La abuela debe estar  
dormida, y mi madre… bueno, mi madre no sabe que el  
mundo sigue su curso. Y Cristian debe estar enroscado en  
su edredón. Después que mamá despertó de su  
encantamiento, y que de alguna manera surgió un poco de  
esperanza para Kevin, él volvió a su habitación. La casa  
está completamente a oscuras. 
Shema y Tony, están en la entrada del pueblo,  
esperándome. 
Me tropiezo con Cris, bañado y cambiado. 
—Iré contigo —dice en el instante en que me ve. 
—Voy a salir con mis amigos —le doy una mirada fría  
dando por zanjado el tema— vuelve a la cama. 
—Eres orgullosa, testaruda, prepotente, ¿quieres que  
continúe? —Alzo una ceja desconcertada— se  
perfectamente que vas a buscar la manera de ir por Kevin,  
a esa tal corte oscura, e iré contigo. 
—¿Cómo sabes eso? 
—Te escuche anoche hablar con Shema. 
—No deberías faltar a la escuela —digo. 
—Tú tampoco —replica. 
No tengo tiempo para discutir con él, lo tomo del brazo y  
bajamos las escaleras rápidamente. Salimos por la puerta  
trasera. El cielo esta oscuro, y solitario, al igual que la calle.

—¿Dónde están los chicos? —pregunta mientras  
caminamos por la solitaria carretera. 
—En la entrada del pueblo. La abuela se despertaría con  
el ruido de la camioneta —respondo. 
El cantar de un gallo anuncia el pronto amanecer. 
Trotamos hasta llegar a donde se encuentra la  
camioneta de Shema. 
Mis amigos hacen malas caras cuando ven a mi hermano  
menor instalarse en los asientos de atrás del auto, me subo  
y de un tirón cierro la puerta. 
—Es como las pulgas, casi imposible de deshacerse de  
ellas —me excuso ante mis amigos. 
El auto se pone en marcha. 
—¿Estás segura de esto? —pregunta Tony con la mirada  
fija en mi hermano. 
—Sí. Tengo que buscar a Kevin, la abuela y mamá ya se  
han resignado a que está muerto. 
—Bueno ya Tony ha puesto al tanto a su abuela, y tienen  
una manera de entrar… —mi hermano interrumpe a  
Shema buscando respuestas en nuestros rostros. 
—¿De qué me he perdido? 
—Haber Cris, en resumen, la abuela de Tony tuvo una  
gran a ventura de niña, que posiblemente nos ayudará a  
encontrar a Kevin. Ahora mantén la boca cerrada. 
La verdad es que no tengo idea de cómo puede ayudarme  
la abuela de Tony, pero es mi única esperanza. 
Todo está ocurriendo demasiado rápido, y no tengo  
tiempo para detenerme a comprender cada suceso que  
ocurre en mi vida, para lo único que tengo cabeza es para  
buscar a Kevin por los medios que sea, no me importa qué 
tenga que hacer, no me importa a donde tenga que ir, solo  
me importa encontrarlo y traerlo de vuelta casa. Aunque  
eso implique condenar mi existencia a lo desconocido. 


***

La casa de la abuela de Tony se encuentra alejada del  
pueblo. En otro pueblo llamado La Pastora. La casa es  
bastante grande pero acogedora, es completamente de  
madera, y se encuentra en medio de un pequeño boscaje. 
Cuando llegamos encontramos una nota pegada a la  
puerta con una breve explicación: esperen dentro, volveré  
en unos minutos. Han pasado alrededor de veinte minutos  
y aun no se aparece. 
Pero esos minutos de espera se están haciendo eternos.  
Mi hermano no para de ir de aquí y de allá viendo las  
tantas fotografías que decoran la pequeña sala. Entre tanto  
Shema y yo esperamos con impaciencia frente al televisor  
que proyecta una tonta serie juvenil, mientras Tony busca  
algo para merendar y pasar el rato de espera. 
Todo este asunto de las hadas aun no me cabe en la  
cabeza del todo, más bien me siento como en una película  
pero entonces, recuerdo sus ojos vacíos y sus alas  
extendidas y me doy cuenta de que es real, las hadas  
existen. 
No son precisamente amables y adorables como las  
pintan en los cuentos, películas e internet, la realidad es  
otra. Y no es exactamente una por la cual moriría por  
descubrir sus intrincados secretos, ya que ningún hada  
ayuda así sin más, eso lo tengo más que claro después de  
que Shema terminara de contarme lo que descubrió en los  
diarios del abuelo de su padre. 
Las hadas no dan nada a cambio, siempre existe un truco  
escondido en sus palabras. Según el diario, algunas pueden  
llegar a ser amigables y traviesas pero eso fue en el pasado.  
Por circunstancias que no explica, cambió tanto su mundo  
como el nuestro. Volviéndonos temerosos, y a ellos  
desconfiados. Digamos que en el pasado, existía una  
especie de alianza entre los dos mundos, algo que me  
parece inconcebible. 
No sé, es difícil imaginar que en algún momento tanto  
las hadas como nosotros, vivimos en igualdad. Sin miedos,  
ni temores.

Pero quien soy yo para cuestionar, las memorias de  
alguien que no conocí. 
Además, la presencia de esa hermosa mujer que se negó  
a buscar a Kevin, no tengo idea de la relación que guarda  
con mi familia. 
—Esto fue lo que encontré —Tony coloca una bandeja en  
una pequeña mesita al lado del sofá, con algunas galletas y  
unos vasos de leche. 
—Eso es más que suficiente —Shema se lleva a la boca  
unas cuantas galletas.  
Cristian hace acto de presencia y hace lo mismo. 
—¿Por qué demora tanto tu abuela? —pregunto, para  
luego dar un sorbo a mi leche. 
—No lo sé. Después que nos contaste todo ese rollo del  
hada en el instituto, vine y hable con ella —le dio un  
mordisco a su galleta y prosiguió: —, ya sabes para  
conseguir un consejo como estás en peligro de muerte. 
—No seas exagerado —trato de que eso de estar en  
peligro de muerte no me afecte. 
—No mientas que para nadie es un secreto —interviene  
Cris como si fuera un adulto y no un niño de once años. Lo  
fulmino con la mirada, es que acaso no puede ser un niño  
normal. 
—Tiene razón —concuerda Shema. 
—Bien —digo de mala gana— ¿qué dijo tu abuela al  
respecto? 
—Al principio no se lo creía, pero luego estuvo de  
acuerdo con que estás completamente loca y en peligro de  
muerte —lo miro inquisitivamente—, para después decir:  
si quiere encontrar a su hermano quizás pueda ayudar. 
¿Es que acaso los adultos no podían dejarse de tanto  
misterio? 
Ya sé que las hadas existen, maté a una y su hija está  
esperando la oportunidad de derramar mi sangre. Hace  
unos días estuvo un hada, la reina de otoño en mi hogar y  
aun así todo es más bien un tema tabú, del que no se habla con los más jóvenes, ¿qué secretos puede haber después de  
saber de primera mano que existen las hadas? 
—¿Cómo están, chicos? —me sobresalto al escuchar la  
voz de una mujer mayor.  
No tengo idea de por dónde entró seguramente por la  
puerta de atrás, su cabello corto y de impecable blanco  
cubre parte de su frente, sus ojos brillantes recorren la sala  
con suspicacia, me tenso al ver que no aparta la mirada de  
mí y de mi hermano, pero luego una torcida sonrisa se  
dibuja en sus labios arrugados y se une a nuestra pequeña  
reunión.  
—Así que tú eres Mafer —se queda en silencio unos  
segundos—. Tony ha hablado mucho de ti, estas en una  
situación muy complicada. Encontrar a tu pequeño  
hermano será todo un desafío, sin mencionar que no será  
nada fácil entrar a la tierra de las hadas sin ser detectada. 
Hago una mueca endeble, jamás me resignaré a perder  
a mi hermano, me niego a hacerlo. 
La palabra complicada se queda corta ante todo lo que  
estoy viviendo, si tan solo fuera un mal sueño, si tan solo  
fuera una especie de obra de teatro donde haces lo que diga  
el guion, y luego vuelves a la realidad, pero no.  
Mi vida no es una obra de teatros ni mucho menos un  
mal sueño, mi hermano ha desaparecido, soy una asesina  
—esas palabras cortan como cristal dentro de mí —, mi  
madre sigue igual que siempre, en pocas palabras estoy  
inmersa en un terrorífico cuento de hadas. 
—¿Pero hay alguna forma de ir por él? —pregunta Tony. 
—Por supuesto —siento que el alma me vuelve al  
cuerpo— aunque hay riesgo que correr. 
—Estoy dispuesta —suelto sin pensar, no me importan 
los riesgos, ni las consecuencias, con tal de tener devuelta  
a mi hermano, ella me observa con suspicacia, no sé por qué  
pero tengo una leve sensación de que ella tiene algo  
extraño, entonces habla. 
—De eso no me queda la menor duda —dice con  
picardía—. En mi niñez encontré una puerta hacia ese mundo desconocido. Y sigue estando en el mismo lugar, así  
que esa será tu entrada. 
—Iremos con ella —dice Shema con autoridad. 
—No —la señora no me quita la mirada de encima, y eso  
me incomoda. 
—Pero puede ser peligroso abuela —se queja Tony. 
—Exactamente por esa razón solo puede ir ella, en su  
defecto solo puede llevar a su hermano menor como  
compañía, ninguno de ustedes dos va a ir a ese lugar. 
—¿Al enano siniestro? —la miro estupefacta— de que  
me serviría aparte de estorbar —recuerdo con lujos y  
detalles, cuando se quedó petrificado ante el hada que  
maté, y si no hubiera estado allí en estos momentos estaría  
tres metros bajo tierra, y no es por dármelas de heroína, 
que no lo soy, pero realmente sería un estorbo tener a mi  
pequeño hermano pisándome los talones en una misión  
suicida de rescate, cuando ni siquiera puede salir corriendo  
para salvar su vida. 
—Oye no me insultes —se queja cruzándose de brazos. 
—¿Quieres que entre en detalles? —pregunto con  
inocencia.  
Él niega deliberadamente, podría decirse que leyendo  
mis pensamientos. 
—Debo recordarte que iras bajo tu propio riesgo, no  
habrá nadie quien te ayude una vez hayas atravesado el  
velo que divide nuestro mundo con el de las hadas —su voz  
es dulce y preocupada, pero hay algo más oculto en su voz,  
algo que no llego a identificar. 
—No me importa, haré lo que sea con tal de traer a mi  
hermano de vuelta —insisto sin permitirme razonar.  
Ya que nadie me conoce tan bien como yo, y si me  
permito meditar los pros y los contras de esta situación  
simplemente voy a acobardarme, y terminaré 
martirizándome la existencia por haber dejado a mi  
hermano en un mundo desconocido. 
—Muy bien. La puerta está en el bosque. 
—¿Cuándo? —pregunto con impaciencia.




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