Capítulo 13: Corte de otoño
Mafer
Me quedo petrificada entre las cuatro paredes que me
apresan, cuando veo a la misma mujer que estuvo en casa.
Su figura esbelta deslumbra en un vestido largo de color
mostaza, su cabello recogido de lado con las ondas cayendo
en su hombro derecho, y sus ojos llenos de superioridad.
Es Priscila, la reina del otoño, sus alas son de un marrón
dorado, y me observa con una mirada penetrante e
inquisitiva, como intentando descifrar quien soy, o mejor
dicho que soy.
A su lado se encuentran Dar con la pierna vendada
donde su hermana le dio con una flecha, Fernando se
mantiene de brazos cruzados con cara de fastidio, mientras
que Caín mantiene un aspecto neutral. Él tiene mi daga en
sus manos, me la quito una vez que llegamos a la corte de
otoño.
—Tu rostro se me es conocido —se mueve con elegancia
y sutileza frente a mí— ¿quién es su familia?, no parece ser
humana —pregunta la reina, sin apartar la vista de mí.
¿Porque demonios todos tienen que dudar de mi
naturaleza?, es que no es obvio soy una chica normal,
común y corriente, sin gracia ni chiste. ¡Oh, dios! a quien
quiero engañar, no soy humana, pero entonces ¿que soy, un
hada, un duende, un elfo, o cualquier otra criatura que
exista en este mundo?
—No lo sabemos —responde Caín.
Esos fueron los detalles que me reserve al contarle mi
historia a Caín, como ya he dicho soy muy desconfiada.
—¿Quiénes son tus padres? —me pregunta con
arrogancia.
—Esa información no es de su incumbencia —digo en un
tono soberbio.
Mi repuesta la encoleriza, pero no lo demuestra, su porte
sigue estando tranquilo, pero sus ojos parecen dos brasas
ardientes.
Se gira sin mediar palabra y se aleja de mi vista con los
tres guardias a su espalda.
Me dejo caer en el helado piso, con mi espalda recta
contra la pared, hace un frío infernal, llevo mis rodillas
contra mi pecho y las rodeo con mis brazos. Mis ojos
dorados inspeccionan la pequeña celda, es muy parecida a
donde se encuentra Kevin, por lo visto me toca dormir en el
piso, en medio del frío y el poco calor que proporciona mi
cuerpo.
Me dejo abrigar por la calidez del sueño.
Gritos de euforia llenan mis oídos, pestañeo un par de
veces completamente desorientada, hace un segundo
estaba en una celda y ahora estoy en una especie de…
Túnel.
Me pongo en pie, giro la vista a mi izquierda solo hay
oscuridad, pero a mi derecha se puede ver un poco de luz
acompañado de la euforia de lo que podría ser espectadores.
Avanzo con cautela. Me detengo aun entre las sombras,
observo mí alrededor. En el centro hay un espacio
despejado, rodeado por hombres, entre diferentes edades,
unos más viejos que otros, hasta algunos niños, reconozco
a algunos como elfos, solo que muy diferentes a Suri y su
padre, estos en cambio tienen la piel oscura; otros como
duendes, deduzco que los demás son hadas aunque no
tenga las alas extendidas, también hay algunas mujeres, y
chicas jóvenes, con provocativos vestidos, este lugar parece
un bar de mala muerte, pienso que no hay mucha
diferencia entre mi mundo y este.
Una voz gruesa y malhumorada hace callar a la
muchedumbre, y anuncia la diversión de la noche, ya sé
dónde me encuentro, en el bar de los duendes oscuros.
Los alaridos y gritos eufóricos se alzan mientras un chico
de unos trece años hace acto de presencia en el centro del
lugar, luego entra su contrincante y siento que el alma se
me cae al suelo, veo sus ojos aterrados y su pecho agitado.
Por mí mente solo corre la idea de sacarlo de aquí, no
avanzo ni dos pasos cuando unas manos me sujetan.
—Me gustaría saber cómo le haces para aparecer y
desaparecer así de repente, Mafer —la piel se me eriza
cuando siento su aliento contra mi oreja.
Me deshago de su agarre y lo encaro. Sus ojos gris plata
brillan en la oscuridad, la comisura de su boca es una
pícara sonrisa, su cabello oscuro es un desastre.
—Otra vez tú —es lo único que puedo decir, si me
detengo a pensar, desde que estoy en Encantus las dos
ocasiones a parte de esta en la que por alguna extraña
razón desaparezco de donde me encuentro para ir a un
lugar desconocido, en todas está él, Gerald. ¿Porque?
—Sí, otra vez yo. Soy Gerald, heredero de la corte oscura
—dice sonriente. Alzo una ceja y lo miro con desinterés.
¿Quién se cree? ¿La última gota de agua del planeta?
—Es un gusto, su alteza —mi sarcasmo lo ha irritado,
borra su linda sonrisa de sus labios—, pero me va a tener
que disculpar, tengo algo importante que hacer.
Giro sobre mis talones, y reanudo mi camino hacia el
centro del lugar donde mi hermano lucha por su vida, pero
sus brazos me retienen nuevamente, me gira bruscamente
y me impacto contra su pecho, quedando a escasos
centímetros de su boca.
El palpitar de mi pecho es incontrolable, siento como si
mi sangre recorriera mis venas a presión, además de esa
bochornosa sensación en el estómago, malditas mariposas
no podían quedarse en su jaula, pero como ¿verdad?,
teniendo a un chico muy guapo pegado a mi cuerpo.
—¿Que intentas hacer? —trato de mantener fría y
distante, aunque se me está haciendo bastante difícil,
teniendo en cuenta esos provocativos labios muy cerca de
los míos, además, me pierdo en su mirada.
—¿Tú qué crees? —no tengo tiempo de detenerlo, sus
labios ya se hacen espacio entre los míos con ferocidad, su
aliento es fresco y tibio, y sus labios tienen un leve sabor a
menta, sin darme cuenta le correspondo el beso con la
misma intensidad. Aunque mi mente cuestiona lo que
hago, mi cuerpo no le presta atención, y sigo sumergida
entre sus brazos.
#17452 en Fantasía
#6849 en Personajes sobrenaturales
hadas elfos duendes sirenas magia, desapariciones misteriosas magia roja, corte oscura
Editado: 19.05.2022