Encantus. Alas negras (libro 1)

Capítulo 19: Reina de hielo

Capítulo 19:
Reina de hielo
 


Mafer

El corazón se me acelera de una manera inexplicable, y no es para menos si aún puedo sentir el calor del fuego sobre mi piel.

Después de haber puesto el pequeño espacio de encarcelamiento patas arriba, viví sentimientos contrariados, pasé de la ira descomunal al miedo desgarrador. Mi cuerpo comenzó a arder en llamas y al mismo tiempo a desaparecer, condenando a cenizas mis venas, mi corazón seguía palpitante, parte de mi dorso estaba a la vista, en cambio, las otras eran humo cubriendo la habitación. Cuando pensé que mi vida se extinguiría, un gélido frío impacto mis huesos.

Y aquí estoy, en medio de la nada rodeada por un manto blanco y helado. Árboles desnudos y un cielo brillante que me ciega la visión. Mis pies descalzos se queman sobre la nieve, el frío carcome mis huesos, mis dientes no tienen nada de estabilidad dentro de mi boca.

¿No se supone que este estúpido brazalete me impediría hacer visitas inesperadas? No puedo creer que vaya a decir esto, pero de verdad extraño mi tétrica celda, por lo menos es cálida.

—No comprendo —escucho una voz femenina, pero no veo a nadie a mí alrededor, ante mis ojos todo es blanco— se supone que eres un hada de fuego, por lo menos deberías mantenerte cálida.

—Y cómo se logra eso, ¿solo con desearlo? —alzo la voz con sarcasmo— porque hasta donde sé, era humana hasta hace algún tiempo, y aun no entiendo muy bien el concepto, solo que no debería siquiera estar aquí.

—Es cierto, eres descendiente de un renegado por lo que... Digamos que deberías estar condenada de por vida, pero tu pareces ser diferente. Por alguna razón has venido a mi llamado.

—Usted parece conocer más de mi vida que yo misma.

—Así es... Mis nietos llevan tu sangre -me quedo estupefacta ante tal información, solo puede referirse a dos personitas- sé que es difícil asimilar, pero la... —se detiene como buscando la palabra exacta para referirse a mi madre- tu madre se enredó con mi hijo...

—No necesito los detalles —digo intentando propiciar calor al frotar mis brazos.

Mis oídos detectan el casi imperceptible sonido que producen las alas al rozar con el viento, alzo la vista. Ella desciende cual perfección de un ángel, su vestido largo que cubre sus pies es de un azul claro igualando el tono de su cabello lacio, su piel blanca, rostro perfilado con dos intensos ojos color miel, sus labios son finos y violáceos, es una mujer madura y de una edad avanzada como mi abuela, pero que aun así, es la belleza personificada. A diferencia de mis alas que parecen dos lenguas de fuego, las de ellas son traslucidas y brillantes.

—Te ves confundida y sorprendida —hace un sutil movimiento con su mano derecha y a mí alrededor se alza una fina capa de nieve, que termina cubriéndome desde los hombros a los pies en un cálido abrigo. Es reconfortante.

—Gracias —musito— es la única manera en la que puedo estar, vine a este extraño mundo a buscar a mi hermano, y me encuentro con que no soy quien creía ser.

—Esa es la razón por la cual estas aquí, ¿ya encontraste a Kevin?

—No, estoy teniendo otro tipo de problemas. Pero ya que usted esta tan interesada en su bienestar como es que no ha ido por él —sus ojos relampaguea ante algo que creo es ira. Parece un ángel pero como que lleva un demonio dentro, mi comentario no le hace ninguna gracia, ni ella a mí tampoco.

—A ver niña pondré las cartas sobre la mesa... —me rodea con la cara en alto- tu madre se encargó de alejar a los gemelos de mí, pero ahora tú me los entregarás. Ellos pertenecen a este mundo, a este reino y aquí se van a quedar. A mi lado como corresponde, en cuanto a ti, tendrás que sacar a tu hermano de la corte oscura y traerlo aquí a la corte de invierno, luego te irás a tu mundo, con tu madre.

—Si esta tan interesada en Kevin, ¿porque no ha ido usted misma por él?

—Bueno por lo menos eres más inteligente que tu madre, has comprendido mi deseo —en sus labios se dibuja una sonrisa— por eventos del pasado no puedo acercarme al reino oscuro.

—Ah, más secretos. Si lo he comprendido perfectamente, el problema es que usted parece no comprender el mío.

Se detiene bruscamente, esta de espalda a mí, sus alas fijas y elegantes. Se gira delicadamente, sus ojos color miel es parecen destilar veneno.

—¿Qué quieres decir? —las palabras rechinan en sus dientes.

—Para que entienda mejor, ya que al parecer usted no es tan inteligente... —presiona los labios con fuerza ante mi insulto. Mi cuerpo ha entrado en calor pero no por la manta que ella me ofreció, sino porque mi sangre es un hervidero de lava dentro de mis venas, dejo caer el abrigo a mis pies y camino a su alrededor como hace unos minutos ella hacía, ahora la nieve no provoca frío a mis pies, en cambio se derrite a medida que camino sobre ella— para empezar, no manche mis manos de sangre, no cruce fronteras, o me enfrentado a dificultades para volver a mi casa sin los gemelos, la... Mi madre como usted dice, espera que vuelva con sus dos niños sanos y salvo, por si no lo ha notado no vine a su mundo a rescatar a mi hermano para entregárselo al primer postor —me detengo frente a ella, en una batalla de miradas asesinas— ¿quiere saber exactamente lo que voy hacer? —Ella permanece quieta y callada—. En efecto, voy a rescatar a mi hermano, después de resolver algunos inconvenientes que tengo con el reino oscuro, y luego sí, voy a venir a su reino. Pero no para entregarle a Kevin, si no para llevarme a Cristian conmigo. Sabe una cosa señora, desde que pise estas tierras puedo decir con certeza que no sé quién soy, porque en cada estación me entero de algo nuevo, y por ende no tengo la certeza de lo que puedo llegar a ser capaz de hacer si algo le pasa a mis hermanos, sáquelo por la muerte de Darah un hada oscura hasta donde tengo entendido, ella solo tuvo que intentar ponerle un dedo a mi familia, ¿y dónde cree usted que esta? -ella se mantiene tiesa como tempano de hielo, pero hay algo en su mirada me indica que esta tan asustada como lo estoy yo de oír lo psicópata y siniestra que puedo llegar a ser— está muerta —le susurró al oído, y por primera vez su cuerpo se estremece como si tuviera frío, pero no es frío es miedo.




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