Encantus. Alas negras (libro 1)

Capítulo 23: Traición

Capítulo 23:
Traición 


Mafer

—¡Mafer!

Me muevo incomoda, descubriendo que mi cuerpo se encuentra perfectamente. No hay nada de dolor, me parece extraño cuando hace instantes sentía que mis huesos se estaban partiendo uno a uno, pero qué más da como haya ocurrido, cuando es tan reconfortante no sentir dolor. Abro los ojos despacio, Cristian está casi encima de mí.

—¿Te sientes bien? —pregunta preocupado.

—Eso creo, ¿dónde estamos? —me ayuda a levantarme.

—En los retorcidos pasillos del castillo.

—¿Tu estas bien? —con la poca luz que ilumina el pasillo, intento encontrar alguna herida en su rostro y cuello.

—Estoy bien —me retira las manos— pero él no se ve muy bien —señala detrás de mí.

En medio de la oscuridad y el estrecho pasillo, se encuentra Dar. No está inconsciente, pero sí muy mal herido parte de su ropa está cubierta de sangre, su respiración es lenta, y le cuesta mantener los ojos completamente abiertos.

—¿Dar, que te ocurrió? —trato de moverlo un poco, pero este se queja fuertemente. Sus manos están sobre su estómago presionando con fuerza, apenas y muevo un poco las suyas y hay demasiada sangre saliendo de la herida.

—¿Dónde está Suri? —pregunta con un poco dificultad.

—Está con el príncipe del reino oscuro —hace un gran esfuerzo por abrir bien los ojos así que me apresuro a decir: — seguramente están bien.

—Tienen que salir de aquí an… —se detiene en medio de un jadeo está perdiendo demasiada sangre.

—¿Hay alguna manera de salir de aquí, uno de esos extraños portales quizá? —asiente y cierra los ojos, aspirando aire por la boca.

—Mafer —dice mi hermano.

—¿Qué?

—¿Porque ellos traen a Suri a la fuerza? —su mirada está fija al lado opuesto del pasillo, giro la vista y visualizo a dos guardias que apresan a Suri.

Dar se mueve bruscamente, llamando mi atención de nuevo.

—No confíes en ellos —pronuncia las palabras con algo de horror.

—¿Ellos te hicieron esto? —espero que diga que no, pero no es así, el asiente sin apartar la vista de mí.

No entiendo, ¿Por qué Caín y Fer, lastimarían a Dar?, los tres pertenecen a la guardia, y parecían buenos amigos desde que los conocí, ¿qué diablos está ocurriendo?

Mi cuerpo se tensa por completo cuando escucho su voz detrás de mí: — ¿todos están bien? —pregunta Caín, con preocupación.

Respiro despacio sin apartar la vista de Dar, muevo mis labios sin pronunciar palabra indicándole que todo estará bien, me levanto despacio, giro y estoy frente a él, sus ojos almendrados recorren mis manos con un asombro fingido digno de un Oscar.

—Dar no está bien, necesita ayuda —los ojos verdes de Suri brillan con una ira incontrolable, Fernando permanece detrás de ella sin una pizca de preocupación, es más, como si no le importará en lo más mínimo lo que le ocurre a Dar.

—¿Quién lo… —no dejo que termine la pregunta.

—Quizás tú y Fernando puedan darme más detalles de lo que ocurrió.

No sé de donde la sacó, pero tiene una espada en la mano y viene directo hacia mí. A penas y tengo tiempo de reaccionar, el filo del arma me roza el brazo dejándome una herida con poca profundidad, alcanzo a tomar su mano libre y sus gritos son música para mis oídos. Su piel se calcina debajo de la mía, es como si en vez de sangre por mis venas corriera el ardiente y abrigador fuego, entre sus quejidos y sus fallidos intentos de liberarse de mí, surge un grito desgarrador que penetra mis oídos, pero no es Caín. Tampoco es Dar, él permanece contrariado observando la escena que se desarrolla ante sus ojos. Libero a Caín que termina inconsciente, y con graves quemaduras en un brazo.

Me he olvidado por completo de Fer, pero al voltear a donde estaba con Suri, me encuentro un cuerpo consumiéndose ante la hoja letal de mi daga, Suri tiene una herida en la pierna izquierda y mi hermano esta como en estado de shock sin apartar la vista de lo que queda del cuerpo de Fernando. Veo terror en sus ojos, pero no tengo tiempo para sentarme a tranquilizarlo porque acaba de matar a un chico.

—Tenemos que irnos —tomo la daga, la encajo entre la bota y mi pierna—, ¿Suri puedes hacerte cargo de Cris?

—Sí, ¿a dónde iremos? —su respiración esta agitada, y cojea un poco por la herida. Tomo a Dar por un brazo y a pesar que se queja y se rehúsa a avanzar, me paso su brazo por mi cuello manteniendo gran parte de su peso.

—¿Dar, donde esta ese portal o lo que sea?

—Fuera del castillo…

Llevo casi que a rastras a Dar, Suri y Cris —que ya ha reaccionado— avanzan por delante de nosotros.

Estos pasillos son un laberinto interminable, ya hasta empiezo a creer que estamos caminando en el mismo lugar. 
 

Dar cada vez está más débil, y yo más fatigada. No puedo dejar de pensar en Kevin, todo cada vez es más complicado y es como si cada vez estuviera más lejos de él, además, me preocupa Gerald y Susej —aunque no debería ya que su madre me tiene condenada a muerte, aun así no puedo dejar de sentirme preocupada—, al final quienes parecían ser mis enemigos terminaron siendo víctimas al igual que yo.




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