Encantus. Alas negras (libro 1)

Capítulo 29: Regreso

Capítulo 29:
Regreso 
 


Mafer

El momento ha llegado, es hora de volver a casa.

Mis hermanos van detrás de la reina, su cabello negro y lacio tiene cierto brillo en la oscuridad, su vestido es largo y de color plata ajustado a su delgado cuerpo.

Estamos recorriendo el laberinto de pasillos del castillo, según lo poco que sé hay un portal en este castillo, que nos llevará devuelta al bosque por donde entramos a estas tierras. Ya es hora de volver a casa, levantar las defensas de las tierras de las hadas es un hecho, y si quiero volver debo salir antes de que eso suceda. Ni siquiera pude despedirme de Suri, ni agradecerle todo lo que hizo por nosotros. Pero me tranquiliza saber que está bien y que su hermano Dar, se está recuperando después de lo grave que estaba.

A medida que avanzamos por el oscuro pasillo, se me acelera un poco el corazón. Tanto porque tendré que despedirme como por volver a ver a mi abuela, a mis amigos, a ese pueblo que me trajo alegrías, lágrimas, desgracias pero al final me ilumina con parte de una verdad. Salí de allí con una misión rescatar a mi hermano, de llevarlo a casa sano y salvo, y vuelvo con la visión más amplia, teniendo la certeza de que este mundo tiene muchas caras, y sabiendo que el peligro siempre estuvo en casa.

Gerald presiona un poco mi mano, giro la vista y le dedico una sonrisa. No sé cuándo nos volvamos a ver, pero hay un dicho que es bien conocido "si es tuyo volverá, si no debes dejarlo ir", creo que es algo que se aplica a nosotros. Nos detenemos unos segundos antes de entrar, mis hermanos y la reina ya han entrado a la pequeña habitación que parece más bien un cuarto de castigo, todas sus paredes son de piedra y la única luz es la que proviene del enorme espejo que cubre toda una pared.

—Bien, ya es hora —dice la reina. Me observo en el espejo, mi cabello está un poco más largo, y su rojo es más intenso, mis ojos siguen siendo dorados solo que un poco más oscuros, he cambiado mucho en este tiempo. Mis hermanos también, parecen más maduros, más fuertes.

—Sabes a donde... —no término de hablar cuando la reina levanta su brazo y de sus manos sale un polvo plateado que se impacta contra el cristal, cambiando nuestros reflejos por el de un bosque verdoso y muy oscuro.

—Es allí a donde tienen que ir, ¿no es así? —pregunta fríamente.

—Así es —respondo a secas. Odio las despedidas, así que simplemente sostengo con fuerza la mano de Gerald, y digo: — el destino es caprichoso, quizás nos volvamos a ver.

—Eso espero —es lo único que dice, y libera mi mano.

Camino hacia el espejo, y sostengo las manos de mis hermanos.

El bosque que se refleja en el espejo es espectral, pero ya me he enfrentado a muchas cosas terroríficas como para dejar que el miedo me venza en estos momentos. Antes de que mi cuerpo se pierda en el reflejo del espejo, escucho la voz de la reina: — las puertas de este reino siempre estarán abiertas para ti y tu familia.

Me volteo, pero detrás de mí solo hay una inmensa oscuridad, ya estamos en el bosque. Y siento un extraño vacío en el pecho, como si algo me faltara. Respiro profundo, y presiono muy fuerte las manos de los gemelos, ellos están algo aterrados, así que se juntan un poco más hacia mí, y caminamos a paso firme y apresurado. No sé en qué parte del bosque estoy, espero tener un poco de suerte y dar pronto con alguna casa, o algún indicio de estar cerca del pueblo.

Pero hay algo inquietante que me hace mirar a todos lados, agilizo un poco más el paso, hasta que termino corriendo con mis dos hermanos, los hago que vayan delante ya que tengo la sensación de que algo nos persigue. Mi corazón se acelera frenéticamente, y aún no encuentro salida de este bosque, comienzo a desesperarme, volteo la vista y solo alcanzo a ver una sombra que se desliza entre los árboles cada vez más cerca, Kevin toma la delantera, y cambia de dirección drásticamente yéndose por su izquierda, Cris lo sigue y no queda de otra mas que seguir sus pasos, aunque creo que estamos más perdidos que antes.

No paramos de correr, y lo que nos persigue nos pisa los talones. Tanto así que ha tomado los míos, doy un alarido de sorpresa y frustración, entierro mis dedos en la tierra pero logro sostenerme, esa cosa me arrastra de vuelta al interior del bosque. Los gemelos se detienen, pero le grito que continúen, lo dudan pero luego retoman su camino, los veo alejarse hacia un claro, mientras yo vuelvo a las profundidades del bosque, me he partido una uña y mis manos están sucias. Pataleo con fuerza, y uno de mis yobillos es liberado, en un rápido movimiento me giro quedando frente a mi agresor, y es como si el tiempo se detuviera al igual que mi respiración, su rostro está completamente desfigurado, pero sus ojos se me hacen muy conocidos solo que no logro recordad de dónde.

Su cuerpo está totalmente cubierto, pero por la piel de sus manos, yo diría que es una persona de avanzada edad, como mi abuela. Pero si fuera el caso, ¿de dónde saca tanta fuerza? Sus dedos se entierran con fuerza en mi tobillo, haciéndome gritar y retorcerme de dolor, con la pierna libre lanzo una patada, el golpe la desestabiliza el tiempo necesario para que mis manos temblorosas den con la daga que me acompaña. Sin poder hincar bien el pie adolorido, me levanto con dificultad con el brazo firme sobre la daga apuntándole, aunque mi cuerpo no se mantiene muy bien en equilibrio.




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