Encontrando...amor?

Capitulo 4

—la diosa no concede peticiones a brujas —me gire muy lentamente a mirar al idiota que había dicho eso, para mi sorpresa, los hombres corpulentos no abundan por esta ciudad y si me dieran una moneda por cada hombre con exceso de músculos que veo tendría dos monedas, lo cual no es mucho, pero si raro que me pase dos veces y mas tan rápido.

—¿perdón? —pregunte con incredulidad viendo su perfecto rostro, calamardo guapo se queda muy atrás.

—estas perdonada, linda —esa sonrisa con esas palabras, cualquiera se le hubieran mojado las bragas, a mí me dio asquito, no es que no me gusten los tipos altos, de cabello negro, con barba y bello en los brazos, estoy muy a favor, pero esto…este tipo no me agrada.

—no me llames linda —en mi ciudad lo hubieran dejado pasar, pero aquí, aquí es como una España llena de pañuelos verdes sin cerebro, no es que sea una pero no me agrada este tipo, menos su actitud. MUCHO MENOS QUE ME LLAME BRUJA.

—¿tienes algún problema con eso, linda? —me estremecí de la pésima sensación que me dio y puse cara de asco, me volví a dar la vuelta y decidí ignorarlo, no me traería problemas en el súper. —hey, oye, lo siento… es solo… —me gire a ver que tenía que decir de bueno y solo señalo hacia mi cabello, pase mis manos por mi cabello, lo tenía algo despeinado, cierto, friz.

—eso cuenta como insulto y si no quieres que te patee, alejate —le sugerí no muy amable y regrese a caminar hasta dar con los benditos huevos. Me vi ligeramente en el cristal de la puerta de los jugos que estaba a un lado y note el desastre, no le preste tanta atención pues no es muy de mi querer llamar la atención, no estoy detrás de una barra sirviendo tragos, estoy en mi vida diurna y me vale si estoy despeinada.

Cuando regrese por mi camino podía sentir a alguien seguirme o eso crei hasta que lo vi, venía a una distancia prudente, cuando lo mire el hizo como si estuviera viendo algo bueno en los enlatados, pero apenas retome el paso el tambien lo hizo.

¿Por qué los dioses me odian?

—¿Por qué me sigues? —le grite, pero se hizo el desentendido tomando una lata de atún como si la etiqueta fuera lo más interesante.

—¿eh? ¿es conmigo? —estaba por echar humo cuando las lámparas del supermercado comenzaron a parpadear, él desvió la mirada hacia arriba cuando sintió el pequeño temblor en cambio yo lo use para huir hasta donde estaba Gina, termine de colocar los huevos y salimos.

—¿sentiste ese temblor? —pregunto preocupada viendo al techo, algunas lámparas se balanceaban lentamente, yo solo comencé a meter todo en las bosas con cuidado.

—sí y mejor salir rápido su no queremos morir enterradas en acero —Gina me miro como si estuviera loca, pero apresuro el paso hasta la parada del bus, para mi mala suerte allí estaba él, ese tipo me miraba como si conociera todo de mí y eso me dio escalofríos.

Solté un suspiro aliviada, al menos no nos seguiría.

Cuando cayó la noche regresé a mi trabajo y como de costumbre los hombres querían más que un trago, pero me mantuve firme y “profesional”, pero por alguna extraña razón sentía que me miraba y eso es decir mucho, todos los de la barra están mirándome e intentando casi meterse detrás de la barra, pero cuando veían a Bobby mantenían el margen con las miradas en sus bebidas.

—tus fans están inquietos hoy —me dijo Bobby pero vi que sus ojos estaban mirando a la zona alta del bar, no es tan cutre como otros bares, este tiene sus zonas V.I.P. y en la parte alta siempre venían empresaurios a beber y que otras chicas los atendieran ¿si me explico? Bueno, yo por aun no tener veintiuno no puedo hacer esas cosas y Bobby mantiene cuidado en mi por ello mismo, no quiere que me meta en problemas.

Sandy, la linda Sandy es la que me enseñó a usar el delineador y me recomendó como comprar un labial, es el único que tengo y uso, no sé cómo dos cosas pueden cambiar tanto una cara, pero conmigo lo hacen, solo acentúan mas mi cara de chica ruda. Incluso si se corre el delineado se ve bien, mi cutis no sufrió de acné como lo hizo el de Gina y por ocasiones me odia, no puede comer chocolate o grasas.

—linda… sirve otro —me dijo el rubio de siempre, tome su copa y saque otro vaso sirviendo otro trago, el hombre me miro con una sonrisa coqueta pero apenas y entregue su vaso el me sujeto de la mano haciendo que el resto miraran de reojo, jale mi mano, pero no la soltaba. —qué mano tan suave —susurro haciendo que casi quisiera vomitar, tenía la mano húmeda ¿estaba sudando? Quería decirle que me soltara, pero antes de que hablara alguien más lo hizo.

—señor… le sugiero que la suelte —esa voz me pareció familiar, venia de la oscuridad. Intente mirar de dónde provenía la voz, pero nada, el hombre incluso lo ignoro y no esperaba que algo viniera directo hacia la mesa donde estábamos ¡¿Quién en su sano juicio lanza un chuchillo?!

—¿¡pero que mierda?! —el tipo rubio me soltó poniendo las manos en alto, intente mirar a la zona oscura de la parte alta del bar, pero no veía a nadie, esa zona siempre tenía una luz opaca, solo la leve figura robusta de un hombre se veía ¿Quién traía cuchillos a un bar?

—¿Qué pasa? —Bobby apareció y solo miro el cuchillo clavado en la madera; no era un chichillo genérico, tenía unos detalles peculiares, casi personalizado. —bien, Walter, como vuelvas a tirar otro de estos pagaras la mesa —la sombra ni se movió. ¿así que Walter cuchillos locos? Sonreí ante ese pensamiento e intenté disimularlo tomando el vaso del rubio que se había ido dejando el dinero tirado.




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