—¡¿CÓMO MIERDA!? —No sé de donde saco Cass una espada, pero segundo después la respuesta se responde sola, al parecer puede usar magia.
¿Cómo llegamos tan rápido?
Mi esposo es un lobo.
¿fácil no?
Casi lo dejo calvo.
Bueno al parecer a mi querido cuñado no le pareció gracioso que lo noqueara y lo dejáramos abandonados allí y ahora derribaron la barrera, busco a los culpables principales con la mirada, pero solo encuentro personas corriendo por todos lados, huyendo del fuego.
—necesitamos agua… —murmure aun al lado de Walter.
—pídele algún hechizo a Lu
—tu, ve a buscar a tu hermano. Yo me encargo de averiguar quién es el brujo insolente —tal vez no tengo confianza en mí magia, pero se defenderme, y le voy a partir la madre.
Tomé un hacha que estaba allí, casual (cofcofcincocofcof), clavada en un tronco de madera, vi a mi lobuno –pff- lobuno, perdón, mi esposo dudo en irse, pero al verme con el hacha olfateo el aire y se marchó en sus cuatro patas.
Una de las casas que estaba cerca una mujer salió tosiendo, deje el hacha de lado y la intente ayudar.
—mi-mi hija —fue todo lo que pudo decir y entre en crepitar de las llamas se escuchó el llanto de una niña.
No lo dude un segundo cuando entre a la casa; busque por todos lados, pero el calor estaba intenso, hasta que la vi del otro lado de la habitación, sus ojos asustados no me miraban, miraba a algo a un lado, cuando gire mi rostro para ver solo una sombra me ataco de costado y me tiro lejos. Tome aire como pude e intente levantarme antes de que el fuego a mi lado en la pared me quemara el brazo.
—¡¡sal!! —le grite apenas la vi mirándome, la pequeña lo dudo un momento antes de moverse hacia donde le señale.
—vaya… pero si es la cucaracha Lovelace… Evie —su tono de voz burlón me hizo mirarlo, se irguió y una sonrisa siniestra estaba dibujada en sus labios.
—¿tu? —ese cabello amarillo… esa expresión… —hijo de perra —gruñí levantándome y no supe como tomé el valor de levantarme, sus ojos azules se asustaron al verme, las flamas de la habitación fueron hacia mis manos extinguiendo todo y en medio de nosotros apareció como una gran bola, como un mini sol y todo fue directamente hacia él. La casa de madera y ladrillo se vino abajo.
Este pendejo rubio que parece un sádico sexual con mucha droga encima era el mismo niño que estuvo en el ritual de iniciación conmigo y los otros niños.
—peleas fuerte —escuche su voz entre los escombros, se veía algo chamuscado. —estoy impresionado…
—intento golpearme con una secuencia de ladrillos, pero una barrera los detuvo, sí, me asusté, pero entonces vi a Lucien.
—me temo que no se puede meter con mi señora, Víctor —Las palabras de Lucien lo distrajeron bastante, no supe cómo me acerqué en silencio, pero le di un gran golpe con un trozo de madrea, el chico cayo enseguida al suelo.
Lucien miro atónico con sus manitas chispeando magia.
—mi…Megara! —señalo con ambas manos al rubio ahora inconsciente, bastante incrédulo.
—¿Qué? el creía que podía matarme —dije soltando el tronco y viendo que aún se movía y quejaba como una chinche, bastante aguda.
Salimos de allí y cerca estaban la señora dueña de la casa, ni siquiera pensé si tenia mas hijos dentro.
—lo… lo siento por lo de su… casa —la mujer solto a su hija y me abrazo con fuerza.
—mi señora!, gracias, gracias por salvarla —no supe cómo reaccionar a eso.
Jamás me han agradecido por nada. Siempre se han quejado de mi por absolutamente todo. Solo asiento y miro que la niña en las faldas de su hija estaba tosiendo levemente.
—Lucien… ¿Qué hacemos con las llamas? ¿una lluvia?
—no lo creo mi señora —miro hacia el panorama, muchas casas seguían ardiendo. —para cuando intenten algo, se habrá quemado todo y una inundación no sería bueno. —suspire frustrada. Pronto una idea se manifestó.
—qué tal si… —me detuve en frente de una casa y no sabía cómo hacerlo, pero lo intentaría.
Lo pensé. Lo pensé y lo pensé.
Extendí mis manos al frente y comencé a cerrarlas lentamente y en cuestión de segundos las llamas comenzaron a consumirse en sí mismas.
—el fuego… representa a la familia Lovelace —explicaba la anciana con calma. —el que logren sentir su piel arder… significa que no son tan poderosos…
La escena de nuevo se repitió, allí estaban esos niños, pero esta vez, podía verlo desde los ojos de Evie y no a su lado.
El cambio ya está hecho.
Me reí, como Evie lo hizo, ese calor hormigueaba en mi piel, en mis manos, como un calambre, pero no era doloroso.
La anciana se acercó a mí y mi marca del sello.
—buena niña. —murmuro sin que nadie lo escuchara y tuve que dejar de reírme para asentir.
—eso no quiere decir que sus dones no sean de ayuda o puedan evolucionar más adelante para el bien de nuestra comunidad —la voz rotunda de la mujer solo hizo que me irguiera y escondiera mi mano al bajarla, la túnica era lo suficientemente larga para eso.
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Editado: 20.12.2024