Encontrando...amor?

Capitulo 29

—lo siento Gina, pero es mejor que me quede aquí —Gina no dejaba de gritar y regañarme al otro lado de la línea. —sí, lo sé, pero por ahora… es mejor que te quedes sola. No te preocupes por las facturas, ya están cubiertas, solo estudia ¿sí? —colgué la llamada y agité un poco el teléfono al alejarlo de mi oreja. —listo, ya Gina no se preocupará.

—bien, es mejor para ella. —Cass se había ido y Walter estaba hasta el otro lado de la sala.

Esta casa es inmensa. Así que el jeep viejo es solo una fachada o…

—bueno… y… ¿Por qué el “Stilinski”? —necesito un tema que lo mantenga lejos de mí. Además, no me pude burlar en su momento del apellido.

—¿Qué? —el ladeo la cabeza como un Golden retriver confundido.

—tu apellido —sonreí intentando no reírme, es que se ve adorable.

—es el apellido de mi madre —respondió tan serio que me hizo retorcerme en mi lugar y tomar un cojín para abrazarlo.

—oh…—nos quedamos en silencio durante una tortura de momento.

—después…—levante la mirada encontrando su rostro contraído entre la angustia y dolor, no era mi intensión —después de esa noche…me encargue de tratar de enmendar mi error con tu familia —lo hice recordar esa noche.

Para mí fue la muerte de mi familia, para él… fue una masacre que cometió por tal vez lo que el llamaría un error inocente. Como dicen… todos tenemos cruces que cargar.

—entonces… ¿estas decidido a matar a tu padre? —pregunte casual viendo que ahora tenía de nuevo esa misma mirada que la noche de la ceremonia. Esta decidido.

—lo harás tu… yo te lo entregare —cerré mis piernas casi por instinto, ese tono de voz en este momento no es bueno, hace que el frio se filtre por mis zapatos y suba por mis rodillas.

¿no debería ser al revés?

—bu-bueno… gracias por… eso…

—¿de nuevo sientes frio? —vi mi propia postura y si, efectivamente, de nuevo parecía que tiritaba del frio. Él intento no reírse y se marchó de allí, hice un puchero casi involuntario. Pensé que me abrazaría, pero no lo hizo, solo fue a la cocina y al rato regreso con una taza humeante en sus manos.

—cuando las lobas entran en celo, sus primeros signos son estos, aunque…

—¿fiebre? —me queje cuando lo vi sonreír y asentir, tome la tasa y deje que mis dedos se intentaran calentar, pero no paso.

—¿en tu caso? Sí, pero tal vez es porque eres una

—dilo: Bruja, no es tan difícil —volví a interrumpirlo tomando el contenido de la taza; no se identificar que era, pero sabe dulce.

—lo es… porque no eres cualquier bruja, eres mi esposa. —me atragante comenzando a toser como loca mientras el preocupado me quitaba la taza de las manos y me da suaves golpecitos en la espalda.

—no… no digas cosas tan… tan así…—apenas pude hablar intentando pasar este mal trago mientras que él puso ojos de cachorro lastimero sentado a mi lado.

—¿así como? —si mi mirada matara, ya sería viuda.

—ya sabes… a-además, estas muy cerca —Wally solo miro el espacio entre nosotros, está demasiado cerca y su mano sigue en mi espalda, la tela del suéter parece más delgada.

—Meg… si sigues teniendo fiebres así…—su voz suena demasiado dulce y grave, si no fuera por mi suéter creo que él notaria mis bellos erizados. Mas por como toma algunos mechones de mi cabello y los echa hacia mi espalda. —puede ser muy, muy malo, dejame ocuparme de ello —quise alejarme, pero su mano que estaba en mi espalda ahora me tomaba de la cintura con una facilidad que estoy odiando.

—¿Qué-qué vas a hacer? —yo parecía no pesar nada para este gran oso que me sentó en su regazo y fue directo a mi cuello, quería gritar, pero se me escapo un quejito y una risita, esa barba corta me hizo cosquillas. —Walter, ¡no! —mi voz resuena entre una leve risa mientras me remuevo en sus piernas dándome cuenta de algo realmente incomodo en su entrepierna; me quedo quieta por un momento haciéndole saber que sentí esa cosa, él aprovecho para meter sus manos bajo mi camisa tocando mi abdomen evitando que así pudiera huir mientras que sus labios están allí en mi cuello ¿olfateando? ¡¿me está olfateando?!

—calma… —gruño sobre mi cuello haciendo que ahora si sintiera calor y mucho ardor en otro sitio. —necesitas que te marque —al escuchar esas palabras me llene de pánico e intente escapar de nuevo. —quieta ¡quieta! ¡No lo hare! —me sostuvo con firmeza, su voz autoritaria me dejo quieta de nuevo, respirando con dificultad.

Él paso su mano de nuevo por mi cabello apartándolo de mi cuello volviendo a oler allí de nuevo, tenía toda mi espalda pegada a su pecho por lo que me sorprendió escuchar como un ¿ronroneo? Fue extraño, pero me quede tranquila mientras él seguía allí pasando su nariz por mi cuello hasta detrás de mi oreja.

—eso… así… —era incomodo mientras estaba con esa cosa en mi trasero.

Y por cosa me refiero a su pene, si señores, su pene esta como una piedra y no sé quién es el que se tiene que calmar.

Yo aún no…

—eres virgen —mi cuerpo que estaba relajado se tensó al escucharlo y él se rio. —tranquila…no sé qué te haya dicho Lucien o Cass, pero a diferencia de cómo reacciona mi cuerpo, no voy a tomarte si no lo quieres —dejo un beso en mi hombro y por el rabillo del ojo mire sus pupilas, estaba casi en negro.




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