El hombre bajo de su auto elegante no esperando que nadie lo recibiera con alegría o desdén, simplemente nadie lo recibo. Entro a la casa con familiaridad. Los Hunthell son unas de las primeras familias de brujos que aún se mantenían en pie, sin tantas uniones entre familias luego de la extinción de la familia Lovelace.
—¿John? ¿Qué haces aquí? —el hombre apenas esbozo una sonrisa quitándose la gabardina y colgándola por sí mismo en el perchero.
—prima, que gusto me da verte. Sí, estoy bien, la empresa tambien va bien, gracias por preguntar —respondió con tanta calma y elegancia que la mujer solo rodo los ojos y se dio la vuelta para dejarlo solo.
Una vez el hombre estuvo solo se dirigió hacia el mismo lugar que ya le era familiar. La cocina, al ver a las empleadas estas solo lo saludaron y siguieron haciendo su trabajo mientras el hombre tomaba directamente de una de las neveras para el vino lo que necesitaba.
—Diana dijo que estabas aquí y llegas directo a beberte nuestro vino. —fue una reprimenda clara. John solo quito el corcho de esta.
—Hola, Papá. Tambien me alegro de verte —le regalo una sonrisa con labios apretados mientras en anciano se acercaba con su bastón y con un fuerte golpe de este la botella desapareció de la mano de su hijo. A pesar de que la copa estaba a medio llenar, John lo tomo como una victoria —y esto… es un brindis, por la buena fortuna de los Lovelace —le dio un trago a su copa haciendo que todos en la habitación que, a pesar de ser silenciosos, nada se pudiere escuchar ahora.
—¿Qué estás diciendo? —pregunto el hombre mayor visiblemente confundido.
—bueno…que hoy conocí a Evie Lovelace —unos gemidos de sorpresa y un vaso caerse fue todo el ruido de la habitación.
—¿¡que!? —el anciano dejo la botella en la mesa del comedor y tomo del brazo a su hijo.
Entrando sin permiso en las memorias de este encontrando que allí estaba, la imagen de una mujer joven de cabellos negros y piel pálida con unos ojos verdes que brillaban de forma antinatural.
—no… no puede ser —murmuro sintiendo que perdía las fuerzas de sus piernas, John al verlo hizo aparecer una silla para el anciano y este comenzó a hiperventilar con la imagen de la joven mujer mirándolo a los ojos con tanto odio y resentimiento que sus memorias se volvieron confusas por un momento, regresando a esa noche.
—¿lo viste? Era ella —la emoción de John se desbordo, pero el hombre mayor seguía en estado de shock. —el consejo vendrá en un rato, esto es una emergencia.
El anciano miro a los ojos a su hijo, pero no dijo nada.
—¿papá? —la preocupación es visible en su rostro.
—¿estás loco? Llamar a esta hora al consejo por un… por un…
—¡¿Qué dices?!, sé que ella es Evie, lo vi en sus ojos. —el hombre intentaba transmitirle su emoción al hombre, pero este parecía disgustado.
—¡cancelalo! —John frunció las cejas alejándose del hombre, al mismo momento entro un hombre de cabellos rubios.
—Tio! ¿Qué haces aquí? —el chico parecía animado a pesar de las vendas en sus brazos o cuello.
—Víctor ¿Qué te paso? —el chico se examinó y luego sonrió.
—pues… estuve cerca de matar a esa maldita de Lovelace, pero eran dos contra uno —John se quedó en shock apenas comprendió lo que estaba sucediendo.
—ustedes… ustedes se volvieron locos. —John miro con incredulidad a ambas personas frente a él y luego intento no reírse de lo irónico que todo esto resultaba.
—creo que el loco aquí eres tu… tuviste a esa mujer delante de ti y… no fuiste capaz de ¡matarla! ¡Ella será nuestra condena! —John se sintió con la sangre hervir en sus venas, pero entonces el contenido de la botella salió disparado como un aspersor.
—pero si ella es!!-
—¡CALLATE! Y largate de mi casa, no eres bienvenido aquí. —John miro con incredulidad a su padre y luego al rubio detrás de él.
No podía comprender como él podía darle la espalda a la heredera del imperio más grande entre los brujos.
Luego de que desaparecieran todos los que llevaban el apellido Lovelace e incluso su sangre, los que quedaban vivos solo eran unos cuantos.
John Hunthell, tenía en sus venas la sangre Lovelace, pero al ser un bastado el secreto se lo llevo a la tumba su padre, quien lo crio, el viejo Hunthell, haciéndole prometer al niño que jamás dijera nada sobre su origen. Su triste origen. Enseñándole a usar magia para ocultar su sangre.
—entiendo…—el hombre se marchó de la casa a paso rápido.
Había un viejo rumor que se esparció entre los restantes Lovelace sobre el regreso de la hija de la luna y la profecía cumplida, pues nunca encontraron los restos de Evie quien se sabía que había sido la única que escapo de la masacre en la mansión, aunque muchos lobos esparcieran el rumor de que, si había muerto, incluyendo a Walter.
John tenia cierto trato con Walter cuando este le conto su versión de la historia mientras ayudaban a esos restantes parientes lejanos, haciendo que John les enseñara el mismo hechizo que el aprendió para ocultar su sangre.
En algunas escazas manadas de lobos como en la familia Rothlow tenían como prisioneros a vampiros con la masacre usaron a estos y los cuerpos desmembrados de algunos brujos para dar con el resto.
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Editado: 20.12.2024